Cuando Hijo Tonto, nuestro Carlos Acevedo me escribió preguntándome si quería participar en un fanzine-panfleto-libelo contra el cine me quedé sin saber qué responderle. Por supuesto, él sabe de sobras que el cine es una gran parte de mi vida a la que le consagro mucho tiempo de mi día a día: tiempo para verlo, para leerlo, para escribir sobre él, para escribir en él… ¿Cómo podía escribir mal acerca de algo de lo que dependo tanto, algo tan imprescindible para mí?

Ese era el objetivo final del ladino editor, claro. Reunir a un puñado de tipos y tipas amantes del cine y pedirles que lo deconstruyan para mal, que lo diseccionen, que le saquen el lado menos bueno y menos amoroso, que digamos que nuestra novia no es tan bonita, que eso sí que son granos y que en realidad le huele el aliento por las mañanas. El resultado es Mussolini saludaba de película, un puñado de páginas a punto de ser grapadas que no llevan a ninguna parte.

Digo bien, no llevan a ninguna parte porque el fanzine está concebido desde un punto de vista casi unamuniano. Nos duele el cine porque lo queremos, nos duelen sus imposturas y sus mentiras, sus perversiones y su misantropía, su canibalismo y su capacidad de polarización, de generar bandos irreconciliables incapaces de comunicarse con normalidad. Lo gracioso es que esa condición de articulistas obligados a escupir en los ojos de la madre sitúa al fanzine en el extraño territorio de los que nunca serán comprendidos. Por el momento he leído varios aplausos, casi siempre de amigos, que se alegran de ver a “uno de los suyos” publicando algo. También he leído varios palos, en su mayoría de gente que se ha negado a leer el panfleto desde su título con accesos de ira y gritos de “¡¿Cómo se puede odiar el cine?!”. Ni unos ni otros terminan de tener razón, ni unos ni otros se equivocan del todo.

Todos ellos dibujan el hueco del fanzine, rodean al puñado de páginas que intentan describir una emoción estúpida e indescriptible como es el amor a lo nocivo, la pasión por lo inútil y la necesidad imperante de sentir el Arte donde, tal vez, no haya más que un montón de basura. Que todo puede ser.

- El reparto de Mussolini saludaba de película

Sr. Ausente – absencito.blogspot.com
Noel Burgundy – emperadordeloshelados.wordpress.com
Mauro Entrialgo – www.mauroentrialgo.com
Alberto Haj-Saleh – librodenotas.com/butacanonumerada
Rubén Lardín – varadero.wordpress.com
Raúl Minchinela – www.minchinela.com/blog
Grace Morales – vidasdesantos.blogspot.com
Joan Ripollès Iranzo – joanripollesiranzo.blogspot.com
Jónatan Sark – blog.adlo.es
Alvy Singer – elrinconalvysinger.blogspot.com
John Tones – www.focoblog.com
Nacho Vigalondo – www.nachovigalondo.com
Glòria Langreo (eunice szpillman) – www.euniceproductions.com
Carlos Acevedo – hijotonto.blogsome.com

- Un fragmentito de mi texto:

Pero esto sólo era un aviso de lo que vendría después. Mi hermano – ya saben, el supervillano – empezó a ver películas en blanco y negro y westerns. De repente utilizaba palabras como “magistral” o “fundacional” y decía cosas como “joguar joks” o “yon for”. Él sí que sabía y yo no era más que un pigmeo ignorante que se limitaba a leer las reseñas de la Fotogramas. El tío llenaba su carpeta de fotos de clásicos y yo en la mía tenía a Julia Roberts y a Michelle Pfeiffer, ¿pero dónde me creía que iba? La venganza se me presentó inesperadamente en los cines Azul, cuando en busca de qué sé yo qué película, mi amigo Juanlu y yo nos quedamos sin entradas y nos metimos a ver “La estrategia del caracol”, una película colombiana. Ah, que maravilla, ah, que gozosa, ah… mi hermano no había oído hablar de ella. ¡Ahí estaba, ese era mi nicho, ese sería mi refugio! Yo iba a ver películas… ¡raras! Intelectual, culto, underground, alternativo. Yo ahora miraba por encima del hombro y decía cosas como “contraplano” o “contemplativo” y nadie tenía huevos de rebatirme nada.