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Butaca no numerada por Alberto Haj-Saleh

Sentado en una vieja Butaca no numerada de terciopelo rojo, el autor se lanza a una reflexión impúdica todos los miércoles sobre cualquier cosa que se atreva a moverse por las pantallas, sean éstas de cine o no. Alberto Haj-Saleh es editor de LdN y autor de la columna Teatro Abandonado.

Las cinco de 2011

Última columna de este año, para dar la lista de las que han cinco mis cinco favoritas de entre todas las películas que he visto en una sala de cine en 2011. Eso implica que dejo fuera todas las películas más o menos antiguas que he visto, y dejo fuera a John Adams, que no sólo es una serie sino que además es de hace ya un par de años. También, revisando la lista de películas que he visto, me doy cuenta de cómo el “efecto recencia” lo domina todo y las películas que acabo de ver me parecen mejores que las que me parecieron magníficas hace ya doce meses, con todo lo injusto que es eso.

Y no dejo, ni dejaré de ir al cine, a pesar de que diciembre es el mes ignorado por todas las listas de “lo mejor de” que se hacen en cualquier categoría. Tal vez si en vez de haber visto Un dios salvaje de Roman Polanski y The Artist de Michael Hazanavicius hace un par de días las hubiese visto hace tres semanas, entonces habría incluido al cuarteto protagonista de la película de Polanski o al alucinante papel que hace Jean Dujardin en la película muda de la temporada entre los grandes papelones del año. Quien sabe.

En cualquier caso hay que elegir, aunque sea haciendo trampas —y pienso hacerlas—, así que ahí dejo mi top 5 de este año que, como casi siempre, dejó lo mejor en sus primeros y en sus últimos días. ¡Feliz año a todos!

5. Meek’s cutoff de Kelly Reichardt

Tan silenciosa como sus películas, la filmografía de Kelly Reichardt, directora indie entre las indies, se ha colado entre mis favoritas de la última década. Su capacidad de encuadrar y destacar sobre el fondo los detalles pequeños que marcan una transformación vital consigue que obras formalmente “pequeñas” se incrusten bajo la piel del espectador, que con frecuencia sólo al final del filme empieza a sentir todo aquello que la películ estaba contando. En cierto sentido Meek’s cutoff es su película más “grande”, ya que en esta ocasión la narración de algo anecdótico no es revelador de una crisis profunda de los personajes sino metáfora de un cambio de tiempo, de época, de un mundo que era de una manera, decimonónico, a otro mundo que empieza, el del salvaje oeste. Asistir al nacimiento de la mitología más importante de norteamérica es un privilegio.

4. Valor de ley de Joel y Ethan Coen

Dos westerns entre mis cinco favoritas del año, quién me ha visto y quién me ve. Los hermanos Coen firman una de sus mejores películas acudiendo a conceptos clásicos como “héroe maldito”, “villano cobarde”, “heroína aguerrida”, consigue a los mejores actores posibles: sí, Jeff Bridges es alucinante (¡y qué voz!) y Hailee Steinfeld es un sorpresón, pero es que cosas menos comentadas como la hijoputez facial de Josh Brolin o el perfecto paleto que compone Matt Damon también son de diez. Lo mejor que puedo decir de ella: el trailer y el cartel eran la quintaescencia de “lo que mola”. Y la película cumple esas expectativas, con lo complicado que es eso.

3. El árbol de la vida de Terrence Malick

En su día decidí no discutir sobre esta película y me mantengo en mi decisión. No tengo argumentos para defenderla —aparte de Jessica Chastain, claro—, ni tengo ganas ni deseo alguno de analizar su simbolismo o de extraer las claves profundas del discurso de Malick. Me da lo mismo. Sólo sé que pasé casi tres horas mirando a la pantalla con el corazón encogido y la piel de gallina, con sensaciones parecidas a las que sólo puedes tener con algunas piezas musicales: algo puramente estético e irracional. Nunca olvidaré lo que sentí viendo la película en aquella sala de cine callada como un mausoleo; lo demás es silencio.

2. Nader y Simin. Una separación de Asghar Farhadi

Hay numerosos casos en el cine y la literatura en los que se cuenta cómo desde algo aparentemente anecdótico se genera una ola de caos que crece hasta “tsunamizarse” y arrasar con las vidas de varias personas que hasta entonces habían sido perfectamente normales. En Nader y Simin, la separación matrimonial de los dos protagonistas da lugar a que Nader contrate a una mujer para cuidar a su padre con alzheimer por las mañanas. Un pequeño accidente desencadenará un terremoto devastador en la vida de todos: de Nader, de Simin, de la hija de ambos, de la cuidadora y del marido de esta. Farhadi utiliza un planteamiento casi de policíaco o de película de abogados para contar muchas cosas a la vez y a distintos niveles; habla del “crimen” que abre la caja de pandora en sí, pero también habla de las diferencias de clases en Irán en el siglo XXI, habla de la posición de los religiosos y de los (casi) laicos, del modo de funcionar de las instituciones públicas, de las tradiciones que son a veces más fuertes que las leyes, del papel de la mujer, de la relación con los mayores, de la educación… de tantas cosas que creo que aunque viera cinco veces este peliculón todavía se me quedarían cosas que no he llegado a ver.

1. Tropa de Elite 2 de José Padilha y Drive, de Nicolas Winding Refn

Ya dije que iba a hacer trampas, y he colado un ex-aequo en la primera posición de la lista. La razón principal es que desde hace meses que tengo a la película brasileña la primera de mi lista, pero hace apenas un par de semanas vi Drive y el impacto ha sido tan potente que no se me ocurre cómo ponerla en otro sitio que no sea en el de “mi película favorita del año”. Pero ya he dicho antes que hay una parte de “efecto recencia” que puede ser engañosa: dentro de un año tal vez tenga más claro cuál de las dos películas me ha gustado más, pero ahora mismo el poso de la más cercana está demasiado presente como para tener perspectiva. Así que primera plaza para ambas.

Ya dije todo lo que pensaba sobre Tropa de Elite 2 hace unos cuantos meses.

Drive es una de esas películas tan arrebatadoras estéticamente que se te pegan casi a la ropa, como un olor, y pasan los días y no puedes desprenderte de ellas. Es una historia de samurais contemporánea, con un héroe tan fuera del tiempo que para poder funcionar necesita estar una película con un look a caballo entre varias décadas. El modo en el que Winding Refn encaja colores, música —¡qué banda sonora! ¡Score y canciones, las dos cosas!—, la presencia constante de iconos de otras épocas, los códigos sobreentendidos, la violencia casi medieval y, sobre todo, él, Ryan Gosling, el hombre del año, el tío parco en palabras que todos los demás tíos soñamos con ser alguna vez. Imprescindible.

Alberto Haj-Saleh | 28 de diciembre de 2011

Comentarios

  1. gatavagabunda
    2011-12-28 21:30

    Pues sospecho que vamos a coincidir no sé si en el orden, pero casi seguro en los títulos…

    Hala, me pongo otra vez el trailer de True grit, que no me canso nunca de escuchar “esa voz”.

  2. MVPM
    2011-12-30 08:21

    Una acertada selección de títulos para un año cinematográfico que fue flojo. Además Alberto que reiteras una cosa: Jeff Bridges debió haber ganado el Óscar este año, y Colin Firth hace un año. Por cierto, hace unos meses se lo dije en su casa de Santa Bárbara. Sin restarle méritos a “Crazy Heart”, claro está. No sobra decir que este año faltó ver a un gran Javier Bardem de nuevo.


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