Casi casi sin querer, se ha creado una especie de minisección en esta columna en la que hablo de algún cortometrajista que conozco y que me parece interesante que conozcan ustedes tambien, que me llama la atención por algo o al que le adivino un gran futuro. Ya he hablado por aquí de Guillermo Zapata y de Jaime Herrero, y ahora voy a hablar de Álex Montoya, posiblemente uno de los mejores directores españoles con los que me he topado en los últimos años, y eso sin haber hecho ni un largo.

Álex Montoya ha hecho muchísimos cortos desde 2002 (igual desde antes, pero de 2002 es el primero suyo que he visto) y creo que lo que más me gusta de él es su enorme versatilidad, es decir, su capacidad de tocar casi cualquier palo y de hacerlo de bien a muy bien. Y lo hace desde el principio de su carrera como cortometrajista, esquivando los vicios en los que cae el 80% de los que empiezan: la falta de profesionalidad, el limitarse al chiste fácil, la pretenciosidad, el subrayado de mensaje… Álex lo que ha hecho es algo que es simple de enunciar y dificilísimo de ver: rodearse de buen equipo, de buenos actores, de guiones interesantes y se ha labrado una carrera como cortometrajista completo. Él cuenta historias, diferentes entre sí, y las cuenta bien.

Aquí tienen dos enlaces —uno en Youtube y otro en NotodoTV-- donde pueden ver casi todo lo que ha hecho este hombre en su vida. Comedias, algunas divertidísimas, como Malditos pandilleros, otras menos conseguidas como Si quieres puedes ; Dramas con toques de thriller, como la muy inquietante Sólo con los hermanos o la más fallida Gris incluso un documental que podría haber firmado el mismísimo Werner Herzog llamado Pollo.

Pero donde realmente sale el talento de Álex Montoya a la luz es en su magnífica capacidad para mostrar la ternura. La ternura es un sentimiento que bordea el abismo de la ñoñería para cualquiera que no la viva en primera persona, y ese abismo es una trampa mortal cuando se intenta reflejar en la pantalla. He tenido la suerte de ver Marina, el último corto de Álex, que aún ronda por los festivales de todo el mundo pero que posiblemente cuelgue en la red el director en cuanto termine su carrera de premios. En él se condensan todos los hallazgos emotivos que ha logrado el director en sus últimos cortos, con un impresionante Luis Zahera como protagonista, veremos si no termina en los Goya de este año.

Pero para que entiendan a lo que me refiero voy a dos ejemplos concretos, ambos protagonizados por esa actriz de maravillosa sonrisa llamada Irene Anula. El primero se llama Abimbowe, que hace algo tan difícil como es hablar del cariño entre dos personas sin obviedades y del racismo desde el desconocimiento sin dar sermones (todo lo contrario, ¡es un corto buenísimo!).

El otro es una maravilla llamada Como conocí a tu padre. De todas las veces que he visto en una pantalla cómo empieza a salir una pareja, esta es la mejor de todas, la más verdadera, la que te hace terminar pensando “es exactamente así como pasa”.

Creo que Álex está rodando su primer largo. Le desearía mucha suerte, pero no creo que la necesite. Es un director mayúsculo.