TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
La aparición de la imprenta supuso una revolución en el modo de transmisión de la cultura que, por extensión, implicó una transformación social. La posibilidad de mecanizar y automatizar el proceso de creación de libros, agilizar sobremanera la copia, abaratar espectacularmente los costes de producción, supuso el mayor fomento de la lectura de la historia, pero además acarreó un cambio profundo en la mentalidad del escritor y del lector. Se alteran los procesos de creación y recepción de cultura: el acceso económico a los textos y la alfabetización va sustituyendo la lectura colectiva por la individual, y no tan paradójicamente como pudiera pensarse, el espectacular aumento de los índices de lectura provoca un gusto y rebrote de la caligrafía y anima y ve nacer un sinnúmero de nuevos escritores dispuestos a ver sus creaciones publicadas a través del nuevo artilugio metalúrgico. Paralelamente al auge y desarrollo del libro, comienzan a brotar, primero en Francia y más tarde en España, los impresos ocasionales, pliegos sueltos, impresos de baja calidad y de escasas páginas que anteceden a las gacetas y periódicos y que en su vertiente noticiosa (anuncios de bodas reales, “avisos” de guerras, proclamas, crónica negra…) comienzan a crear el moderno espacio público de opinión y, más importante, son el principio de una nueva forma de enfrentarse a la realidad a través de la cultura impresa.
Creo que, aunque todavía es muy temprano y estamos muy dentro, se puede trazar un paralelismo muy estrecho entre lo que está suponiendo la internet y lo que fue la imprenta. La cultura del libro está comenzando su declive —no sólo por internet, claro, pero principalmente— e industria editorial, librerías y lectores tendrán más temprano que tarde que cambiar sus hábitos y modos. En un país (¿en una lengua?) que es un erial en lo que a publicaciones periódicas se refiere, la aparición de la revista Texturas sólo puede ser causa de alegría. Y su segundo número, apunta hacia la consagración de un imprescindible. Sigue un breve esbozo selectivo.
Las relaciones editoriales y librescas entre España y Latinoamérica son sorprendentes por escasas y siempre ladeadas hacia el lado europeo; inundamos el mercado americano con nuestros títulos, pero apenas recibimos los suyos. Este es el tema de “El desequilibrio realmente existente”, un ilustrativo artículo de Ricardo Nudelman, que entre otras muchas cosas se pregunta: «¿Por qué la industria editorial y librera española no deja de mirarnos como solamente como un mercado consumidor y nos ven como un mercado proveedor? ¿Por qué los distribuidores y libreros americanos no dejamos de importar saldos y retazos?». Y Colodrón Denis expone las múltiples problemas que genera la dispersión dialectal del castellano y aporta posibles soluciones.
Las librerías están en mitad de una transformación total que puede estar cercana a la desaparición del escriba medieval. De las librerías sin libreros que ya nos asolan habla Antonio Rivero Taravillo (“Procusto ataca. La encrucijada de las librerías”); de la distribución y el absurdo burocrático, Paco Goyanes (“Pasodoble: «soy librero»); y Boesner y Michelena describen la desestructuración del sector librero latinoamericano.
Dentro de los varios artículos destinados a hurgar en el mundo del libro confrontado con las nuevas tecnologías (hay textos sobre bibliotecas [pdf], sobre soportes digitales, sobre gestión de librerías [pdf] destaca el de Valentín Pérez Venzalá, “Del manuscrito al libro electrónico. Fetichismo y digitalización”, una visión luminosa del único futuro posible para las editoriales, que tendrán que lanzarse a la edición digital y abrazar el libro electrónico, y aporta argumentos tan sencillos como este: «Pensemos por ejemplo en El Quijote. Es un texto antiguo, no tiene derechos de autor, y creo que está digitalizado en todas las formas posibles con acceso gratuito, y sin embargo ¿no ha sido hace poco uno de los libros más vendidos coincidiendo con el IV aniversario de su primera edición?».
Por último, dos temas muy atractivos: el robo de libros (Carlos Yusti, “Los libros robados”) y la lectura en el retrete (“Predilección por el retrete”, de Alejandro J. Oviedo). Convendrán conmigo en que son placeres muy distintos, en que el primero es perecedero y no el segundo, y en que, en cualquier caso, no conviene mezclarlos.
2007-07-20 23:30
Efectivamente el libro de papel tiene los días contados, y la distribución vía librerías también. La librería “con librero” como dices en tu artículo prácticamente ya desapareció, y lo que viene son cosas como esta. Más información aquí.
Sin embargo, y tristemente, Sony desprecia el mercado hispano y no sólo su librería está compuesta únicamente de libros en inglés, sino que SÓLO vende su dispositivo en USA. Si alguien está interesado he encontrado un único sitio donde lo venden a España. Cuesta unos 260€ más unos 60 que te clavan en aduana. Por supuesto carga cualquier documento en RTF.