Yo pasé un curso universitario en Mánchester, y en el piso en el que habitaba conviví con un muchacho luxemburgués (además de con otros 6, ingleses en su mayoría); me llevaba fatal con él, entre otras cosas porque era un engreído y orgulloso que creía que su país era el único ejemplo de civilización en el mundo: una especide de príncipe entre lacayos. Según lo que nos cuenta Mirko Coleschi quizás mi compañero no estuviese tan errado: “Sin embargo, la lengua no puede representar un factor de discriminación. Por ello el gobierno de Luxemburgo aplica una política de promoción social ejemplar, ofreciendo cursos de lengua luxemburguesa a ciudadanos extranjeros y asistencia en las escuelas a los hijos de los nuevos inmigrantes. Los esfuerzos por la integración no están dirigidos sólo a los extranjeros; la estrategia educativa multilingüe y multicultural aplicada en las escuelas del Gran Ducado constituye un factor de cohesión para las nuevas generaciones, síntoma de la apertura del país hacia el exterior y de la voluntad de acoger a los extranjeros, asegurándose de que cada uno pueda mantener la propia identidad nacional.” Luxemburgo: tres lenguas y una nación.
2006-02-14 05:43 Por lo visto al dinero también lo acojen muy bien, venga de donde venga, gracias al dumping fiscal. Otra muestra más de exitosa política de integración… monetaria en su sistema bancario.