TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
Parece que hasta lo que hoy entendemos por modernidad la pornografía literaria estaba directamente asociada con el género burlesco, la broma, la parodia, la transgresión por la risa, la obscenidad grotesca. Y tampoco adquirió hasta entonces la oficialidad, y aún una oficialidad arrinconada por lo general. Pero en nuestro mundo contemporáneo (contemporáneo desde el simbolismo y el modernismo) lo pornográfico logró colarse en las obras serias, de autores respetables, editables en colecciones y géneros no específicos ni secundarios, aunque con la eclosión de la imagen fue abandonando paulatinamente la palabra para adueñarse de la luz, y pasar al cine y a los cómics principalmente.
Solemos marcar los límites entre erotismo y pornografía en la mostración de los genitales. Mientras la palabra esté asociada a lo burdo y lo soez, a la mera excitación sexual, yo prescindiría de ella, o borraría su significado hasta su desaparición en una concepción general de la belleza: buenas o malas obras, buenas o malas representaciones de la desnudez y el sexo, de relaciones en las que la piel se convierte en la frontera.
Primer cuarto del siglo XVI. El editor Marco Antonio Raimondi graba en cobre los 16 dibujos en los que Giulio Romano representa otras tantas posturas sexuales. La impresión da vida a los dibujos y la censura eclesiástica, de la mano del prelado del Papa Clemente VII, Gian Matteo Giberti, los prohibe y encarcela al editor. Pietro Aretino, intelectual, escritor y polemista muy bien situado en la corte, reacciona airadamente y utiliza sus influencias para liberar a Raimondi, y no contento con la liberación escribe 16 sonetos pornográficos que ilustren los dibujos de Romano. Y al punto ha de abandonar Roma huyendo de las represalias vaticanas, aunque pronto pueda regresar, poema laudatorio mediante. La visión de los grabados y sus sonetos permite quizás acercarse un poco a la naturaleza de lo pornográfico: el lápiz de Romano traza arte, cuerpos armónicos amándose, sexo visto desde la misma altura que el placer que retrata. Los Sonetos sobre los «XVI modos» (edición de José J. de Olañeta, 1999), sin embargo, son pura irreverencia, una recitación con el ojo guiñado, un pedo oportuno —emitido con dominio, control, buen sonido y perfección técnica— en una cena de amigotes. París, 1857. Charles Baudelaire publica Las flores del mal y es llevado a juicio y condenado por «ofensa a la moral pública y a las buenas costumbres», habiendo de pagar 300 francos y viéndose obligado a desgajar de su libro 6 pasajes. Los poemas condenados por pornográficos renuncian a lo burlesco —no a lo transgresor— y la obscenidad festiva para entrar a formar indisoluble parte de una obra seria, que sin embargo corren la misma suerte que los versos del italiano libeloso. La editorial “Libros del zorro rojo” recupera los poemas prohibidos y los publica en edición bilingüe, con traducción de Jaime Siles y precioso formato de tapa dura. Y le encargaron a Pat Andrea (La Haya, 1942) que ilustrase la obra. Y este no lo hizo, sino que interpretó los pasajes baudelairianos construyendo un texto paralelo al del francés, con unos dibujos a medio camino entre la reverencia de Romano y la caricatura de Aretino, delicados a veces, durísimos otras, picantes, brutales o inocentes.Hoy es rarísimo encontrarse pasajes pornográficos en la literatura o la poesía no pornográfica, y aún esta está casi desaparecida. Mario Vargas Llosa comentaba estos días la desaparición del erotismo; aunque su planteamiento resulta interesante, creo que se equivoca y el fenómeno que él refiere es más bien la transposición a la imagen del erotismo literario y su conversión en pornografía.
Les dejo con uno de esos raros ejemplos de la última poesía en la que la pornografía aparece en un texto de un libro que nadie ubicaría en el subgénero X, y lo hace sin fricciones, con la naturalidad que otorga la indistinción de las cosas si simplemente son buenas:
Con qué blanca violencia cae
hasta abrirse tu espalda y son
dos flores de cobre tus nalgas
que abiertas derraman dulzura
el presente de las dos lunas
oro depuesto lo más tibio
fondo de toda pureza
Ah el ángel de la coprofilia
la piel de armiño de los ángeles
el doble arcángel de las nalgas
frufrú de noches clandestinas
de una colegiala en París
el gotear del cobre líquido
nalgas que dan melocotones
regalan monedas de moka
aroma de ámbar subterráneo
Ay el amor de las dos ancas
No no toquéis nunca esta luz
No profanéis el cielo suave
escándalo de claridad
Nadie profane el paraíso
cuando tu cuerpo da bombones
Saint-Germain y sus fuegos fatuos
bistrots de zinc ametrallado
chirridos del billar eléctrico
el sorbo de nieve en tu vientre
Todo lo que fuiste de niña
y la niña que eres ahora
pastorcilla de los crepúsculos
La noche con ojos vendados
El invierno con botas negras
Pere Gimferrer, Mascarada, Península, 1998, traducción de Justo Navarro.
___________
En Almacén: Poesía erótico-pornográfica de los Siglos de Oro, ilustrada
2009-11-05 16:19
Muy buen artículo. Vi en la web de del zorro rojo algunas otras ilustraciones.
http://librosdelzorrorojo2.blogspot.com/2008/08/las-flores-del-mal-los-poemas.html
Compraré el libro. La traducción de Jaime Siles parece tambien muy curiosa.