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Intempestivo sermón sobre ética del artista

Hugo Hiriart: “Es muy difícil lograr y conservar cierta serenidad y cierta autonomía si uno es artista. El arte como trabajo tiene su mala hierba. En él se esconde, entre sus muchas alegrías, una serpiente, un tósigo: el deseo omnipresente de fama y mérito. Es un anhelo sutil, tan sutil que parece que se filtra en el deseo mismo de pintar, escribir, filmar, componer música, actuar en el teatro. Porque cada pincelada, cada cláusula o cada paso de baile, cada toma de la película parecen pregonar dramáticamente quién soy yo y someterme a juicio. ¿Soy buen artista, tengo talento o no, no lo tengo? Una forma semejante de tortura sufren hoy en día científicos e historiadores, filósofos y politólogos.
La fama está ligada a concebir la vida social como enfrentamiento, competencia o concurso. Hay que ganar, es decir, sobresalir, destacarse, alcanzar renombre. De esta manera, son los otros los que nos dicen quiénes somos, y por una especie de concurso. Y así es como, en el campo del arte y la cultura, el ambiente con frecuencia se enrarece y se convierte en ese avispero insano donde zumba el odio verbal de unos contra otros.
Sin embargo, ¿es inevitable el anhelo obsesivo de reconocimiento y fama si nuestro trabajo es artístico o intelectual?” Intempestivo sermón sobre ética del artista.

Roger Colom | 15/04/2006 | Artículos | Arte

Comentarios

  1. jorge
    2006-04-15 15:26

    no encuentro una sola razón para que Hiriart pueda moralizar sobre la actitud de los artistas de manera distinta a la que correspondería al trabajo de un arquitecto, un marinero o un podólogo. ¿o se trata de considerarlos como una ‘casta sacerdotal’ distinta que flota sobre el común de la sociedad?

    salvo algunos visionarios que, en vida, son probable carne de frenopático, los artistas no son sino amplificadores de su sociedad, y en ellos se dan todos y cada de los comportamientos que nos son a todos habituales.

    codaceros, zancadilleros, famosistas, pardillos, porculeros, escaparatófilos, honestos, arribistas, putones… son familias de cualquier profesión, y los trabajadores o profesionales de la cultura no son ajenos a ellas.

  2. Cayetano
    2006-04-15 18:05

    Pues si, Jorge, se puede opinar sobre todos los demás gremios y que en todos podemos encontrar gente realizada y amante de su actividad. Pero, en general, son pocos los que se hacen esta pregunta: ¿Soy buen fontanero, tengo talento o no, no lo tengo?

    ¿Por qué nadie parece tomarse en serio a los fontaneros?, por ejemplo, ¿cómo hacen los visitantes del museo para aliviar sus vejigas? ... Artista, es tambien un grado en status social, que necesita reconocimiento. Artista no puede demostrar su capacidad de resolver un atasco (el fontanero si), Artista requiere que la opinión favorable se traduzca en ventas (metapromoción de un producto vaporoso e informe).

    Tambien se percibe Artista como privilegiado, por tanto se le envidia el éxito (y se le exige la moralidad que muchos fontaneros no tienen) ...

  3. jorge
    2006-04-15 19:29

    yo creo que esa pregunta, Cayetano, se la hace una mínima parte de la sociedad… de la sociedad de los fontaneros y de la de los artistas, de cualquier sociedad.

    cuando escribes artista con mayúscula sé que te refieres a su dimensión pública, cuando en muchos casos, si no desde el principio, ya no se participa tanto de la creación como de la industria del ocio y el espectáculo.

    la palabra arte es una de las que mejor han sido secuestradas en la historia de los idiomas. esos Artistas no difieren en nada de un lateral derecho que juega la champion, un esfínter relajado y televisivo, un distribuidor de la camiseta del verano o cualquier otro comerciante de éxito.

    de gente que vende aire, está lleno el corte inglés, y los ayuntamientos, y la Internet.

    no sólo no sé cual es la razón sermonear intempestivamente a los Artistas, si no que tampoco coligo cómo aún causa sorpresa ésa, o cualquier otra falta de escrúpulos, en nuestra sociedad de mentirijillas a granel.

  4. Cármen
    2006-04-15 21:08

    Lo importante no es ser ó no ser. Lo importante es hacer de corazón. Quién desempeña su labor desde el amor, siempre será un Artista.

  5. Enrique
    2006-04-15 22:11

    El arte como proyecto emancipatorio. Saint-Just, el jacobino, en el drama de Buchner “La muerte de Danton”: “Qué diferencia hay entre morir de una epidemia y morir de la revolución?”.

    Respuesta: la misma que hay entre morir del arte del fontanero o morir del arte del artista.

    Por cierto, yo conozco un camarero, en Benicarló, que es un verdadero artista.

  6. jorge
    2006-04-15 23:21

    ahondando en el secuestro: como dice Enrique, hasta tal punto no es posible ya hablar de artistas o Artistas con propiedad (ni intelectual ni moral) que, al menos en el sur de España, cuando un tunante se sale con la suya y no es pillado, o cuando un timo adquiere grandes proporciones y se realiza a la misericorde vista del público estafado, se dice que ese político, ese negociante o ese pícaro es un ‘artista’, sin perjucio de que, también, alguno pincel en ristre o triunfito en la nuez, se le cuele a la acepción por la trasera menos indolora.

    y se dice, además, de quien asciende de artesano a artista, o sea, del esmerado macramé o el chatarrerismo al arte conceptual, del constructo sin sólidos al netart, o de las pijotas fritas con mucha ciencia al delirio espiritual del chovinismo, y, desde luego, de la finta y el regate, de los caraduras y de los aficionados de talento renqueante criando ínfulas en familiares comidillas.

    cinco siglos de arte y artistas van siendo suficiente. ya resta hasta en el diccionario. el camino de la creación se volvió privado.

  7. Cármen
    2006-04-15 23:44

    Por definición un Artista es aquél que practica un Arte.
    Siéndo así, cualquiera puede ponerse la medallita de Artista aún siéndo un negado. Y, de negados, está el mundo lleno. A quién le pique una crítica, que se rasque. Por algo será, ¿no?
    Yo, personalmente, prefiero utilizar la palabra Artista cómo adjetivo.

  8. Cayetano
    2006-04-16 19:21

    Enrique. Estoy releyendo a Enomiya-Lassalle, autor (jesuita amigo y contemporaneo de Arrupe en un Japón atomizado por bombas americanas) que intenta fusionar el zen con la mística cristiana. Meditación zen para cristianos (?). Su obra es interesante pero me resulta cómica la seriedad de algunos de sus seguidores #.

    Así, para Hugo Enomiya-Lassalle, el zen, como la meditación cristiana (S. Juan de la Cruz, Tauler, etc.) es un medio para la interiorización, no un fin. Creo que el Arte, históricamente, entra en ciclos de expresión -silencio (por ejemplo del barroco al mínimal) gira y se repite o se adapta (para sobrevivir) al momento contemporáneo. Arte, debiera ser en mi opinión, medio o herramienta (como tantas otras) y artista un monje retirado usándola y quizá muriendo como artista para nacer como hombre.

    Desde esa concepción sobra la oración que cita el otro Hugo, el que escribe el artículo :)

    Tambien hay que recordar que los procesos de interiorización (En Chillida , Palazuelo, etc. son obvios) no se adaptan al mercado actual … pero esto no quiere decir que no sea posible un artista jugueton, divertido y superficial (en tanto que periferico) haciendo verdaderas obras de arte (tan inútiles para el público como las que surgen de procesos en las profundas cavernas del alma).

    Señalo por último su utilidad (la del Arte para el artista) al permitir al monje disponer de una huerta (o recursos) para continuar con su meditar. La fama y el éxito abonan el huerto.

  9. jorge
    2006-04-16 19:46

    vender arte para comprar tiempo con que hacer arte.

    una exploración, o una meditación, una obsesión, una secreción. quizá dependa de la edad, pero, en ese equilibrio descriptible del desorden (el arte) ¿realmente importa ser reconocido por los otros? ¿es necesario el refrendo público? el vector creativo no permanece constante toda la vida, pero en tanto impulsa ¿vive de ser catalogado por su imagen externa? o, por el contrario, ¿es inevitable, sobrevenido, maremótico?

    cuando la descripción del desorden cristaliza y aleja al autor de una obra (que no es sino una parte caleidoscópica de un pensamiento que crea), en tanto sirve para financiar el tiempo futuro, el creador vende, abona su huerto (Cayetano dixit); en ese proceso mezcla su carné con impostores (a veces de mayor calado que él mismo), con la industria (que le parasita en penitencia por sus parasitados), y con el público (que le compra como un artificio más en el gran parque temático de su ocio).

    en ese instante, su moral no es distinta que la de cualquier profesional: calidad suficiente, clientes, relaciones, facturas, fin de mes: otra exploración, esta vez machete en mano, que le permita conseguir otra parte de vida sin ruido.

    llámalo corazón, como Carmen, honestidad, identidad, lealtad propia, vergüenza torera, llámalo como quieras, pero solo con ‘eso’, casi siempre inefable, es ‘lícita’ una relación ‘moral’. lo demás, hasta la cola, es tiburón.

  10. Cármen
    2006-04-16 21:28

    Habéis olvidado, cultos amigos, el verdadero propósito del Artista. Un Artista crea para sí mismo, no para los demás. El día que empieza a crear para otros deja de ser un Artista. ¿En qué se convierte? Para gustos, colores. En un vendido, en un comprado.
    Si yo creara lo haría a ciegas, en la más completa oscuridad. Así, de este modo, conservaría el Arte intacto, apartado de tanto resentido que sólo dá a luz malas obras ó malas críticas. Eso sí, tienen un cometido ejemplar, ser alimento de mentes que no saben pensar, razonar, crear por sí mismas.
    Otra cosa es el día a día. Ganarse el pan con el sudor de la frente. Aquí no hay Artistas que valgan. Aquí todos somos obreros. Impera la ley del más fuerte, del mejor, del más capacitado … Aquí se refugia el mal Artista. Se mezcla entre tanto inepto que acaba siéndolo también. Olvida quién es, olvida su verdadera vocación. Olvida, incluso, los ojos brillantes de quién (mirándo su Arte) creyó en él.

  11. Enrique
    2006-04-17 13:04

    De nuevo conectado.

    Cayetano. Agradezco, como siempre, las referencias. Tomo buena nota.

    Uno, haciéndose a sí mismo (gracias a la vida, gracias al arte), hasta llegar a ser quien realmente es.

    La otra tarde en el museo: un ejemplar de ARTE Y SANTIDAD. CUATRO LECCIONES DE ESTÉTICA APOFÁTICA, de Amador Vega, editado por la Cátedra Jorge Oteiza. Ahora, a mediodía, recogeré en La Casa del Libro ZEN, MÍSTICA Y ABSTRACCIÓN (filósofos budistas de la Escuela de Kioto, Padres del desierto, Ramón Llul y Maestro Eckhart, poesía de Paul Celan, pintura de Mark Rothko), también de Amador Vega (profesor de Estética y Filosofía de la Religión en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona). Me lo han aconsejado (vía Isidoro Reguera, vía Wittgenstein); ya te contaré. De momento, lo dejo aquí (aunque igual ya lo conoces) por si consideras oportuno echarle un vistazo.

    Ahora, hablando de arte.

    Un abrazo, amigo.


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