El llegidor pecador se enfada, y mucho, con un artículo de Le monde diplomatique en el que un librero da sus razones por las que las librerías pequeñas tienen problemas. Para el autor de la columna, estos motivos son una sarta de chorradas. El otro librero.
«¿Sí? ¿Seguro? Así que los libros más promocionados son los que más se venden ¿Qué raro, no? Toma ya ¡Menuda revelación! Por otro lado no entiendo como títulos como “Los girasoles ciegos”, “Un hombre en la oscuridad”, “La isla”, “Vida y destino”, “Relatos de Kolimá” o los libros de Haruki Murakami o los de Almudena Grandes o los de Roberto Bolaño han llegado a copar alguna vez los puestos de los más vendidos.
Y en “no ficción” no hay ni una sola obra de pensamiento sino sólo de autocomplacencia o autoayuda, vaya, vaya, ¡Conque esas tenemos! ¿eh? “Cómo hablar de los libros que no se han leído” será autocomplacencia, “Gomorra” será autoayuda, “Correspondencia, 1921-1939”, “La librería de los escritores”, “La jungla polaca”, “Mal de escuela”, “La pasión del poder”, “El factor humano”, “El rosa Tiépolo” ya no sé dónde clasificarlos pero le aseguro que absolutamente todos ellos han estado en las listas de libros más vendidos en más de un suplemento cultural de este país.
Inexacto; su retrato, de trazo grueso y grosero, sobre los libros más vendidos, estaba incompleto.»