1. La publicidad es el género de ficción de los últimos cincuenta años. El más influyente, el más productivo, el más innovador, el más popular y selectivo.

2. No es una novedad: el arte y la literatura hispanas empezaron así. No otra cosa era el Mester de Clerecía, literatura al servicio de la propaganda de ritos, abadías o peregrinaciones; o la poesía épica, un modo de apoyar unas u otras ideologías e intereses.

3. Crear un mundo paralelo que el receptor asuma, durante el proceso de recepción, como real o parte de sí mismo. Si, al cerrar los ojos, el mundo sigue ahí, molestando o acariciando nuestro ego, perturbándolo u ocupándolo, la ficción será mayor y triunfante. La publicidad lo consigue, burdamente o a través de la belleza. [Spot, de Guillermo Zapata, explica esto perfectamente]

4. No hay ni un sólo recurso o herramienta que se considere utensilio para las artes o la literatura que la publicidad no considere. En la extensión de su arsenal está gran parte de su victoria.

5. La publicidad parasita las otras artes, vive inoculándose en ellas, participa de todos los géneros y se adapta.

6. No hay clase social, sector, profesión, cultura o tipo al que la publicidad no se haya dedicado: su receptor somos todos.

7. La publicidad, como cualquier otra ficción, es contextual y sincrónica, y se empapa del mundo en el que nace; pero ninguna otra creación influye o ha influido como ella en la sociedad en que se representa, creando tendencias, imponiendo modas, modificando los anhelos, las fobias y los gustos.

8. La ficción publicitaria está en todo, ubicua y omnipresente.

9. Pero la publicidad no parte de todos, no tiene un emisor-multitud, no se genera de cualquiera como las otras ficciones, no es asequible ni sencilla su producción.