1. Compro el número de julio de la revista Quimera. Hace más de 15 años que no lo hacía, y di el paso ahora porque vi en su portada que estaba dedicado al análisis de 34 series televisivas, 34 autores escribiendo sobre su teleserie favorita bajo la coordinación de Juan Francisco Ferré.

2. No es que dejase de leerla porque fuese mala; ni siquiera se puede concluir que perdí interés en sus contenidos. No sé por qué abandoné la costumbre de buscarla, comprarla u ojearla en los pocos cafés en que la tenían. La única conclusión segura es que decidí comprarla de nuevo porque hablaba de teleseries.

3. No conozco todas las que se tratan, aunque sí muchas. No todas son actuales, aunque sí la mayoría. Todas, creo, son lo suficientemente buenas como para no desentonar en la lista.

4. Dos textos me gustaron por encima del resto, y por razones distintas: el de Javier Calvo sobre Dr. Who y el de Manuel Vilas sobre Cuéntame. El primero logra transmitir una pasión por la serie que ninguno otro consigue; aquel que, como yo, no conozca las peripecias del doctor, no puede más que lamentarlo profundamente, porque Calvo nos convence de que de esta serie sí se puede ser un seguidor fiel como ya no sabemos ser fieles los desencantados. Y Vilas hace lo que hace siempre: buscar la otra cara, el punto de vista que nadie espera, y ponerlo delante de nosotros con naturalidad y desparpajo, único modo quizás de declararse fan de Cuéntame sin parecer un tonto o un snob.

5. Agustín Fernández Mallo escogió La casa de la pradera. Dice que constituye una epopeya americana, un canto indisimulado al americanismo, y que además de eso es una de las más solidas teleseries de la historia; esto lo dice casi literalmente así, y es gigantescamente cierto (ruboriza comparar la robustez narrativa de cualquier capítulo con casi cualquier serie española de hoy), pero el resto del artículo es otro insufrible intento de justificar sus nocillescas teorías de la mezcla de ciencia y literatura.

6. Es muy curioso cómo muchos autores escogen la ficción para escribir sobre la ficción, y cómo son pocos los que, independientemente de la calidad de sus textos, les sale bien la elección. Creo que el recurso funciona mejor si el lector conoce la serie, sus entresijos y sus personajes. Quizás la excepción sea la magnífica ficción de Matías Candeira sobre Los Soprano.

7. Me gustaron los poemas de Vicente Luis Mora y Ernesto Pérez Zúñiga sobre The Wire y Fringe respectivamente, pero no como poemas aislados, sobre todo el primero, sino dependiendo de su referente. Mero apunte sobre la necesidad del contexto en la poesía de circunstancias

8. Iba a escribir que no creía que a estas alturas hubiese que dignificar las ficciones televisivas, pero sí, hay que dignificarlas, y este número de Quimera es un buen paso. No se trata de que también tengan calidad como ficciones, se trata de que somos muchos los que encontramos en las teleseries una ficción al menos tan rica, compleja y gratificante como la libresca. Y sí, Misfits es una obra maestra de la ficción que da respuestas a nuestro mundo al mismo nivel que la mejor novela.