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Ciencias y letras por Salvador Ruíz Fargueta

Ciencias y letras, trata de acercar las dos culturas , favorecer su mestizaje. En realidad, sólo es una cultura que nos puede acercar más a nosotros mismos, a las complejas relaciones humanas, al mundo y a sus interrogantes. El autor, ingeniero y físico, es editor de La bella teoría. Publica los días 1 de cada mes.

La anarquía secreta de la ciencia

En esta misma columna he hablado sobre la ciencia y el humanismo y sobre el descubrimiento científico como arte , entendiendo que detrás de una fachada aséptica y maquinal para que la ciencia avance es imprescindible la emoción, la duda, la inspiración y el juego, aparentemente, intrascendente y humano. Siempre me ha importado su cara más humana y algo de eso cuento en el post sobre Boltzmann, la ciencia humana y vulnerable . Más allá del científico y sus logros vi a la persona y a la lucha con sus colegas por sus ideas.

Acabo de leer el libro Radicales libres de Michael Brooks, doctor en física cuántica, asesor de la revista New Scientist y gran divulgador de la ciencia. Es un libro muy valiente, trata de la humanidad de los científicos y de lo que esto significa realmente, así como de la imagen equivocada de la ciencia que se nos ha querido vender: “lógica, responsable, fiable, predecible, seria, caballerosa, directa, aburrida, trivial, objetiva, racional. Nada esclava de las pasiones o de la emoción. Algo en lo que se puede confiar. En resumen: inhumana”.

Brooks afirma que la ciencia se nos presenta como una especie de marca como la Coca-Cola, Apple o Disney. Se supone avanza con una serie de pasos fríos y lógicos, un elegante flujo de ideas desde el concepto a la prueba irrefutable. Pero esto está muy lejos de la verdad. Los científicos tienen la costumbre de difuminar los mayores momentos de la ciencia para suavizar las “arrugas” y defectos humanos del proceso de descubrimiento. Se hicieron un mal servicio cuando deshumanizaron su campo y ahora no es extraño que tengamos tantas dificultades para hacer que los escolares se interesen por la ciencia.

Pregúntese a un científico qué es el método científico, decía Medawar , “y adoptará una expresión que es a la vez solemne y evasiva: solemne porque siente que debiera declarar una opinión; evasiva porque piensa de qué manera puede ocultar el hecho de que no tiene ninguna opinión que declarar”. Invariablemente, el científico dirá algo parecido a esto: “Bueno, uno tiene una idea, y después la comprueba en un experimento”. Parece algo muy directo. Pero ¿de dónde surge la idea? De todas partes y de ningún sitio. De cualquier parte. Todo vale. Brooks, recordando una anécdota sobre la primera fotografía de la Tierra entera, nos dice que la ciencia es un lugar en el que la gente defiende ideas extrañas.

Dostoievski escribió una vez que casi todas las personas inteligentes tienen miedo de ser ridículas, y Einstein, entre todos los grandes científicos, era quizá quien más en peligro se hallaba de ser ridiculizado por sus fuentes de inspiración. Tal como ha dejado escrito Hans Ohanian, su biógrafo, “hizo sus grandes descubrimientos a la manera de un místico”.

Einstein fiaba en una inspiración que no tenía ninguna fuente a la que poder seguirle la pista, como ocurre en cualquier actividad artística. Resolverlo todo lógicamente, mediante deducción, está, “mucho más allá de la capacidad del pensamiento humano”, dijo. Recordando sus experiencias, y relacionándolas con la historia de la ciencia, admitió que “los grandes saltos adelante en el conocimiento científico se originaron de esta manera sólo en una pequeña proporción”.

La inspiración parece surgir, espontáneamente, de las fuentes más inverosímiles: de las experiencias inducidas por las drogas, de visiones exuberantes, de sueños o de la propia fe religiosa. Existe una anarquía secreta detrás de las inspiraciones de la ciencia, pero no es nada en comparación con la anarquía que sigue. Después de la inspiración inicial, el científico ha de acumular pruebas para confirmar o rechazar la idea. Este proceso es el fundamento de la ciencia, y es la razón por la que los científicos alzan las manos horrorizados o avergonzados siempre que sale a la luz un fraude científico. Sin embargo Brooks documenta cantidad de fraudes, plagios, resultados encubiertos, falta de ética e imprudencias para atraer la atención del público sobre algunos de los más brillantes hallazgos de la ciencia.

Un libro audaz, polémico y divertido, en el que se presenta a la ciencia de forma muy humana (quizás en demasía), y como una disciplina extremadamente competitiva donde el juego sucio está (más de lo que parece) a la orden del día.

Para completar el alegato a favor de lo que se afirma en el libro, añado un par de lecturas:

Barreras contra la creatividad y Resistencia al descubrimiento científico .

Salvador Ruiz Fargueta | 01 de febrero de 2012

Comentarios

  1. Alex Pérez Cano
    2012-02-06 00:39

    No necesariamente todo se vincula a fraudes, también tiene que ver con los fundamentos epistemológicos, lo que para el funcionalismo puede estar totalmente correcto, puede ser totalmente acientífico para la dialéctica.
    Mario Bunge, un positivista en extremo, llegó a considerar a varias “ciencias” como la antropología, la sociología, como fraudes y como un cuerpo de conocimientos que no merecían el carácter de ciencia.
    Mario Mendéz, en varias publicaciones de Ciencia y Desarrollo, en sus articulos, la ciencia y sus rivales, pensando de manera positivista, descartaba muchos conocimientos como científicos, que hoy en día, nadie duda tengan el carácter de científicos.
    Bueno, ahora recordemos que es posible pagar, para que cierto conocimiento se de como científico, pero bien, siempre es importante seguir un método, un protocolo para aprobar o disprobar hipótesis, pero considerando la jerga epsitemológica.
    Lo que si lamento es que en el Bachillerato en México, hayan suprimido la materia de metodos de investigación, dejando así en estado de indefensión a millones de jovenes ante una publicidad que para “fundamentar”, alude inmisericorde a la ciencia, a quienes se dicen científicos y hasta con cédula profesional.

  2. Salvador
    2012-02-06 15:12

    Gracias Alex, por tu inteligente y documentado comentario. Un abrazo.

  3. Empleo sena
    2012-02-29 17:33

    Que buena publicación esa que nos compartes, que gran análisis el que haces, muy respetable. Un saludo.

  4. esceptico
    2012-12-16 13:48

    La ciencia se deshumaniza por dos razones

    1 los humanos necesitamos creer en algo superior a nosotros mismos si eso superior es algo producto de nosotros msimos mejor que mejor, es un auto halago encubierto muy gratificante (para algunos la ciencia funciona como otra supersticcion)

    2 la “direccion ascendente” de la ciencia se simplifica para su asimilacion y para tapar las razones de haber tomado “una via” y abandonado o dejado de lado otras otras. Las alternativas no se mencionan, a veces porque la alternativa “correcta” ha sido tomada por razones de dudoso origen ( por ejemplo la asignacion de los presupuestos)

    (por ejemplo la formulacion de los campos electricos en la que el potencial es la divergencia de un vector, con aplicaciones en la prospeccion geofisica, no se suele explicar mucho que digamos y mucho menos la historia de su formulacion)

    Einstein sacó “sus” ecuaciones a partir de un a ensoñacion metafisica pero Poincaire la sacó ( y antes que él) a base de “sudor” y de trabajar en los problemas de sincronismo que planteaban las comunicaciones morse por cable submarino … es mas bonico lo de Einstein y… se vende mejor

  5. Jose Eburi Palé
    2012-12-19 23:19

    Resumiendo:
    La ciencia es “humana”

  6. Salvador Ruiz Fargueta
    2012-12-21 11:12

    Efectivamente, Jose. Un abrazo.


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