¿De qué huyen los hermanos en la Casa tomada de Cortázar? Se van retirando resignados y con calma a las estancias todavía no ocupadas por algo que ni se nombra ni se describe, algo que por lo tanto no existe más que como una extensión de los verbos cuya acción protagonizan, sujetos elípticos que jamás se materializan, pero a los que lrene y su hermano temen, y el lector con ellos.

Ficción y realidad no son dos universos paralelos: la ficción invade nuestro espacio y conforma y modifica nuestra vida. Cuando una niña ha asumido la tradición y se acuesta aterrada por las sombras que emanan como un vapor desde el armario está siendo afectada por la ficción, que regula su comportamiento y mediatiza algunos aspectos de su vida. Cuando juega durante horas con figuras diminutas a las que ella otorga personalidad y presente, y sus sucesos inventados la acompañan durante todo el día allá donde vaya, está interactuando con la ficción y siendo infectada por ella, no sólo armando su cerebro futuro sino que en ese mismo instante su existencia, su ser, tiene un parte de ficción.

Y después están las ficciones populares, masivas, que se extendieron e implantaron como un virus recurrente y conviven, construyen y destruyen sociedades enteras. La religión como paradigma: lejos de quedarse como fantasía personal, ha servido para estructurar estados y desarrollar leyes en torno a ella, ejemplo emblemático en el que la cosa fingida domina lo real, como si Don Quijote apareciese en nuestra casa para que le armásemos caballero. Y todas esas creencias bajo las cuales hemos venido creciendo y crecemos, pura ficción que nos domina: desde los asesinatos de albinos por ser signo del demonio hasta las numerosas fantasías de las paraciencias.

¿Y qué de los libros, la literatura? ¿No forman parte de nuestra red neuronal tantos personajes leídos? No hay diferencia alguna entre el lugar que ocupan en mi experiencia del mundo Baltasar y Blimunda o un amigo de la infancia; ambos forman parte de mi realidad. Irene y su hermano huían de la ficción; tapiaban las puertas de las zonas tomadas y seguían con su vida, con una ficción al otro lado, echándolos poco a poco de sus vidas.

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A continuación, algunos extractos de citas del divertidísimo libro Sexualidad y saber médico en la Edad Media (Danielle Jacquart y Claude Thomasset, Labor, 1989). Imaginen ustedes cómo se aplicarían estas ficciones.

Quien coja un pelo del pubis de una mujer y lo mezcle con el flujo menstrual, y luego lo meta dentro de un estercolero, encontrará al cabo de un año animales dañinos y venenosos.

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Habrás de saber que muchos hombres eminentes de nuestro tiempo se entregan a la frivolidad de la relación con muchachos. Un buen número de ellos se han visto llevados a esta situación por su médico, que les ha persuadido de que la unión sexual con las mujeres conduce más rápidamente a la vejez y a las debilidades de la edad y provoca podagra y hemorroides, mientras que las relaciones con los muchachos son menos dañosas.

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Quien acostumbra a penetrar a menudo a las mujeres por detrás, corre gran riesgo de que los hijos que le nazcan de estas mujeres sean afeminados o amanerados, sobre todo si quien lo solicita es la madre.

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Si quieres preservar tu órgano de cualquier peligro de enfermedad, purifícate en cuanto te retires con agua fría mezclada con vinagre o por medio de la orina, si sospechas que tu pareja está corrompida [menstrúa].