1. El invierno del dibujante (Paco Roca, 2010; 5€ en Koomic) narra la lucha, revolucionaria en su momento, de un puñado de creadores por la dignidad de su trabajo, una lucha que 60 años después está en plena ebullición, y todavía en marcha. Pero creo que Paco Roca quiso poner el acento en otro asunto no sé si con mayor o menor énfasis: el retrato de una industria en su momento de mayor auge, una industria de la que hoy en día no quedan ni vestigios.

2. En la deprimida España de los años 50 se vendían decenas de miles de ejemplares de revistas de historietas y tebeos, y un montón de dibujantes, guionistas y editoriales vivían de ello, y buena parte de la población, de todas las edades, seguía las aventuras y desventuras de sus personajes favoritos. ¿Qué pasó para que pocas décadas después desapareciese por completo?

3. Me decía Carlos Acevedo que, aunque no la única, la causa principal fue la diversificación de las fuentes de ocio, fundamentalmente la llegada de la televisión a los hogares españoles. Y parece obvio que es así. No conozco la historia de esa muerte, supongo que en gran parte está por escribir, pero independientemente de las fuerzas que se opusieran a la extinción los nuevos usos sociales se impusieron como una evolución biológica, igual de tenaz y cruelmente, y con el mismo optimismo.

4. Porque toda evolución trae nuevas formas, y también nuevas formas de creatividad y de mercado. ¿Se muere la industria editorial actual como se murió la industria de la historieta en el siglo XX? Está por ver la fuerza del Mercado para preservar sus privilegios, pero si pervive será como una deformación antinatural.

5. El cómic tiene en el libro digital su medio perfecto para desarrollarse y aprovechar el discreto renacimiento en el que está envuelto, pero, salvo honrosas excepciones, no lo está aprovechando en absoluto. Internet es hoy la televisión de los sesenta con una diferencia fundamental: la televisión se recibe pasivamente, mientras que en la red es el receptor el que escoge su camino: se multiplican hasta el infinito las posibilidades de ocio y se reduce considerablemente la opción del monopolio. Entender esto es fundamental para posicionarse y convertir lo que podría ser un cambio traumático (editoriales, librerías, creadores…) en una oportunidad.