Alejandro Polanco Masa nos trae la historia de La pila de Chicago, el primer dispositivo capaz de obtener energía controlada a partir de una reacción de fisión.
«Si uno no sabía qué se cocía allí dentro, seguro que no hubiera entendido el buen humor que reinaba al ponerse en marcha con éxito la Pila-1. A fin de cuentas, aquello no era más que una habitación rectangular de 9 por 18 metros en la que alguien había apilado un montón de “ladrillos” y listones de madera y los había cubierto con una lona. Ese alguien era el genial Enrico Fermi que, junto con Leó Szilárd, Martin Whittaker y Walter Zinn, se habían encargado de diseñar y organizar el montaje. El conjunto era tan inofensivo aparentemente, diríase que incluso vulgar, que corría una broma entre los científicos, que comentaban:»