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Defensa de la transgresión

¿Cuándo fue la última vez que un premiado le sacó los colores a algún poder (premiante, presidentes, etc) en su discurso de recogida del premio? Jesús Gómez Gutiérrez escribe en Defensa de la transgresión.

«Cada vez que un personaje externo al poder político respeta la etiqueta de un acto organizado por el poder político, lo legitima; por muy crítico que se muestre, la crítica se disuelve en el rito si no lo subvierte de algún modo. A fin de cuentas, la política es un ceremonial; una suma de convenciones sobre comportamientos adecuados e inadecuados que van desde el Derecho hasta la forma de plantarse delante de una cámara, y con la particularidad de que las convenciones son más profundas en el segundo caso: las leyes cambian más a fondo y más deprisa que la jerarquía implícita en una simple pose.»

Marcos Taracido | 01/11/2010 | Artículos | Cultura

Comentarios

  1. Antonio López-Peláez
    2010-11-02 00:06

    Impagable el ejemplo de Bernhard: acepta el premio, se embolsa la pasta y luego monta el numerito del artista transgresor. Asombroso. Y más asombroso aún que al autor del artículo se le caiga la baba ante semejante paripé. Está visto que los embaucadores y sus víctimas se merecen mutuamente.

    www.antoniolopezpelaez.com

  2. Alberto
    2010-11-03 00:40

    ¿Sí? ¿Has leído el discurso de Bernhard, lo que decía? ¿Lo conoces tan bien como para saber que era un paripé, un numerito, que lo que dijo no era de recibo, no era correcto, no debía haberlo dicho? ¿Era mejor callar la boca y ser un buen premiado, silencioso y sonriente?

    Por cierto, Antonio, qué comentario más maleducado, sobre todo en tu última frase. Como no es la primera vez, te agradecería que fueses más comedido.

    Saludos.

  3. Ana Lorenzo
    2010-11-03 11:36

    Yo recuerdo admirar a Thomas Bernhard cuando yo era adolescente: uno de esos genios literarios que eran tan profundamente pesimistas que incluso encontraban que todo iba mejor de lo que podría. Recuerdo haberlo clasificado como el autor que odia a su público (pero que lo necesita), y, sobre todo, recuerdo esa fascinación que provocaba en mí y en algunos amigos, por sus obras, pero también por sus opiniones.
    Lo de aceptar el dinero de los premios me parecía tan coherente en su forma de ser… Necesitaba ese dinero, quería ese dinero: la literatura y la grandeza, y las cosas más nimias y materiales, con frecuencia (no demasiada, hay que ser muy honesto consigo mismo) conviven en un autor.
    Me ha gustado el artículo de Jesús, mucho.
    Un beso.


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