TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
Luces de Bohemia no es la mejor obra del teatro español, ni siquiera tengo muy claro que sea una obra de teatro [es curioso que dos de los dramas más geniales de nuestra literatura no sean obras estrictamente, no sean representables, sino que casi se podría decir que se sirven de los modos del género para hacer lo que ellos quieren; la otra es, claro, La Celestina]. Un road movie con varias escenas grandiosas, pero cuya estructura se resiente del ingenio prosístico de Valle, que parece que escribe a impulsos, como un cojo que sólo a veces percibe su cojera. Sin embargo, Max Estrella sí está entre el puñado de personajes que definen una literatura. La ceguera de Max era la locura de don Quijote, y su lucidez era su locura, y esta la consecuencia esperable de quién ve con tanta claridad la sociedad que le rodea y le desprecia. Max Estrella es el personaje más solo de la literatura española. Y su yo real se llamaba Alejandro Sawa.
La lectura de Iluminaciones en la sombra (Nórdica Libros, 2009) resulta patética: lo es porque en estos diarios Sawa se desnuda, y no son pocas las páginas en que nos da la sensación de observarlo en una intimidad incómoda; lo es también porque muchos fragmentos emocionan y estremecen, y otros halagan nuestra inteligencia. No hay vanagloria en quien se codeó con buena parte de la más alta cultura francesa de la época, amigo de Verlaine y Darío o conversador con Mallarmé, pero sí queja y dolor por el olvido, por la pobreza espiritual de sus coetáneos. Sus iluminaciones son un paseo profundamente pesimista, triste y culto por el cambio de siglo, y sorprende en ocasiones como Sawa ofrece una voz casi infantil, llena de optimismo, brevísima siempre y pisoteada por la realidad. Sawa, sin saberlo, escribe como Max Estrella.
No he leído sus novelas, pero parece por este libro que su habilidad no está en la prosa de largo aliento: en este libro los textos breves son valiosísimos, sintéticos y concentrados para clavar una sentencia; mientras que sus narraciones más extensas suelen espesarse y perder fuelle, quizás lastradas por un estilo modernista algo relamido que no aparece en los fragmentos cortos. Les dejo alguna muestra de un libro importante, y en una edición muy cuidada:
2009-05-01 12:29
Pensaba hacer reseña del mismo libro, pero, tras leer la tuya, ¿para qué? Me ha gustado mucho, Marcos.
Recomiendo la reseña y el libro.
Un beso.
2009-05-01 12:39
Bueno Ana, ya sabes que lo mío tiene poco de reseña, seguro que una reseña como dios manda se agradece.
A mí la figura de Sawa me recuerda un poco a la de tantos escritores sin obra (sí, el la tiene, poca, pero la tiene, aunque muy desconocida incluso para sus contemporáneos) que, sin embargo, son fundamentales por sus relaciones personales y el ambiente en que se mueve. Ahí lo tienes a él, respetado por varios de los grandes.
Saludos