Seguimos a vueltas con la libertad de expresión. El Sr. Ausente, amante del terror, cuenta el miedo real que le produce la campaña desplegada contra la película A serbian film. Una historia de miedo.
«Sobre la violencia extrema de A Serbian Movie, es cierto que es brutal e incómoda, pero quienes se han dejado llevar por el escándalo lo hacen en su mayoría de oídas y guiados por el tratamiento amarillista que algunos medios hicieron de la proyección. No voy a negar lo que se ve en la película, aunque, por ejemplo y por matizar, la célebre escena del bebé es una película proyectada que le ponen al protagonista, está rodada de espaldas y el muñeco de látex que aparece de refilón canta lo suyo. No es una escena realista. Mucho más duro e incómodo es lo que sucede al final.
Tampoco discutiré si una película como ésta merece una clasificación X. Es bastante probable que así sea, pero nada impide a un festival de cine exhibir películas con contenido pornográfico si se avisa de antemano al espectador, como ha sido el caso. Respecto a la calidad de la película en sí, no les diré que es una mala porque no lo pienso, tampoco que sea estupenda. La sitúo en un término medio; pero sí me pareció interesante por diversos aspectos.
Ya que son muchos los que se rasgan las vestiduras ante la película, sin haberla visto y a rebufo, es bueno que sepan que el mensaje es tremendamente moralizante: hacer pactos con el diablo, en el mundo de la pornografía, se paga de la manera más dura posible. E incluso incluye reflexiones sobre los límites del arte. Pero más importante que eso es destacar que lo que sucede en la película tiene una explicación. Bueno es saberlo porque lo que no tiene explicación provoca mayor inquietud. A Serbian Movie no es otra cosa que una metáfora, muy evidente y subrayada, sobre la Guerra de los Balcanes y los atroces crímenes cometidos por los propios serbios. Un ejercicio de catarsis sobre los horrores vividos y realizados. El famoso bebé, por ejemplo, no es otra cosa que la recién nacida República Serbia, los villanos de la función no son otra cosa qué émulos de los criminales de guerra (desde el que da la orden hasta el que la acomete, de Karazdic a Arkan), y la familia protagonista, ese padre y ese hijo, pero también la esposa y el cuñado, no son otra cosa que la misma Serbia encarnada, que ha cometido crímenes terribles y violado, metafóricamente (o no) a sus retoños, condenándolos a un futuro de remordimientos sin fin.»