La divulgación a un público no especializado o alejado del tema es, seguramente, el género más complicado y meritorio. Escribir un ensayo para especialistas no tiene demasiado mérito desde el punto de visto del esfuerzo por transmitir, pues el lector potencial domina la jerga y el tema, así que la única preocupación del ensayista será dar forma a su propuesta y explicarla entre iguales. Divulgar, sin embargo, entre legos, requiere adaptar tu estructura mental y tus conocimientos a los que supones en quien quieres que reciba tu mensaje, y no ya rebajando la complejidad de lo que dices, sino que habrá que buscar el modo de hacer atractivo el material que posees a alguien que no tiene ninguna necesidad profesional o impuesta de acercarse. Pudiera resulta curioso que algunos de los mejores divulgadores no son especialistas en el tema que difunden, sino aficionados que tienen la ventaja de estar más cerca del nivel de conocimientos de sus lectores y una intuición precisa para saber qué y cómo contarlo. En internet en general y en la blogosfera en particular creo que predomina este tipo, un maravilloso boom de divulgación en todas las disciplinas por aficionados que comparten su entusiasmo con el resto del mundo. En Libro de notas tenemos un buen puñado.

Sigo a Nieves Concostrina desde hace mucho. La descubrí en los microespacios de Radio 5. Me encantaba su Polvo eres, unas deliciosas notas sobre curiosidades en torno a los sepulcros, las tumbas y los entierros y los líos ocasionados en torno a ellos. Últimamente escuchaba siempre que podía sus Efemérides, siempre curiosas y contadas desde un punto de vista lateral. El sarcasmo, la sorna, una tremenda capacidad para la gracia, los juegos de palabras y la elección de temas llamativos por perplejos, sorprendentes, extraños, paradógicos… y un enriquecimiento de la nota principal con aledaños y alusiones contextuales y oportunas.

Ahora me entero de que le acaban de dar un premio por un programa que no conocía: Acércate al Quijote, e inmediatamente me descargo los podcast y los escucho de una tacada, y creo que sería suficiente con decir que tras la escucha me entraron unas ganas tremendas de volver a leer el Quijote. Eso es buena divulgación. ¿Cómo hacer un programa sobre el Quijote, con capítulos de cinco minutos, sin repetir lo que aparece en todos los sitios, sin ser pedante, sin enfangarse en filologías, en referencias y citas, sin resultar banal y, sin embargo, despertando la curiosidad y el gusto no ya del lego sino también del conocedor de la materia tratada? Pues utilizando todos los recursos que cité antes, sorna, humor, gracia y sentido crítico de la historia por encima de todo, y escogiendo de entre el universo del Quijote aquellos temas que casi todos nosotros conocemos en su significante, pero cuyo significado, lo que hay detrás de la superficie, nunca exploramos. Así, Concostrina nos explica que las muchas erratas (ortográficas y sobre todo estructurales) de libro se deben a la prisa que le metieron a Cervantes para entregar el manuscrito y a la nula labor del escriba encargado de la corrección, o qué era exactamente una bacía, el yelmo de Mambrino… o de la lógica obsesión de Sancho por la comida, o de la carta a Dulcinea y la naturaleza de los escribas en esa época, de las putas, del analfabetismo, del frustado intento de Cervantes de recibir algo del duque de Béjar al dedicarle su novela… y siempre con algún detalle, un fino hilo por el que trae a nuestro presente todo aquel mundo para que lo palpemos y lo integremos al nuestro.

Dedicado a un tonto (Acércate al Quijote)