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Textos del cuervo por Marcos Taracido

TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.

Nuevas formas para los nuevos libros

¿Cómo será la apariencia del libro del futuro? Es plausible pensar que la edición electrónica conllevará un nuevo modelo de libro en lo que a su forma se refiere. Así ha sido a lo largo de la historia: el rollo carecía de portadas, pero la adopción del formato en volumen, con encuadernación, requería resguardar las hojas interiores con tapas que poco a poco fueron enriqueciendo su aspecto, por puro lujo y hedonismo primero, y como reclamo mercantil después.

Eli James cree que llegará un nuevo formato para el libro electrónico, y que este cambio vendrá de la mano de algún o algunos desarrolladores, no de algún tipo de movimiento popular que vaya modelando la metamorfosis. Argumenta, con mucho sentido, que esto acaba de pasar con los blogs: explica que el formato está definido cuando todo usuario sabe perfectamente qué esperar ante el objeto libro, como sabe ahora qué esperar ante el objeto blog; el paso de los primeros a lo que hoy configuran el estándar se da por la iniciativa de unos pocos (Blogger, Wordpress, Movable Type…) que con su éxito perfilan y definen un nuevo formato de publicación; igual que, añado yo, el libro en papel que hoy usamos es obra de un único inventor renacentista. Y cree, claro, que sucederá lo mismo con el libro.

Sin embargo, la analogía del blog no llega a funcionar del todo; es necesario notar que las bitácoras, al contrario que el libro, no son el salto a un nuevo formato de un contenedor determinado, sino un nuevo contenedor inexistente antes. Por su parte el libro se enfrenta a un nuevo cambio radical en su particular y fecunda historia de modificaciones, y el pasado es fundamental en la configuración de su futuro: la concepción de portada y contraportada, capítulos, índices, ordenación lineal, paginación, etc, etc, está demasiado incrustado en nuestros genes culturales como para que el cambio se produzca con la velocidad que nacieron y se estabilizaron las bitácoras en su forma actual. De hecho, la primera oleada de libros electrónicos mantiene casi intacta la estructura formal del libro en papel, aunque, como apunta Fran Ontanaya, la tendencia pasa por abandonar el archivo para adoptar la web como el mejor contenedor posible para el libro de la era electrónica. Lo contrario sería perder todas las ventajas que ofrece la red, tanto como paradigma de libre circulación de contenidos, como por su capacidad de sumar distintas tecnologías en un sólo producto, o el uso del hiperlink. Pero para ello tendremos que desprendernos del concepto de libro como volumen-fichero que se abre para descubrir, página a página, las maravillas que esconde.

Marcos Taracido | 04 de noviembre de 2010

Comentarios

  1. Miguel A. Román
    2010-11-04 12:18

    Mucho de lo que leo hoy va conmigo, de momento en una PDA (no pierdo la esperanza de acceder a un tablet que me tienen prometido ;) )

    Pero, una vez dado el paso del papel a la pantalla electrónica, albergo muchas dudas sobre todos estos cambios, previsibles pero no imprescindibles, que parecen cernirse no únicamente sobre la arquitectura del libro, sino que conllevarán, doy por hecho, una alteración en el modo de leer, no solo en la mecánica, sino en la psíquica.

    Por ejemplo, el salto del libro electrónico (e-book) al libro web (¿web-book?) me hace presentir una sensación que no sé si es buena: el libro ya no es mío, es un recurso común que compartiré simultáneamente con otros lectores. Me acechará entonces una incomodidad al pensar que ya no somos el libro y yo, sino el libro y “todos nosotros”, y me imagino en el aeropuerto leyendo a la espera de mi embarque y como si una multitud se asomara a mi espalda, alargando el cuello para leer lo mismo que yo estoy leyendo al mismo tiempo que yo lo leo.

    Y ¿quién me garantiza entonces que estoy leyendo lo que es, fue y será, y no un texto dinámico que se modifica en base a mecanismos de retroalimentación y registro de audiencia? Un libro es un hito inmovil, una referencia física persistente, un mojón topológico en zona de inundaciones. Cuando tras varios años lo vuelves a leer y piensas que “ha cambiado”, que no era como lo recordaba, no te queda más opción lógica que reconocer que eres tú quien ha cambiado, pero ¿tendré esa certeza ante un recurso colgado en la red?

    Esas y otras dudas me plantean una nueva duda: si soy, en alguna medida, un inmovilista, si puedo llegar a ser visto como un romántico retrógrado que se niega a romper algunas de las cláusulas tácitas establecidas en el contrato entre mi libro y yo.

  2. Marcos
    2010-11-04 12:52

    Miguel, creo que trataré de responderte en un próximo artículo, pero te digo ahora: no se trata de que nos gusten o no los cambios, sino de que son, o serán, si son.

    Y sí, creo que eres ( seguramente somos) un retrógrado.

    Saludos

  3. Tiger
    2010-11-08 08:50

    No creo que la forma de libros electronicos cambiará siempre pronto. Tambien convengo con Miguel sobre la propiedad de u libro comparo a libro electronico y libro web. Es interesante preguntarse si usted está consiguiendo el texto entero al leer un libro electronico or libro web.


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