Los Barceloneses ya se pueden ir tranquilos de vacaciones. Un juez revisará el túnel del AVE a su paso por la Sagrada Familia. Y, como todo el mundo sabe, los jueces son gente muy apañada que saben hacer de todo. Tan capaces son de interpretar una ley como de detectar aluminosis en una viga.

Lo que no queda muy claro es a qué se van a dedicar los ingenieros a partir de ahora. Algunos son partidarios de un reciclaje inmediato y proponen cambiar el casco de obra por toga y alzacuellos, y se ofrecen a bendecir de forma gratuita la nueva ciudad de la justicia.

Así se expresaba ayer un representante del Colegio de Ingenieros: -Si los jueces pueden detectar daños en las estructuras de hormigón y calcular la presión máxima a que puede ser sometido un túnel sin venirse abajo, nosotros podemos rezar por el perdón de los pecadores que acuden a los juzgados o, en casos de falta grave, solicitar su inmediato ingreso en el infierno.

El gobierno opina que esta medida permitiría paliar el paro en el sector de la construcción, además de descongestionar los juzgados y mitigar la falta de vocaciones eclesiásticas.

Los obispos españoles no se han manifestado al respecto todavía. Al parecer, se hallan concentrados, rezando por los astronautas americanos que hace varios días se han quedado sin ropa interior. No sea que con tanta libertad de movimientos, les dé por hacer cochinadas y nos cuenten, con todo lujo de detalles, si es factible o no la penetración con gravedad 0.