Libro de notas

Edición LdN
Una aguja en un pajar por María José Hernández Lloreda

Se pretende ir construyendo, los días 10 y 20 de cada mes, una antología personal de poemas (que no de poetas) de autores más o menos contemporáneos, más o menos conocidos. Los poemas tienen en común el ser lo suficientemente cerrados para producir una sensación/idea compacta y lo bastante abiertos como para que además emerjan nuevas significaciones con cada nueva lectura. La autora es profesora del Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la Facultad de Psicología de la UCM.

El enamorado. Manuel Vilas

Toda la noche soñando contigo, me he pasado la noche entera
soñando que te besaba en el patio de una iglesia junto al mar.
Qué enamorado estuve de ti, y no te lo dije nunca.
¿Lo adivinaste? ¿Lo deseaste? ¿Lo suplicaste?
Tenías seis años más que yo, estabas más hecha a la vida,
no te ibas de la cabeza como yo, sino que eras moderada y prudente,
aunque llena de amor por dentro, amor hacia mí,
hacia mí, que era un tipo de lo más perdido, y eso sí
se notaba a la primera, y cómo me acuerdo de tus manos
y de tu sonrisa, todos los amantes se acuerdan de lo mismo,
sólo que yo no me metí nunca en tu cama, años llevo imaginando
cómo se debía de estar en tu cama, un día me la enseñaste,
pero nada más. Y ahora me despierto y he soñado que te besaba,
y son las diez de la mañana de un verano monumental
y ya estoy bebiendo una ginebra, así, en ayunas, y salgo
a la terraza de mi habitación y veo a las turistas tumbarse
sobre la arena, y pienso que tú podrías estar aquí conmigo,
qué enamorado estuve de ti y cómo lo estuviste tú también,
y qué mal hicimos en no habernos revolcado mil veces
por mil camas, o qué bien hicimos, porque, conociéndome,
igual te hubiera pedido en matrimonio y tú hubieras aceptado,
y borracho como estoy todo el día, cuando me hubiera cansado
de joder todas las noches, a lo mejor me daba por darte un puñetazo
o tirarte a un río, o a ti por pegarme un tiro,
o envenenarme o pegármela con otro.
Cómo puedo decir todo esto de ti, que eras un ángel
y lo sigues siendo, y de mí, que te quise con inocencia.
Será mejor que siga bebiendo hasta que te borres de mi memoria,
y esto sí que me hace llorar, y soy un tipo que está llorando
a las diez y media de la mañana, sentado en la terraza de una habitación
para turistas, con una ginebra caliente en la mano -son los restos
de la noche-, llorando porque si te echo de mi memoria,
verdaderamente entonces sí que ya no me quedará nada.

Manuel Vilas
de El cielo (DVD poesía, 2000)

María José Hernández Lloreda | 20 de julio de 2010

Comentarios

  1. Cristina
    2010-07-20 14:52

    Me encanta! No sé porqué me produce nostalgia, pero de esa que te hace sentirte acompañada!


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