1. Sigo desde hace tiempo a Vicente Luis Mora en su blog, donde leo sus ensayos o microensayos y disfruto sus análisis, osados y atrevidos a menudo, interesantes siempre. Cuando supe de su nuevo libro, El lectoespectador (Seix Barral, 2012), quise leerlo, aunque tardé bastante en hacerlo porque su versión digital (recuerden que ya no me compro libros en papel) además de cara, viene con DRM, así que esperé a tenerlo en la biblioteca.

2. Una literatura transmedia, que supere la unidimensionalidad del libro para saltar entre canales, géneros y formatos y responda así a esta nueva era en que el lector lee atravesando muros y fundiendo lo visual, lo auditivo y lo legible. Una literatura experimental (al menos para el lector) que emule en la ficción el mundo hiperconectado, googleizado y transformado que habitamos.

3. Mora no aboga por la llegada de esta literatura: ya está aquí, y bullen los ejemplos de obras y de ensayos que auguran o comentan el fenómeno.

4. Porque el ensayo de Mora por encima de todo bulle, y los hervores salpican en todas direcciones, abre multitud de caminos, sugiere viajes para lectores y creadores, y esa es la mayor virtud que se le puede pedir a un ensayo.

5. Animado, leí su novela Alba Cromm (Seix Barral, 2006). Ya dije que me resultó divertida. Pero ahora diré más:

6. Resulta fallida principalmente porque en El lectoespectador Mora la pone varias veces como ejemplo de literatura pangéica o transmedia, y no: su único acercamiento al género es el hecho de que el libro se complementa con una página web en la que podemos abundar en algunos datos o vivencias de sus personajes, pero ese salto del papel a internet resulta perfectamente prescindible y en nada afecta a la trama y la identidad de la novela (recuerdo ahora que eso mismo hace lujoyglamour-net (2009), de J.J. Merelo).

7. Y resulta fallida (ojo, posible spoiler) porque el final es una gran trampa que derrumba todo el edificio construido (no con brillo, pero sí con habilidad de entretenedor: excesivamente ligera en la construcción de personajes y los diálogos, bien planteada en su estructura y su ritmo, falta de profundidad en sus intentos paródicos) como si en Seven, en la escena final en el desierto, apareciese una nave extraterrestre y salvase al psicópata.