TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
Pase a unos 150 metros del accidente de tren de Santiago apenas una hora después de que tuviera lugar. Fue una panorámica de 5, 7, quizás 10 segundos, pero el puente de la autopista por el que cruzaba ofrecía una vista perfecta. No sabíamos nada, sólo nos extrañó que la Guardia Civil obligase a pasar con lentitud, así que al dejar a la derecha una colina pudimos verlo todo de repente. Mi descripción responde al recuerdo que tengo de la impresión que causó en mí ese fugaz paseo visual, y no –al menos intento discernir una imagen de las otras– de la reconstrucción posterior con las decenas de fotografías y videos sobre el suceso.
Ambulancias, coches de bomberos, de policías, de protección civil… en hileras interminables con las luces de emergencias destacando sobre las primeras sombras que empezaban a tomar el día. Vagones de tren escorzados sobre el suelo, empinados unos en otros, rotos como muñecos torturados, lejos las vías de dónde la razón las situaba. Y a la izquierda del cuadro, sobre una especie de plazita de asfalto, cuerpos, muchos cuerpos cubiertos con matas, alineados con todo el orden que le faltaba al resto de la escena.
Al dejarlo atrás y tratar de rearmar lo que acababa de ver un adjetivo se impuso para describirlo: dantesco: nada original, y aunque mi aversión a los lugares comunes evitó que lo verbalizase, en los días siguientes fueron multitud los periodistas que lo utilizaron. Y eso es lo que me sorprendió: la mejor palabra para describir un accidente ferroviario es una derivada del nombre de un autor medieval cuya obra esencial era un descenso a los infiernos. Y no es sólo que la inmensa mayoría de mis contemporáneos que utilizan esa palabra no hayan leído La Divina Comedia, sino que la descripción que Dante hace del infierno está muy alejada de nuestra sensibilidad, principalmente porque toda ella es en clave alegórica y simbólica y nosotros vivimos atados a la más práctica y palpable materialidad de los hechos. ¿Cómo es posible que un autor perviva ocho siglos después para describir con exactitud un desastre de la tecnología más moderna?
Porque la palabra que me vino fue dantesco, pero las imágenes que utilicé para comparar lo que había visto fueron todas ellas referencias cinematográficas: la escena del accidente me recordaba a descarrilamientos, accidentes aéreos, desastres naturales y escenarios bélicos vistos en películas. O, ¿por qué no nombrarlo de guerniquiano? Kafkiano es el otro gran ejemplo, pero la obra del checo es muy reciente y mucho más cercana socioculturalmente a nuestra sensibilidad, lógico por lo tanto que la sintamos cercana y usable.
Y pensé en cómo la ficción se impone hasta el punto de que una construcción fantástica viaja siglos y se condensa en un adjetivo que nos sirve para dar sentido a lo que nos rodea. Por que otro término repetido en múltiples crónicas y testimonios del accidente fue infierno, más directo que dantesco por cuanto elide la referencia cultural de uno de sus descriptores, pero igual de ficticio, pues ni uno ni otro tiene como referente algo real.
Unos fragmentos del Infierno de Dante:
En verdad que me hallaba justo al borde
del valle del abismo doloroso,
que atronaba con ayes infinitos.
Oscuro y hondo era y nebuloso,
de modo que, aun mirando fijo al fondo,
no distinguía allí cosa ninguna.
[…]
Llegué a un lugar de todas luces mudo,
que mugía cual mar en la tormenta,
si los vientos contrarios le combaten.
La borrasca infernal, que nunca cesa,
en su rapiña lleva a los espíritus;
volviendo y golpeando les acosa.
Cuando llegan delante de la ruina,
allí los gritos, el llanto, el lamento;
allí blasfeman del poder divino.
[…]
todo el sitio ondulado hacen las tumbas,
de igual manera allí por todas partes,
salvo que de manera aún más amarga,
pues llamaradas hay entre las fosas;
y tanto ardían que en ninguna fragua,
el hierro necesita tanto fuego.
Sus lápidas estaban removidas,
y salían de allí tales lamentos,
que parecían de almas condenadas.
[Traducción de Luis Martínez de Merlo]
Y una pintura de Gustavo Doré, que aplicó la visión patético-realista, ya tan nuestra, a la descripción dantesca:
2013-08-05 17:58
Dante es conocido más allá de la Divina Comedia y hay muchísimas personas que nunca han leido la obra, o sólo han oido hablar sobre ella pero aún así conocen al poeta florentino.
Un adjetivo como “dantesco” de hecho es parte del vocabulario común y probablemente lo usen incluso personas que no conocen a Dante Alighieri