TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
1. Esa legión de genios que trajeron a los clásicos grecolatinos a la vida desde el letargo de los monasterios aíslados en torno a las primeras luces del siglo XVI, esos que hoy reverenciamos como autoridades y sabios ortodoxos, esos, digo, fueron profundamente libres en su modo de despertar al zombi en que se habían convertido Ovidio, Horacio, Cicerón o Terencio. Hubo metamorfosis sobre las metamorfosis y traducción sobre las traducciones, y hubo paráfrasis y glosas y nuevas metáforas y símbolos sobre los viejos: hubo adaptación y transformación, aunque le llamasen imitatio.
2. La reverencia y el respeto se han confundido demasiado a menudo con la inmovilidad; adaptar, con la mímesis enquistada (ver Adaptad, adaptad, malditos). El único modo en que los clásicos se transmiten y perviven generación tras generación es el cambio, su incorporación a los nuevos contextos, su traducción traidora a parámetros que los hagan comprensibles a las nuevas sensibilidades, aprenhensibles. Los medios nuevos siempre han sido más atrevidos con estas cosas, más irreverentes. No así la literatura: por eso el cómic es, quizás, hoy en día, el más libre de los modos de ficción.
3. Esto, traer a los clásicos sin complejos ni ataduras, es lo que hacen Sócrates el semiperro y Epicuro el sabio, ambos desde un punto de vista paródico. Y es lo que hace David Rubín en El Héroe desde el drama de aventuras épico.
4. El Héroe es una versión moderna del mito de las 12 pruebas de Heracles. Rubín opta por un arriesgado contexto que mezcla la iconografía clásica con la ambientación moderna, respetando las características fundamentales que la tradición nos cuenta de los personajes, pero dotándolos de un dinamismo moderno y de tiempo: Heracles crece y envejece y modifica su visión del mundo. Cualquiera que conozca la historia del hijo bastardo de Zeus lo reconocerá punto por punto, y el que no la conozca, tras leerlo, lo identificará en cualquier diccionario de mitos.
5. Permítanme una boutade: los dos libros en que se divide El Héroe son como los dos de El Quijote: el primero original y divertido, pero plano; el segundo divertido y profundo y rebosante. El primero sigue el esquema de cualquier novela de avneturas de superación de pruebas, sin tensión alguna pues todas tienen el mismo formato y cualquier lector sabe el resultado de antemano; no hay emoción, no hay crecimiento ni dilema moral. El segundo, sin embargo, ya tiene todo lo que logró Moore con su actualización de los superhéroes, y pesa, es denso y complejo y construye un Heracles inolvidable.