Extraña resulta la dependencia entre texto y autor. Hasta qué punto la mano está en la letra. Por qué las configuraciones, las quimeras, el lenguaje maquinado tenga huellas del cerebro que lo hurdió. Qué queda de la transferencia entre humano y personajes, una construcción cuyo cemento es un espejo del creador, o los restos que llegan a la playa meses más tarde de ocurrido el naufragio.

Agonal
No se atrevió la enfermedad a acometer
la lenta empresa de demolición
del cuerpo más allá del agrietado
y la desecación serena de la piel,
los folículos huyendo como ratas
que abandonan el barco perseguidas,
la mirada sin sombras que ocultasen
la certeza del muro que se acerca,
y el emperador en su decrepitud
recibe y cuenta a su interlocutor
sobre la risa tendida en los establos
cuando el gorjeo no eran estertores
que acaban como dulzor en las encías,
le habla del temblor en las esferas
lentas y doradas del delirio
cuando los cuerpos lanzaban sus vagidos
bajo el dominio constante de su lengua,
le acerca y le susurra sobre la tristeza
que recubre el cetro y sus salpicaduras,
recuerda el viento y la piel de los caballos
como caricia entre las salamandras,
tiemblan las córneas, el iris atravesado

Encontré ese texto entre mis archivos, por casualidad. Está fechado hace dos años; al principio dudé de su autoría: no recordaba absolutamente nada en torno a esas letras: me resultaba ajeno, no tanto por el estilo, que podía reconocer como mío, sino porque desconozco la procedencia del sentido, no hay nada en él que me ilumine el origen o el destino al que quería llevarlo. Y eso es inquietante, porque indica que hubo un momento, un instante, en que tuve un proyecto, una idea, y fue lo suficientemente fuerte como para plasmarla en esos versos, que además —virtudes de los procesadores de textos— fue revisado durante 3 días hasta abandonarlo en ese verso que cuelga como un acantilado, un vértigo incompleto. Así, ¿puedo decir que es mío? ¿Soy yo su autor? ¿O se ha desprendido definitivamente? Insisto, lo miro buscando cicatrices, arrugas, gestos que recuerden… pero me quedo como imagino que se observa a un hijo en el que nada de ti se hace presente.