TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
1. He estado en la guerra; he visto el miedo en los espasmos de los párpados; he olido la gangrena. Oí los miembros cercenados. Toqué la certeza de la huida y de la enajenación.
2. La ficción me llenó las manos de sangre y de restos de tripas y de heces; me hizo entender la maquinaria burocrática surrealista sobre la que se sustenta la guerra, la vileza y el sinsentido de los mandos; me hizo sentir y comprender el miedo paralizador y regresivo. Y me permitió salir casi indemne.
3. ¿Puede la ficción bélica realista no ser antibelicista? ¿Hay algún modo de crear una ficción veraz que ennoblezca la guerra?
4. Compañía K (William March, Libros del Silencio, 2012) es un libro inmenso. Históricamente, publicado en 1933, fue el primero en desmitificar la guerra del 14. Mutilarse para volver a casa; pudrirse literalmente entre las alcantarillas de mierda y restos humanos que formaban las trincheras. Morir en tierra de nadie o fusilado por no querer morir en tierra de nadie. Limpiar a tu compañero una herida superficial mientras se le van las tripas por un boquete que nadie ve en la espalda. Volver a casa con las constantes vitales y el cuerpo sano, pero no vivo. Y todo con una engañosa sencillez de breves relatos, uno por cada integrante de la compañía en que March sirvió en 1917.
5. Trampa 22 (Joseph Heller, RBA, 2010) es un gigantesco (también en extensión) canto al absurdo, ridículo y surrealista armazón burocrático del aparato bélico; desde un humor a veces hilarante y siempre ácido y sarcástico Heller narra los intentos constantes de un capitán de aviación y varios de sus compañeros, destinados en Italia, de evitar el combate y ser licenciados.
6. ¡No pasarán! (Vittorio Giardino, Norma, 2010). Tan funcional y correcto en el dibujo y la ambientación como insulso en el guión. Giardino sitúa su personaje Max Fridman en la Guerra Civil española, en la Barcelona que todavía resiste, y con una leve trama de intriga de fondo.
7. Despachos de guerra, libro de cabecera de los pacifistas de los 70, son las crónicas de Michael Herr de su paso por Vietnam como corresponsal de guerra. Y aquí está todo: el horror, la amistad, la sinrazón, el miedo, el valor, la locura. Y a través de un curioso estilo amalgama de novela, reflexión filosófica, artículo periodístico, apuntes poéticos…
8. ¡Puta guerra! (Jacques Tardi, Norma, 2010). Qué grande es Tardi. Y qué brutal y directo. Puro sarcasmo para mostrarnos, a través de estampas, la miseria humana de la Primera Guerra Mundial.
9. Leer Compañía K y Despachos de guerra (traducidos por Bianca Southwood y Flora Casas respectivamente) es como contemplar la vida anterior del reencarnado y entender el origen de todo el cine bélico que viste desde chico, desde Senderos de Gloria en adelante.
10. Pero, ¿qué hay de apología de la guerra en estas ficciones antibelicistas? ¿No crean, finalmente, desde su empeño en mostrarnos el horror, todo un entramado de referencias, mitos y fetiches deseables? ¿No idealizamos, sus lectores, ese aborrecimiento de la guerra? Y, ¿no provoca esa buena ficción que creamos comprender ese universo ilusorio cuando cualquier letra será incapaz de estallarte en el estómago y esparcir tus vísceras y tu mierda entre los que te acompañan?
2012-07-12 15:10
Johnny cogió su fusil (Dalton Trumbo), Kaput (Curzio Malaparte), Sin novedad en el frente (Erich María Remarque), Mi casco por almohada (Robert Leckie) aunque esta no es ficción, Tres soldados (John Dos Passos), Los desnudos y los muertos (Norman Mailer).
Sorry, es que, como sabes, es uno de mis temas favoritos. No conocía Compañía K, me lo apunto.
2012-07-12 15:16
Claro, Jose, no trato de ser exhaustivo, sólo dejo constancia de mis lecturas. Por lo que he leído al respecto, Compañía K aportó una visión cruda y absolutamente desmitificadora a la narrativa bélica, pero no he leído ni la de Remarque ni la de Dos Passos, que creo que se publicaron antes.
Saludos
2012-07-12 21:15
Los últimos tres libros que he publicado son libros de guerra (sobre todo Mediohombre que es la narración exclusivamente de una batalla).
Aporto, creyendo algo he rumiado el tema, una respuesta a la segunda pregunta del punto 3: ¿Hay algún modo de crear una ficción veraz que ennoblezca la guerra?
Estoy seguro de que sí. Creo que hay un momento, cuando ya todo da igual y lo único que te resta es enfrentarte al tío que está delante de ti, que la guerra es noble. Terrorífica, cruel, voraz, sanguinaria, pero noble. Noble en el sentido de que los soldados, que han llegado hasta ahí, dejan todo de lado y se limitan a luchar de la forma más técnica posible: tratan de ser eficaces porque, si no lo son, mueren. Ese comportamiento, ajeno a patriotismos absurdos (ninguna compañía avanza lanzado vivas a su nación), otorga nobleza a la guerra. Otorga, al menos, una humanidad digna de ser descrita (que es lo que yo, humildemente, trato de hacer).
Creo que la serie “Hermanos de sangre” explica perfectamente esto que he dicho arriba: la guerra es una putada enorme, sobre todo cuando eres tú el que avanzas hacia el enemigo (un enemigo que, por cierto, siente exactamente lo mismo respecto de ti), pero tiene un punto de noble belleza en la desnudez de los motivos, las causas y las justificaciones…
2012-07-12 23:15
Las de Dos Passos y Mailer, y las memorias de Leckie inciden mucho en algo que solo el que ha vivido la guerra puede saber que existe la mayor parte del tiempo: el aburrimiento. Parece una tontería, pero la vida del soldado (quizás esto no sirva para la vida en las trincheras en la PGM, Dos Passos habla de la ocupación que siguió) en guerra parece ser 98% rutina y aburrimiento y un 2% de miedo absoluto en el combate. Y en todo ese tiempo se trata de vencer el aburrimiento de mil maneras, bebiendo (hasta colonia), yendo de putas si es que están a tiro, jugando, robando, luchando contra la injusticia que supone el trato de favor a los oficiales. Es curioso como esos tres autores coinciden bastante en lo que es la vida cotidiana en una guerra. En The Pacific se refleja algo de la picaresca del relato de Leckie, aunque lamentablemente no demasiado. Pienso que la principal sensación debe ser la de desarraigo, el estar en un lugar y con una gente completamente diferente a lo que conoces. Caldo de cultivo perfecto para que medre todo tipo de buscavidas. La mili es algo similar, pero no contiene el ingrediente de saber que te pueden matar cada día, y alguno más.
2012-07-13 12:20
Sí, Jose, ese aburrimiento y necesidad de cubrirlo es parte central también de Trampa 22.
Alber: Hermanos de sangre es una serie inmensa, una ficción gigantesca y que creo que reproduce muy bien lo que debe de ser la guerra… pero siempre desde un punto de vista apologético; no renuncia a mostrar la crudeza, pero se centra en el heroísmo, el valor y la hermandad. Entiendo lo que dices de la guerra, y precisamente es algo que apunto: que a esa visión noble contribuyen las ficciones, aún las antibelicistas. Sin embargo, ¿qué piensas los combatientes? Veo la nobleza desde el exterior, como narración de los sucedido, incluso como acción vista desde fuera, pero no para cada soldado que lucha; hay una escena de Salvar al soldado Ryan (muy parecida en sus intenciones a Hermanos de sangre) que creo muestra perfectamente esta falta de nobleza, la miseria bélica: cuando en la torre del pueblo el alemán clava el cuchillo en el pecho al soldado americano mientras este le pide que por favor no lo haga: está sí, el valor global de los soldados que deciden cumplir órdenes y morir ¿por su país?, pero también está el absurdo y la ignominia de cada uno de ellos como individualidades. No sé si me explico.
Saludos
2012-07-13 14:47
Los soldados que luchan sienten un terror inmenso y un miedo que nadie lejos del contexto de la guerra experimentaría. Todos los soldados, cuando se les entrevista, lo afirman. En Hermanos de sangre (no recuerdo ahora si en el libro o en las entrevistas preparatorias a los soldados reales) se habla de eso.
La miseria bélica… La guerra es una total mierda, se mire como se mire. Incluso las guerras justas, como la IIGM lo son. Pero yo hablaba, y creo que tú también, del relato de la guerra, y eso sí creo que puede hacerse con nobleza. Incluso, fíjate lo que te digo, se puede narrar noblemente actos innobles. El soldado depende de su contexto (ético, humano, material, geográfico, político, etc.) y sólo en su contexto tiene sentido lo que hace.
2012-07-13 14:52
Claro, pero a eso voy (y traté de decir en el artículo): que es ficción, mentira, que ennoblece lo que cualquiera que lo haya vivido no lo puede ennoblecer. Y la ficción logra mitificar (sin quererlo incluso en las narraciones claramente antibelicistas) ese horror.
Las entrevistas previas a los capítulos de Hermanos de sangre son un ejemplo de lo que digo: los veteranos cuenta el horror vivido, lloran ante la cámara, y nosotros espectadores nos emocionamos e incorporamos todo eso a una admiración y pseudonostalgia por aquello, un querer saber más y disfrutar con ello.
Saludos
2012-07-13 16:32
Por no divagar, me centraría en responder a tu punto 3:
Toda narración es ficción, por definición. Y ahí, cualquier consideración que no sea literaria, está de más. Da igual, a mi juicio, que un libro (o peli) de guerra sea apologético o lo contrario. Siempre he pensado que a los artefactos artísticos no hay que exigirles nada excepto su solvencia artística. Lo demás, esa manía de mezclar arte y ética no aporta nada. Existen historias bellas y noblemente contadas. Aunque sean terroríficas y te dejen un mal cuerpo que pa qué.
2012-07-16 21:33
A mí me gustó mucho “Vida e insólitas aventuras del soldado Iván Chonkin” de Vladimir Voinóvich, maliciosamente absurdo en la descripción del sinsentido de la guerra o el adoctrinamiento servil.