El problema de ponerse un tatuaje es su perennidad. Quizás llegue un día en que se convierta en una pesadilla recordar diariamente todo lo que ese dibujo supuso en su momento. Al final, arrancarse la piel a tiras es la única y dolorosa solución.
Tomás Eloy Martínez,
El pasado, un tatuaje que el tiempo no lava: ” Cuanto más avanza Alemania hacia el porvenir, más retrocede hacia su propio pasado. Ya lleva casi sesenta años tratando de purgar las atrocidades del Holocausto y, sin embargo, cada vez que intenta salir del pantano, el paso siguiente la hunde con invencible saña. Lo que acaba de ocurrir en Berlín con el monumento en memoria de los judíos asesinados por el nazismo es también un espejo en el que podrían contemplarse los países latinoamericanos que se destruyeron a sí mismos durante los años impiadosos de las dictaduras.”