TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
Cada vez que nos adentramos en una ficción esa ficción nos posee, se asienta en nosotros y forma parte de nuestra estructura de la realidad, le damos una vida. La lectura sólo resulta efectiva si la recepción conlleva una fe en la historia que nos cuentan, si creemos en ella, si la asumimos y dejamos que crezca y se diluya con nosotros. El monstruo nos espanta, el mago maravilla, su desnudez apresurada nos excita, nos inquieta ese diálogo inconexo, nos apasionan estos besos de culebra, lloramos con su llanto, temblamos con su angustia de cementerio sembrado. Y allí están, más allá de la lectura, como parte inseparable de nuestros sentidos, otras moléculas flotando en las corrientes internas, nuevas neuronas timbreando en el cerebro.
«Ya yo no soy Don Quijote de la Mancha», dice Alonso Quijano en su lecho de muerte, como una confirmación de ese haber sido, no mero transtorno pasajero sino entidad completa. Quiso jugar el hidalgo en otros libros. Quizás la gran metáfora del Quijote sea la descripción de la lectura, la maravillosa locura que supone asumir las ficciones como propias, quizás Cervantes no hablase de otra cosa que de sí mismo leyendo, cada lector es un Quijote que se deja embaucar por la lectura y se abandona a la ficción, una alucinación controlada, sugestión pactada, como el niño al que le señalamos un dragón en la espesura, y ve.