Pocos proyectos ha llevado a cabo el hombre tan hermosos como el del concepto y desarrollo de las bibliotecas públicas. Recopilar todos los libros publicados y ofrecerlos para lectura libre de cualquiera que pueda acercarse al edificio. La extensión del proyecto fue geográfica primero (casi cada pueblo hoy en día tiene biblioteca) y en materiales después, pues del volumen libresco se pasó a la recopilación de periódicos, música o cine, y en las últimas décadas las redes interbibliotecarias permitían solicitar el envío de libros de una biblioteca a otra para préstamo de quien lo necesitase. La idea era clara: permitir el acceso a la cultura a todo ciudadano, y mejorar todo lo posible tanto en los materiales que se ofrecen como la ubicuidad, procurando que la red cubriese, de un modo u otro, la mayor extensión posible de terreno.

Borges concibió una biblioteca infinita:

«Quizá me engañen la vejez y el temor, pero sospecho que la especie humana —la única— está por extinguirse y que la Biblioteca perdurará: iluminada, solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada de volúmenes preciosos, inútil, incorruptible, secreta.»

Hoy, el ideal humanista, ilustrado, de la biblioteca universal es posible: piensen en un edificio de dimensiones infinitas para una escala humana, piensen que en él, en sus estanterías y cajones, se agolpa un ejemplar de cada libro, de cada disco, de cada película, imagen, fotografía, señal sonora. Piensen que todo ciudadano tiene en su casa una estancia desde la que accede al edificio y entra siempre en el pasillo que desea, y coge un volumen que ya en el instante de tocarlo es una copia idéntica a la que se quedará en los anaqueles para otros, y volverá a su casa con el remedo exacto que una vez leído podrá abandonar en el primer pasillo al que acceda nuevamente, porque será el pasillo requerido y la copia volverá a su estante para que otro la retire y la coloque y retire uno más y otro hasta que el tiempo acabe.

Yo afirmo que la Biblioteca es interminable

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Ante esto, los productores de libros quieren acabar con la biblioteca y piden que se incremente el canon por préstamo. Es el miedo, del que hablaré otro día.