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Esto no es una pipa por Cristina Granados

Observar y ser observado, el juego de miradas al que nos invita la pintura. El día 16 de cada mes Cristina Granados dará un repaso por la Historia del Arte, la actualidad del sector y mucho más. Ilusión o percepción, Magritte no nos miente, sólo es la representación de una pipa.

Artemisia Gentileschi, una visión femenina en la pintura barroca.

Aunque a día de hoy sean poco conocidas, hubo mujeres que se ganaron la vida como pintoras y fueron reconocidas al mismo nivel que sus compañeros de oficio hace más de trescientos años.

El caso más conocido en España es el de la escultora Luisa Roldán, “la Roldana”, pero en el arte italiano contamos con varias artistas que coincidieron en el tiempo, destacando por su gran calidad la ya nombrada Artemisia, aunque para no faltar a la verdad la revisión de la obra de esta pintora y su posterior reconocimiento artístico se lo debemos en gran parte a los estudios en clave feminista que se realizaron de su obra a partir de los años 50 del siglo XX.

Artemisia Gentileschi nace en Roma, en 1593. Hija del pintor Orazio Gentileschi, que era amigo personal de Caravaggio y un gran seguidor de la corriente tenebrista iniciada por éste. Aprende pintura en el taller de su padre, donde creará una de sus mejores obras, “Susana y los Viejos”, en 1610. De esta historia, narrada en el Libro de Daniel, encontramos multitud de ejemplos en la época, ya que este episodio bíblico era una mera excusa para mostrar el cuerpo desnudo de Susana. Una comparación entre una de sus obras y la de cualquier artista anterior nos pone de relevancia tanto diferencias formales en la visión de la escena como en qué puntos pone el acento la artista.

Si comparamos la versión de Tintoretto (1560) con la de Gentileschi, podemos apreciar un cambio de perspectiva, una visión del tema totalmente diferente.
La obra del veneciano nos hace partícipes de la visión de los viejos, como si mirásemos por un claro del jardín mientras ella se baña; se centra en la visión erótica de la escena y en el paisaje, que diluye ligeramente la importancia del relato.

Susana

La visión de la romana es más empática. Se coloca en la situación de la mujer, acosada por las palabras de los hombres; de ahí que podamos apreciar la expresión de Susana, que se mueve entre el asco y el miedo. La composición piramidal hace que la presencia de los hombres se cierna sobre la figura de la mujer amenazadoramente. La ausencia de un paisaje o jardín que contextualice la escena, hace que ésta sea aún más violenta.

Susana

Con esta primera obra nos hacemos una idea de lo que será su estilo a lo largo de su carrera pictórica, donde ira desarrollando un claroscuro continuador del estilo de su padre.

Hasta el momento es una biografía al uso, pero su vida y su obra darán un giro a raíz de un suceso que la cambiará para siempre. Como en esta época la enseñanza formal de arte estaba vedada para las mujeres, su padre decide ampliar su formación contratando para su hija a un preceptor privado, Agostino Tassi, un pintor conocido de Orazio. Artemisia sufre una violación por parte de Tassi, que le promete casarse con ella para así restablecer su honor, una fórmula habitual en la época, pero éste ya estaba casado, por lo que el padre de Artemisia lo denuncia al Tribunal Papal. Fue un proceso muy duro para Artemisia, ya que fue sometida a duras pruebas físicas (léase torturas) para demostrar que no mentía.

Tassi fue condenado a un año de cárcel y al exilio de los Estados Pontificios, y la familia Gentileschi le arregló un matrimonio a Artemisia con un modesto pintor florentino, dedicándose ésta a la pintura con gran éxito de crítica entre sus contemporáneos y reconocida como artista por sus numerosos clientes hasta su muerte en 1654.

Fue conocida principalmente por sus escenas protagonizadas por las heroínas del Antiguo Testamento, siendo una de sus preferidas la del asesinato del general asirio por parte de la judía Judith. Realizó varias versiones de este tema, pero la más conocida es la segunda versión de la decapitación de Holofernes, de 1620, que actualmente se encuentra en la Galería de los Uffizi de Florencia.

Es curioso que otros artistas, al representar esta escena, suelen imprimir en el rostro de Judith cierta sensación de repulsa, de realizar un acto que no les gusta, pero que considera que es su deber; así es en la versión de Caravaggio. Judith se aleja del cuerpo, asqueada, y a pesar de la violencia de la acción, las manos son blandas, y mantienen una postura elegante pero irreal. La criada que la acompaña parece ansiosa, sosteniendo la bolsa de tela en la que guardarán la cabeza del hombre.

judith

En cambio, en la escena pintada por Artemisia se ha interpretado una venganza póstuma y pictórica hacia Agostino Tassi, ya que tradicionalmente se han querido ver sus rasgos en la cara de Holofernes. Asimismo, se han tenido por los rasgos de Artemisia los del rostro de Judith, esta vez representada con saña, disfrutando de lo que hace. Esta versión es mucho más violenta y dramática; se adivina la lucha previa de los protagonistas, a juzgar por las sábanas revueltas y la sangre salpicando el vestido de la protagonista. La criada toma un papel activo, ayudando a su señora a neutralizar al general.

judith

A pesar de la calidad de su producción artística, fue olvidada después de su muerte y sólo fue tenida en cuenta como artista a principios de siglo, cuando el historiador del Arte Roberto Longhi rescata su obra en el ensayo, “Gentileschi, padre e hija” de 1916, en la que es nombrada, de manera injusta, como “la única mujer que supo algo de pintura en Italia”.

En los últimos años, la figura de Artemisa ha inspirado novelas, obras de teatro e incluso una película, pero en la recuperación de su figura ha influido notablemente toda la leyenda alrededor de su vida, algo que incluso la ha perjudicado a la hora de ser vista como una creadora y una de las representantes más brillantes del barroco tenebrista italiano.

Cristina Granados | 16 de marzo de 2013

Comentarios

  1. Miguel A. Román
    2013-03-20 12:02

    Me ha gustado y me ha sabido a poco. Recuerdo que en un museo italiano había un cuadro suyo identificado como de “A. Gentileschi”, lo que me pareció —igual cosas mías- un gesto para no hacer explícito el nombre femenino y tratarla por su apellido como al resto de los artistas presentes en la sala.

    Lo cierto es que en torno a su “leyenda” hay más elementos inquietantes: no solo es su faz la de la Judith que ejecuta a Holofernes, sino que se la pone a casi todas las protagonistas de sus obras, ya fueran Santa Cecilia, la Magdalena o Cleopatra.

    Además prácticamente toda su obra está protagonizada por mujeres; los varones solo aparecen cuando “lo exige el guión” y aun en estos casos ellos son casi un simple relleno, oscuros y desplazados del eje central del lienzo que está normalmente reservado a una mujer con aspecto de gran fortaleza emocional y física y el rostro de la autora.

  2. Cristina Granados
    2013-03-21 21:35

    La verdad es que su obra es poco conocida, y creo que es de justícia recordarla, tanto su obra como su vida, aunque es cierto que si bien yo la estudié cuando cursé Historia del Arte en Sevilla, no todos los profesores impartiendo la misma asignatura (arte barroco) han tratado su legado.

  3. marga
    2013-04-16 17:44

    una vision del arte en femenino


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