Una vez más, Omalaled nos trae a dos personajes cuya contribución a la ciencia y a la Humanidad fue complementaria y basada en un mismo elemento; en este caso el plomo. Eso sí, las razones y las consecuencias fueron completamente opuestas: El demonio y el referente de los ecologistas.
«Hoy, la empresa Ethyl no fabrica gasolina con plomo, pero el año 2000 todavía hubo muchas ventas. La empresa comunicó en su informe que había decidido “maximizar los ingresos generados por TEL aunque su utilización siga descendiendo en el mundo”. En febrero de 2001 todavía dijeron “que la investigación no ha conseguido demostrar que la gasolina plomada constituya una amenaza para la salud humana ni para el medio ambiente”. En su página web hay una breve historia de la empresa en la que no se menciona ni al plomo ni a Thomas Mighley y sólo se dice del producto original que contenía “cierta combinación de sustancias químicas”. Sin duda, en su misma línea de coherencia, solidaridad con el medio ambiente y sinceridad que mostró desde sus primeros días.
Thomas Mighley no se paró allí. Resulta que por aquella época de los 1920, los refrigeradores solían ser terriblemente peligrosos ya que utilizaban gases tóxicos que, a veces, se filtraban al exterior. En 1929, hubo una filtración de un refrigerador en un hospital de Cleveland (Ohio) y provocó la muerte de más de cien personas. Mighley se propuso crear un gas que fuese estable, no inflamable, no corrosivo y que se pudiese respirar sin problema. ¿Y sabéis qué inventó? Pues los clorofluorocarbonos, más conocidos como CFC.»