TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
En cuanto leí el correo de Nørdica anunciando la publicación de La ciudad (Frans Masereel, 2012) quise leerlo: una novela gráfica, sin palabras, hecha con grabados en madera y publicada en 1925. Reconozco que cuando me llegó a casa desempaquetar el libro vino acompañado de una pequeña decepción: yo había imaginado, sin demasiadas cavilaciones al respecto, sólo llevado por débiles inferencias de lo leído en el anuncio, un volumen poderoso, de gran tamaño, en el que cada página simulase un cuadro copia del grabado original. Sin embargo me encontré con un pequeño libro, de 13×19 en cuyo interior las viñetas no ocupaban toda la hoja sino que se rodeaban de amplios márgenes, como si de marcos portentosos se tratase. La edición parecía (parece) aceptar la imposibilidad de reproducir el efecto estético que supondría asistir a la visión de los grabados en madera de Masereel y optaba, entonces, por hacer otra cosa, un pequeño objeto muy hermoso, de gran calidad en todos sus detalles y que reproduce el contenido de la obra del artista belga en su esencia.
¿Y cuál es su esencia? Yo tampoco esperaba mucho del tema: retrato de una ciudad industrial por parte de un intelectual que apoyaba el régimen soviético recién nacido con entusiasmo. Pero, aunque Masereel utiliza el recurso maniqueísta de ir mostrando ambas caras de la ciudad, ricos-pobres, lo enriquece con los binomios, matizados, desgraciados-alegres, interior-exterior, oscuridad-luz…. y con un ritmo narrativo cadencioso y constante, con algunos cuadros de gran y poderosa carga simbólica, hasta el punto de que uno siente que aquellos años 20 no están tan lejos como deberían.