TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
Pasé una larga temporada en la que sólo leía poesía y ensayo. Me había alejado de la novela totalmente, con un rechazo algo infantil, pero fraguado en lo que hoy percibo como una consecuencia inconsciente de mi experiencia lectora: necesitaba en aquella época alimentarme de, por un lado, soporte intelectual que me armase un poco la cabeza, y por otro la música, la sugerencia y lo sensible que yo sólo encontraba en el poema, empapado (y húmedo hasta el entumecimiento) como venía de una educación en la prosa canónica española.
He vuelto a la novela hace muy poco, pero con bastante insistencia, y me he acercado además a la literatura traducida a la que también me negaba, y he descubierto (en algunos casos redescubierto, una recuperación de mis lecturas juveniles, mucho más despreocupadas y libres que las académicas) otro modo de hacer novela que me produce sensaciones muy similares al poema y el ensayo y de las que he ido dejando mis impresiones en esta columna córvida, nombres como McCarthy, Coetzee, Saer, Alber Vázquez, Sebald, Juan Francisco Ferré o Magris.
Ahora he tenido que leer por motivos laborales Plenilunio, la novela de Antonio Muñoz Molina. Le reconozco a Molina dominio de la novela clásica-realista: una capacidad notable para estructurar la trama de un modo atractivo, densidad en la creación de personajes, una prosa fluida, lírica en ocasiones, un conocimiento certero de la identidad humana y paciencia, mucha paciencia para ir construyendo poco a poco la historia que quiere construir. Como escritor sé que nunca podría elaborar una novela como esta porque no tengo esa destreza ni esa capacidad. Vistos con objetividad el argumento y los personajes son atractivos, crea interés por conocer el desenlace y permite una lectura relajada, fluida y ágil. Y sin embargo hay algo que no me llega, algo que abruma en el pasar de las páginas, una sensación de que no es eso en lo que yo querría estar perdiendo mi tiempo, la sensación de estar viendo un animal lo suficientemente hermoso para contemplarlo, pero que nunca abrazarías.
2011-02-10 11:58
Pocas novelas me han emocionado, no haré un listado, En general no me gustan, en parte porque soy un lector holgazán (parodiando a Borges) y después de leer aquellas que recomiendan los que saben de esto he llegado a la conclusión de que un escritor que necesita “relllenar” y “engordar” lo que esencialmente cabe en un relato corto (o un cuento) lo considero irrespetuoso con el tiempo del hipotético lector: ¿Por qué no escribe novelas?
2011-02-10 13:58
Yo siento lo mismo, Cayetano; sin embargo, entiendo ese relleno, cuando está bien hecho, y sobre todo en la novela decimonónica, o dicho de otro modo más pedante: sincrónicamente. Ese relleno puede ser necesario para determinados tipos de novela en los que los personajes requieren una gran cantidad de argamasa para darles forma; claro, se puede argumentar que el genio consiste en necesitar pocas palabras para eso, y puede que sí, pero hay novelistas que en ese “rellenar” provocan gozo.
Saludos
2011-02-10 15:27
Un poco de chapa, por animar el cotarro:
Es un tema de conversación, que no de discusión, con gente de teatro Algo que tiene que ver más con mis gustos personales que con la literatura y/o el arte. Algo que intentan disimular todos los especialistas con mayor o menos habilidad ;-)
No me gusta la representación de la “realidad”. Mo me gusta el realismo soviético en pintura, ni la descripción precisa y psicológica del personaje, del paisaje, esa especie de catálogo ordenado de objetos, Ni la desnudez de un cuerpo ni de los sentimientos y sus contradicciones, la descripción de ambientes y situaciones, etc. a no ser que se introduzcan elementos “fantásticos”.
En la “balada del Narayama”, por ejemplo, con todo lo descriptiva de una realidad social que pueda parecer, flota en el aire siempre algo mágico (el viento, o espíritus, que mueven los árboles mientras el hijo sube la montaña cargando a una madre que lo incita a seguir el camino). O en “Sobre Héroes y tumbas” la ciudad subterránea de los ciegos y sus obscuros planes para controlar lo cotidiano, etc. Y por supuesto el cómo se cuenta (el relleno) y el ritmo de cómo suceden las cosas, sin que te de la impresión de que es un camino o paisaje que has visto antes. Aunque bueno, para eso has tenido que vivir.
Si, otro ejemplo, has vivido de forma intensa y satisfactoria amores. Si has estado tambien en los infiernos … que alguien pretenda describir (en pintura, en literatura, teatro o cine) lo que nunca vió ni sintió suena a falso. O peor aún, lo que describe e intenta hacernos sentir no alcanza lo que ya vivimos. Dicho sea de paso, por eso me aburre Woody Allen: sus historias y el modo de contarlas no me interesan en absoluto, me aburre, su vida y sus vueltas y revueltas son vulgares. Pero las de las de Pedro Páramo no, ni las de un pastor que pasa las horas lentas mirando el horizonte. Quien retrate la mirada de Pedro Páramo o la del pastor si me interesa (sea pintura o literatura).
Es algo muy personal, pero por eso me aburren los guiones de casi todo el cine y el teatro que se hace en España y el resto del mundo “moderno”. Resumiendo, que me alargo, hay algo que hecho en falta: La “realidad poética” donde parece que nada sucede pero te hace sentir que todo está sucediendo. Ese tipo de “relleno” esos planos largos y lentos de cierto cine, esos inmensos planos y espacios vacíos de un cuadro de Velazquez (donde flotan toneladas de aire donde nada sucede y todo es posible). No me olvido aquí de Paul Klee. Pero tambien me gustan las historias del infierno:
Lo que no soporto, en literatura, es la “recreación” de la historia novelada, ni la descripción pedagógica de un problema social de rabiosa actualidad en una obra de teatro intercalando situaciones cómicas para que el discurso (o clase magistral) no resulte aburrido al espectador. Si tiene que haber un “ritmo” argumental, tanto en cine como en una novela, me gusta algo parecido a “La grande bouffe” de Marco Ferreri o “Saló o los ultimos dias de gomorra” de Passolini o una trama como “Sobre Héroes y tumbas de Ernesto Sábato”, novela que por razones que desconozco gusta a tan pocos amantes de la literatura. Y aquí tampoco me olvido del pintor Francis Bacon y el Goya de en su madured
Por explicarlo de alguna manera, pelin cultureta y pedante :-)
2011-02-10 22:27
Yo opino como siempre, me da igual novela o poesía, la cuestión es que tenga literatura y Muñoz Molina no la tiene, es correcto pero eso no basta para el lector de literatura. Siempre pongo el ejemplo de Proust, que sus historias son para mí un auténtico tostón, pero es tan increíble como está escrito que me leí los siete tomos de una sentada.
Marcos, tienes que leer “Absalón, Absalón” de Faulkner.
Cayetano, ¿quién te ha dicho que no gusta “Sobre héroes y tumbas” a los amantes de la literatura? Justamente es a los que nos gusta, los no amantes de la literatura prefieren “El túnel”.
2011-02-10 22:41
Lo leí hace mucho, de semihombre, y me había encantado, aunque apenas recuerdo nada y tengo la sensación de que me perdí mucho en la lectura. Y encima la traducción, que si es difícil normalmente imagínate tú qué quedará del original en un libro así.
Coincidimos bastante, Cayetano, aunque yo soy de buen comer y no le hago ascos a casi nada, sobre todo en lo que a lo visual se refiere.
Saludos
2011-02-10 23:00
Por cierto, María José, se me pasaba: la frase sobre El túnel es un poco demasiado contundente: yo mismo la leí más o menos cuando Absalón y recuerdo que me había encantado. En cualquier caso, independientemente de su calidad, no creo que se pueda establecer una relación entre que te guste El túnel y no ames la literatura.
Saludos
2011-02-10 23:37
Como siempre, tengo cierta habilidad para provocar malentendidos :)
A mí me encantó “El túnel”, lo que quiero decir es que es un libro que gusta a todos, como “Cien años de soledad”, mientras que “Sobre héroes y tumbas” no es fácil para la mayoría.
2011-02-11 01:18
Maria José: ¿quién te ha dicho que no gusta “Sobre héroes y tumbas” a los amantes de la literatura? Al menos dos personas que se declaran como amantes y han pasado por superar las pruebas como para conseguir el título de filología, y otros lectores habituales a los que no se por qué se les atraganta la oba de Sábato :-)
Pero era un ejemplo, de una de las obras que releo a menudo y siempre me sorprende (un caos ordenado y preciso)
Marcos: Hay otros textos que, son pura descripción de paisaje vivo (Juan Ramón J.) o suceso urbano y cotidiano (Hilario) que me gustan, por breve y ritmo tranquilo que no me disgustan en absoluto. Sumo algunos tuyos que siempre tienen la propiedad de se exquisitamente respetuosos con el tiempo del lector (cortos, densos y precisos)