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Butaca no numerada por Alberto Haj-Saleh

Sentado en una vieja Butaca no numerada de terciopelo rojo, el autor se lanza a una reflexión impúdica todos los miércoles sobre cualquier cosa que se atreva a moverse por las pantallas, sean éstas de cine o no. Alberto Haj-Saleh es editor de LdN y autor de la columna Teatro Abandonado.

En resumen, otra vez

Hay que fastidiarse, pero se ha vuelto a terminar el año: me quedan tres columnas de Butaca no numerada antes de 2011 así que lo que toca es el resumen de lo que me ha parecido este 2010 en la pantalla de cine. Un año raro para mí, porque he cambiado dos veces de país y uno acaba viendo películas extrañas en fechas que no coinciden con las españolas, o metido en algún festival extraño viendo películas húngaras. Y, como siempre, mi lejanía de España me ha llevado a no ver apenas cine nacional, que es algo que siempre devalúa estos resúmenes.

Pero aún así, vamos a intentar recordar lo más llamativo del año, tirando de anotaciones y hemeroteca.

Lo más impactante

La secuencia del clímax en Toy Story 3 (Lee Unkrich) me tuvo el corazón encogido y agarrado a la butaca mientras duró. Ese momento en el que crees que la película está realmente dando un salto dramático gigantesco. Para levantarse y aplaudir. También me dejó clavado en la silla, aunque por otras razones, la gélida crueldad de los niños protagonistas de La cinta blanca (Michael Haneke), así como el castigo en off que el padre de uno de ellos propina a su hijo, a puerta cerrada; aún se me ponen los vellos de punta al recordarlo.

Tampoco me quiero olvidar de dos prodigios de montaje y narrativa fílmica: la maravillosa secuencia del Estadio de Fútbol de El secreto de sus ojos (Juan José Campanella), digna de la mejor película de persecuciones y que te acelera las pulsaciones, más aún en contraste con la dinámica reposada del resto de la película. Y el fabuloso modo que tuvo Katryn Bigelow de rodar la emboscada a los artificieros en el desierto irakí en The Hurt Locker: nunca un punto de vista subjetivo consiguió meter tanto al espectador en la piel de los protagonistas.

Lo más decepcionante

Aquí debería hacer referencia a Avatar (James Cameron) pero no sería algo demasiado justo. La película resulta entretenida y seguramente muy divertida para niños, se pasa más o menos rápido y uno invierte de forma entretenida unas horas de su tiempo. Sin embargo su aceptación y adoración crítica y de público se me escapa, y sí que me resulta decepcionante.

An education (Lone Scherfig) es pretenciosa, vacía y poco interesante, lo contrario de lo que parecía antes de entrar en la sala. El guión de Ágora (Alejandro Amenábar) se carga de forma estrepitosa (y ridícula) todos sus aciertos de ambiente y ritmo (y de protagonistas guapos, que todos lo son). Crazy Heart (Scott Cooper) es un horror que desperdicia de forma estúpida el inmenso talento de Jeff Bridges. Y el final de Shutter island (Martin Scorsese) deja un mal sabor de boca que contamina una película que hasta entonces no estaba nada mal.

Lo peor: The town, con Ben Affleck cargándose en mi cabeza todo el prestigio acumulado por Gone baby gone y haciendo el papel más espantoso de su carrera, con lo DIFÍCIL que era eso. Y Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives, Palma de Oro en Cannes y mi primer acercamiento —con mucha curiosidad— al director tailandés Apitchatpong Weerasethakul: sinceramente pensé que ya no se hacían este tipo de películas, de “género festival”. Un sinsentido narrativo y visual que acabó con mi paciencia.

Los papelones

El año empezó mejor de lo que acabó, con un inmenso Colin Firth haciendo de profesor homosexual consumido por la muerte de su pareja en A single man (Tom Ford); también la sociopatía agresiva de Jeremy Renner en The Hurt Locker y la estupefacción hilarante y brutal de Michael Stuhlbarg en A serious man (Hermanos Coen). También me gustaron mucho el delincuente de medio pelo Tahar Rahim de Un profeta (Jacques Audiard), los atormentados Ricardo Darín de El secreto de sus ojos y Stephen Dorff de Somewhere (Sofia Coppola) y la sobrecogedora actuación de Elio Germano en La nostra vita (Daniele Luchetti) que le valió el premio de interpretación en Cannes.

Con respecto a las actrices, es difícil no quedarse con la fantástica Magaly Solier y su muchacha aterrorizada por los hombres de La teta asustada (Claudia Llosa), en otro año más (cuántos van) en los que los papeles femeninos han sido sistemáticamente ignorado en las películas más importantes. También estaba fantástica Ruth Sheen en su papel de única mujer sana mentalmente en Another Year (Mike Leigh) y dos italianas que me gustaron: Micaela Ramazzotti como madre desastrosa en La prima cosa bella (Paolo Virzì) y las cuñadas Gea Martire y Lunetta Salvino, de lo más divertido de Mine Vaganti (Ferzan Ozpetek). Pero en general ha sido el desierto…

Nos vemos la semana que viene para la segunda parte del resumen.

Alberto Haj-Saleh | 15 de diciembre de 2010

Comentarios

  1. Marcos
    2010-12-15 16:46

    Coincido plenamente en todo lo que dices en lo que se refiere a las que yo he visto de tu listo, que son más bien pocas.

    No sé si hablarás de Origen en la segunda parte. ¿Viste Splice? Yo la metería en las decepciones, o en el peor modo de tirar por la borda un planteamiento brillante.

    Saludos

  2. Alberto
    2010-12-15 17:05

    No vi Splice, no, y de Origen es posible que diga algo, ya sabes que la segunda parte de estos resúmenes son más anecdóticas (lo más guapo, lo más tontorrón, lo más raro…). Es que Origen se me quedó en una extraña tierra de nadie en las películas que vi este año. Me gustó, yo diría que bastante, pero también es verdad que apenas me dejó poso, que los actores me parecía que estaban bien pero sin alaracas, que ninguna de sus secuencias me dejó impactado… como decía Timothy Hutton acerca de su novia en Beautiful girls, me parece “un perfecto siete y medio”.

  3. Manuel Haj-Saleh
    2010-12-19 00:34

    Creo que tuvimos la misma decepción con An Education. Al cogerla en el videoclub y leer la sinopsis ofrecía muchísimo más, para quedarse al final en una nada que encima resulta muy poco creíble (¡y eso que está basada en una historia real!) y en la que dan ganas de empezar a sacudir a los protagonistas y no parar.

  4. Zark
    2011-01-30 00:42

    Sé que llego tremendamente tarde, pero mi calendario personal ha asignado esta entrada para hoy.

    Estoy de acuerdo en todo lo que dice menos en Shutter Island, y eso claro, me inquieta. ¿A qué se refiere exactamente con el mal sabor de boca del final? ¿Al final final (los últimos 3-5 minutos) o al tramo final de la película (el último giro de trama)? A mí me parece un ejercicio perfectamente llevado. Una investigación cargada de misterio que ha supuesto los únicos momentos de tensión verdadera que el cine me ha dado últimamente. Luego lo psicológico aunque algo muy tratado me parece un matiz con el que juega Scorsese durante toda la película, formándolo y desformándolo y (aquí mi crítica negativa) casi haciendo que el espectador pierda el foco de lo realmente importante, que no es el devenir de Di Caprio, sino la forma de tratarlo.

  5. Alberto
    2011-01-30 03:44

    Al final final, en efecto, a los últimos 3-5 minutos cuya “trampa” me jorobó el resto de la película. Es algo injusto, porque al final uno piensa “bueno, la película la disfruté, no vayamos a jorobarla por un mal final”. Pero no, el final desvelaba una mentira del director que me molestó profundamente.

    Aquí explicaba un poco las razones sin espoilear mucho.

  6. Zark
    2011-01-30 13:41

    Necesito darle otra vuelta entonces para ver realmente si estoy de acuerdo en que engaña y en su momento ante todo lo anterior simplemente lo dejé pasar, o si por el contrario a mi modo de ver el final es simplemente un giro más que no choca con el planteamiento anterior y la manera de mostrarlo. Ya digo que necesito el revisionado, porque así de memoria ni siquiera logro acordarme de alguna escena en la que Di Caprio no esté presente.

    En cualquier caso, pese al final, visto desde su posición o la mía, la película es buena por lo comentado, si bien no una obra maestra. Yo digo de disfrutarla por sus virtudes.


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