Miguel Santa Olalla Tovar hace una reflexión sobre la necesidad de ser flexibles a la hora de aprender cosas nuevas y la importancia de “desaprender” viejos conceptos a la hora de reconocer y asimilar los nuevos. El olvido, motor del aprendizaje.
«Aprender a desaprender es un paso paralelo y tan importante como el archiconocido aprender a aprender. El que es capaz de desaprender sabe adaptarse a nuevos contextos vitales, es más flexible y moldeable y desarrolla una personalidad con una mayor plasticidad. El superviviente nato tiene que saber olvidar. Aprender a usar ordenadores con conexiones a internet implica que un adulto deje de lado, hasta cierto punto, otras tecnologías ya conocidas y sea capaz de pensar desde los esquemas y procedimientos de la nueva tecnología. Algo parecido ocurre en el terreno académico: profundizar en un conocimiento significa tomar conciencia de la imperfección de lo sabido, de su limitación e incompletud, e incluso saber olvidarlo cuando se trata de aprender una nueva teoría que sustituye a la anterior.»