Libro de notas

Edición LdN
Una aguja en un pajar por María José Hernández Lloreda

Se pretende ir construyendo, los días 10 y 20 de cada mes, una antología personal de poemas (que no de poetas) de autores más o menos contemporáneos, más o menos conocidos. Los poemas tienen en común el ser lo suficientemente cerrados para producir una sensación/idea compacta y lo bastante abiertos como para que además emerjan nuevas significaciones con cada nueva lectura. La autora es profesora del Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la Facultad de Psicología de la UCM.

último. José María Parreño

último
Yo. una pulsera de insectos en mi muñeca.
he afilado mis huesos esta noche
por si pierdo la lanza.
los meses han pasado como detonaciones
más y más transparentes:
a través de la última me he visto
como a través de la lágrima llorada por un puma.
Yo. árido
laboriosamente
para todos.

la mañana es tan dura, tan fría
que parece que habito un topacio.
estoy triste
como si hubiera subido cien peldaños de lluvia hacia mí
y cansado
de vagar solitario y urdiendo combates.
estoy cansado y triste
como no lo había estado
desde que murieran los últimos pájaros
y vencido de angustia
poblé el bosque de vuelos de sus cuerpos
arrojados con honda.

aguardo
sin idioma, sin sed,
descalzado de sexo
ya por fin.

Yo. sagitario.
nieto de antiguos centauros
que creían la noche una pantera tuerta
y a su único ojo le llamaron luna,
tan tiernos
que morían de tristeza las tardes de niebla,
tan tiernos que sus úlceras
se las causaba un hilo
y sabían los secretos para tallar el agua,
tan tiernos
que al salir del mar
sus huellas en la arena
tenían la forma de sus corazones.
Yo. tengo un glaciar de lágrimas heladas
desde hace muchos siglos.

porque quise amar más, de otra manera,
porque amar ha sido hacer sufrir a tantos
que el amor es un cáncer
con forma de paloma.
y en mis labios su beso como un barco
con la quilla en mis dientes
fue luego un esqueleto mordido por las olas.

ese amor nos dio el dios.

Yo que borré las huellas dactilares de mis manos
para hacer más suaves las caricias
hoy las tengo desolladas de adioses.
eso nos dio:
la sed de otro cuerpo,
el estruendo de todas las ausencias,
para que nos amáramos.
hoy no quiero morirme
como tanta otra vez.
le esperaré
en todas las llanuras del insomnio,
perplejo,
enloquecido
por esta tristeza que me crece como yedra rubricando mi firma.
tercamente palpito
olfateando.
mis ojos como muelas mastican el paisaje,
le buscan.
a ese dios que vomitó el mar y salpicó la estrella
y nos ordenó amar
sabiendo que el cariño se nos graba
con caligrafía de ampollas en la piel.

cansado de ser Yo,
tripulando el otoño
juro esperarle
para decirle nada,
para verle,
como se ve pasar la brisa
e inútilmente atarle
las manos con la línea de todo el horizonte.

pero en sí como nunca lo ha estado
sabrá qué significa
vivir en el suburbio de los sueños,
necesitar pintarse los labios de coñac
al sentir el telegrama del granizo,
entenderá que Yo, gorila desolado, con la barba enredada de pétalos,
sea el único que quede
de la larva al cometa,
que quede y que le insista
en que por qué vinimos
sin pedirlo
y sentimos todo esto.

inexistente casi. Yo
ya sin ternura.
veo los querubines roídos por las tenias,
fuego y agua son otra vez idénticos
como fue en el principio.

está estallando el sol en mariposas sobre las catedrales.
es el día
y el lugar
y el laberinto
de tal vez una íntima y final derrota
hace tiempo buscada
y ahora no ocurra nada
que no sea la caricia de esta hora congelándose.
dentro de milenios me hallarán atrapado
en un cristal de tiempo
como un enorme insecto de ojos desesperados.

o tal vez
sea el encuentro.
llueve del cielo
una ceniza azul que va cubriéndome.
me despido de mí dándome un beso.
en los labios,
no puede ser de otra forma en el espejo.

José María Parreño
de Instrucciones para blindar un corazón.
(Rialp, 1981)

María José Hernández Lloreda | 10 de febrero de 2008

Comentarios

  1. Marcos
    2008-02-10 11:51

    Hermosísimo.

    Saludos

  2. Alber
    2008-02-11 11:00

    Larguísimo.

  3. María José
    2008-02-11 12:15

    Pues a mí es de esos poemas que podría ser más largo y lo seguiría leyendo encantada.

  4. Ana Lorenzo
    2008-02-11 21:37

    Es precioso, María José. Pero no creo que funcione para blindar el corazón, por mucho que lo intente.
    Un beso.

  5. Cristina Agulló
    2009-07-31 18:06

    Por si lees esto, Jose, me sigue gustando tu poema como la primera vez que lo leí hace años.
    Un beso.

  6. luis
    2010-12-27 14:42

    Yo también lo leí hace unos años. Cuando José llevaba una cartera de cuero a la facultad…y también me sigue gustando como entonces. Igual es que me recuerdo a entonces


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