Se pretende ir construyendo, los días 10 y 20 de cada mes, una antología personal de poemas (que no de poetas) de autores más o menos contemporáneos, más o menos conocidos. Los poemas tienen en común el ser lo suficientemente cerrados para producir una sensación/idea compacta y lo bastante abiertos como para que además emerjan nuevas significaciones con cada nueva lectura. La autora es profesora del Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la Facultad de Psicología de la UCM.
El hombre que sólo comía zanahorias
ya no podía ni de noche cerrarse los ojos
y eran dos faros abiertos para nada
y no sabía sino mirar, mirar,
el hombre que sólo comía zanahorias.
El hombre que sólo comía zanahorias
vagaba por los campos, en lucha con conejos
en pos de sus malditas zanahorias.
El hombre que sólo comía zanahorias
tenía miedo a tanta luz, a tanto
sol que quema, y destapa y desnuda, y acosa
en medio del campo de las zanahorias,
y vivía
pues en madriguera oscura
y breve, saliendo
sólo de vez en cuando para
buscar sus zanahorias.
El hombre que sólo comía zanahorias
era capaz de matar, y de robar, y cuentan
que se deshizo de su mujer
por una sola zanahoria.
El hombre que sólo comía zanahorias
salía a la tarde, que es la hora de las zanahorias
y de noche, y de día, y al crepúsculo
oía gritar llamándole a las zanahorias.
El hombre que sólo comía zanahorias
tenía el pelo rojo y largos
colmillos para
partir mejor las zanahorias
y las piernas largas para correr mejor, porque
tenía miedo de los hombres más todavía que del sol
y así era el hombre que sólo comía zanahorias.
Leopoldo María Panero
de El que no ve. (La banda de Moebius, 1980).
2011-01-14 09:40
Cada vez hay más hombres que sólo comen zanahorias.