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Butaca no numerada por Alberto Haj-Saleh

Sentado en una vieja Butaca no numerada de terciopelo rojo, el autor se lanza a una reflexión impúdica todos los miércoles sobre cualquier cosa que se atreva a moverse por las pantallas, sean éstas de cine o no. Alberto Haj-Saleh es editor de LdN y autor de la columna Teatro Abandonado.

El tiempo, que te adelanta

Ridley Scott debutó en el cine en 1977 con Los duelistas, una película que a día de hoy sigue maravillando a la crítica. Por si acaso alguien pensaba que todos podemos expulsar una maravilla por casualidad, dos años después dirigió Alien. El octavo pasajero y tres años después completó su tercera película, Blade Runner. ¿Cuántos directores en toda la historia del cine pueden presentar unas tres primeras películas de ese nivel? Además dos de ellas, Alien y Blade Runner, han trascendido a la propia cinematografía y son iconos culturales incontestables, como pueden serlo las faldas de Marilyn o los bigotes de Clark Gable.

Después de aquello, Scott dirigió películas que tuvieron mucho menos quórum crítico: Legend, La sombra del testigo y Black Rain. Después llegó Thelma y Luise, en 1991, de nuevo aclamada por la crítica aunque en esta ocasión yo esté bastante en desacuerdo con ella. ¿Y después? Después una película sobre el descubrimiento de América y una prolongada cuesta abajo de películas cada vez peores, algunas con más respaldo de público —como Gladiator, a pesar de su petardez— y otras con menos. Hace más de veinte años que Ridley Scott ha desaparecido, al menos ese que hizo aquellas tres primeras películas.

¿Y Coppola? Treinta años tenía cuando ganó la Concha de Oro en San Sebastián por Llueve en mi corazón (1969) y apenas treinta y tres cuando dirigió una de las mejores películas de todos los tiempos, El padrino. En los siguientes diez años no hace más que filmar obras maestras o, en su defecto, películas magníficas: que si El Padrino, parte II, que si La conversación, que si Apocalypse now, que si La ley de la calle

En 1984 rodó Cotton Club con Richard Gere y la cosa empezó a ir regular. Las películas no tenían respuesta suficiente en taquilla y la crítica era más bien agridulce, hasta tocar fondo con Jack (1996). Desde entonces ha filmado cuatro películas en quince años, en una caída libre de calidad que culmina con Tetro, una película que es difícil de ver sin avergonzarse de mucha de sus partes.

Ya no nos acordamos de la última vez que Robert De Niro o Al Pacino no dieron lástima en pantalla, la última película decente de Peter Bogdanovic, Qué ruina de función, es de 1992, Bernardo Bertolucci no logra interesar ni remotamente a casi nadie desde casi El último emperador, cualquier parecido del actual Robert Zemeckis con el director de Regreso al futuro, Quién engañó a Roger Rabbit o incluso Forrest Gump (1994) es pura coincidencia… Otros directores que nunca han dejado de producir calidad, como Peter Weir, sudan sangre para poder estrenar sus películas, a pesar de haber dado a Hollywood exitazos como El club de los poetas muertos, El show de Truman o Master and commander.

No sabemos si son ellos, que perdieron el talento, si olvidaron como dirigir y actuar, si viven atrincherados en sus posturas, pensando que ellos no han cambiado, que siguen siendo buenos, que nadie les comprende. O a lo mejor es el tiempo, que te adelanta por la derecha y deja aquella manera de hacer cine obsoleta, a modo de pieza de museo, enterrando a aquellos que hace no tanto eran lo más parecido a dios en la tierra.

Alberto Haj-Saleh | 23 de marzo de 2011

Comentarios

  1. Miguel A. Román
    2011-03-23 12:22

    No, creo que no es eso. Es que la magia se agota.

    Un tiempo te rezuma por los poros, la dilapidas y todo lo que tocas se vuelve oro; y de repente ese manantial se seca sin causa aparente. Tú insistes racionalmente en que lo estás haciendo igual que antes, pero lo cierto es que ahora no funciona, y no sabes por qué.

    Los griegos antiguos, que de esto sabían un rato, lo achacaban a las musas, señoritas que mudaban el objeto de sus atenciones a su femenino capricho; y yo, a falta de mejor explicación, creo en ellas.

  2. Alberto
    2011-03-23 12:23

    Tu teoría suena como mínimo tan plausible como la mía :-(

  3. Marcos
    2011-03-23 14:15

    Yo diría, Miguel, que la magia puede agotarse. Quiero decir que hay un buen número de directores (creadores) a los que no se les agotó nunca. Pero fíjate que los ejemplos que pone Alberto tienen un punto en común: el éxito (de público, de crítica) inicial… quizás la explicación pueda venir más por ahí, por el agotamiento de los incentivos, la falta de interés, la mera pervivencia económica. Mira de Niro, que se bajo del barco hace mucho pero que, ojo, de vez en cuando un director lo pone en su sitio y vuelve a recordar quién era.

    Saludos

  4. Dr Zito
    2011-03-23 14:20

    Más que a estos directores a los que se les “agota la magia” (en cierto modo, es lógico y le pasa a casi todos los artistas) me preocupa los que se empeñan en no verlo y en seguir rescatándolos como si nada y sin ninguna actitud crítica.

    Con la cantidad de cosas buenas que se estan haciendo ahora mismo.

  5. Cayetano
    2011-03-23 18:28

    No me gusta mucho hablar de cine, en realidad tengo una idea un tanto peculiar de como emplear esa técnica y no quiero meterme en fregados (aka discusiones) inútiles. Aunque coincido con Dr Zito en que hay trabajos de autores jóvenes (con ideas nuevas y mejor salud creativa) que no son tenidas muy en cuenta.

    No quiero ser el raro de esta película, pero sirva de ejemplo de autor olvidado por la crítica “clásica” de esta cosa que llaman cine, la obra de http://es.wikipedia.org/wiki/Norman_McLaren es un ejemplo de “cineasta” cuyo talento fue in crescendo según pasaban los años. Pero hay muchos que opinan que lo que hacía Norman McLaren no era cine, pero eso es otra historia. :-)

  6. óscar
    2011-03-24 11:10

    Un ejemplo opuesto a los que mencionas Alberto sería el de Sidney Lumet con Antes que el diablo sepa que has muerto; al ver esta peliculona uno diría que la dirigió un jovenzuelo sobrado y pletórico, pero no: es el mismo Sidney Lumet que sesenta años antes hizo Doce hombres sin piedad. ¡Vaya con el viejo!

  7. Guillermo Zapata
    2011-03-24 23:07

    Quizás sea también una dificultad para redefinirse como simples “trabajadores muy competentes” Scorsesse no ha hecho un Taxi Driver o un “Uno de los nuestros” (Y entre esas ya iba un trecho de años) pero sigue siendo solvente y no da vergüencita.

    Pero ahí tenemos también a Terry Gilliam. O a Spielberg.

    A mi me preocupa más lo viejos que se han hecho algunos de los jóvenes. Yo que sé… Tim Burton. Kevin Smith, etc.

    También porque no creo en la magia.


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