Ingredientes: 2 onzas de realidad, 1 onza de ficción, 4 gotas de ironía, 1 pizca de mala leche.
Preparación: Mezclar todos los ingredientes en el procesador de textos y servir adornado con signos de puntuación. Puede completarse con ginebra, vodka, tequila…
Tras la barra cada viernes Concha Mayo, nacida en Barcelona, escritora y fotógrafa ocasional.
El día en que Roger canceló su blog y su cuenta de Facebook, yo había ido de compras y miraba de reojo mi trasero en el espejo de un probador.
“Te queda perfecto.” Mintió la vendedora. Ignoré su comentario y me probé otra prenda.
Roger también dio de baja su número de móvil. No pude contactar con sus amigos en busca de pistas. Se desvanecieron con su cuenta de Facebook.
Intenté hablar con el FBI por si le habían incluido en algún programa de protección de testigos, pero como no hablo bien inglés, no conseguí pasar de centralita.
Entonces probé a llamar a la Audiencia Nacional, por si me podían pasar con el juez Garzón que suele estar al día de todo. Pero una señorita muy amable me explicó que no era buena hora, que estaba todo el mundo desayunando (incluido el juez). Añadió que de todas formas andaba muy liado estos días con no sé que tramas de corrupción y que probablemente no podría llamarme. Se disculpó por no facilitar más detalles ya que se trataba de un asunto de máxima confidencialidad y no quería jugarse el puesto de trabajo hablando demasiado. No obstante, antes de colgar me dio su cuenta de Twitter, desde la que aseguró narrar todos los detalles del caso, minuto a minuto, y con pseudónimo.
Roger no dejó rastro.
Yo salí nuevamente de compras y volví a casa con un pantalón que, según la dependienta, alargaba mis piernas y daba volumen a mis pestañas (cosas de la tecnología, pensé).
Le eché de menos.
Hoy soy fiel seguidora del Twitter de Inés, que así se llama la amable empleada de la Audiencia. Gracias a sus escuetas y codificadas reseñas (he tenido que aprender a leer sin vocales y con algunas consonantes intercambiadas) pude saber del ingreso en prisión de varios cargos políticos.
Según comenta Inés, los casos de corrupción son la norma, pero como no los pueden detener a todos a la vez (nos quedaríamos sin gobernantes de la noche a la mañana) han hecho una selección variada para que ningún partido político se sienta del todo excluido y así evitar rencillas entre ellos ya que, según se rumorea por la Audiencia, son muy envidiosos.
Pensé en la posibilidad de que Roger hubiera ido a parar al calabozo por error, en una de las redadas. A ver si me devuelve la llamada el juez, un día de estos, y lo aclaramos todo.
No sé cuan largas se me ven las piernas con el nuevo pantalón. Pero sigo gastando una pasta en Rimmel. Y se me corre mejilla abajo cada vez que veo a Gallardón, besando a Esperanza Aguirre.