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Textos del cuervo por Marcos Taracido

TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.

Libros postergados

A veces encuentro en las estanterías el sentimiento que estimo más parecido al que genera la culpa cristiana. Ocurre cuando repaso los volúmenes en busca de algo y me encuentro algún libro que hace tiempo que propuse leerme y todavía espera. Más que un encuentro es un asalto, una conquista abrupta de mi cerebro por parte del libro, de su autor, de sus letras, como si todos sus personajes y narradores hubiesen llegado hasta mi puerta y esperasen ahí, manifestados, para recordarme con su sola presencia que deben ser leídos. Estos son algunos de esos fantasmas:

Tirano Banderas. No lo leo por miedo, un miedo doble y extraño: por un lado temo decepcionarme a mí mismo no pudiendo con la novela de Valle, pues fragmentos que he leído anuncian una dura pugna, una batalla cruenta por cada palmo de texto; por otro lado, el temor es a ser yo el decepcionado por uno de los pocos totems a quién yo rezo: tengo la sensación de que el intento de Valle sea un naufragio.

El Criticón. He leído buena parte de la rocosa obra de Baltasar Gracián, y la he disfrutado. En este caso la demora y eterno aplazamiento de la lectura de este pilar del Barroco se debe exclusivamente a una pereza apuntalada: 812 páginas en la edición de Cátedra, con letra abigarrada y multitud de notas que no puedo evitar leer. Por lo demás estoy convencido de que disfrutaría mucho, pues tanto el conceptismo como el carácter misceláneo del libro son características que estimo y añoro.

Fortunata y Jacinta. Le cogí manía a Galdós (y a toda la novela realista) en la licenciatura. Un capricho estúpido más que una posición argumentada, pues en realidad disfruté con Misericordia o con Clarín. Pero el caso es que abjuré de toda una época y apenas volví sobre ella más que para consultas o toma de notas. Sí, no leí Fortunata y Jacinta, y para acrecentar la culpa sólo resta que Juanito Santa Cruz se me aparezca en sueños para hacerme un hijo.

Moby Dick. Su lectura conlleva dos problemas: otra vez el tiempo, y mis prejuicios a la hora de leer traducciones. Hace años me dije que ya la leería cuando supiese el inglés suficiente, pero este lleva tiempo estancado en un utilitarismo muy poco enriquecedor y a todas luces insuficiente. Así que cuando El País la colección de libros de aventuras lo cogí, en dos volúmenes de papel malucho y edición barata que, puestos a poner excusas, tampoco anima a emprender el periplo de su lectura.

Sed de champán. Vamos a ser malos. Me enteré del éxito de la novela de Montero Glez, saludada como un texto rompedor, novedoso, moderno. No la encontré por aquí, así que pedí el libro a través de internet. Dice poco de mí, pero cuando lo tuve entre las manos se me quitaron todas las ganas de leerlo, aún antes de abrirlo siquiera: la portada es la imagen de una muñeca desnuda, cruce entre la insulsez de una barbie y las curvas de Marilyn. Y tengo miedo, mucho miedo, de que el interior se parezca a la portada. Pero un día en que me levanté especialmente animoso tomé la novela y la abrí, dispuesto a darle una oportunidad, pues es sabido que no siempre el envase hace justicia al contenido, igual que hay hombres feos hasta el dolor que amas tan pronto conoces su alma. Y me encontré con la primera frase: «El Charolito sólo se fiaba de su polla.»; nada imposible de afrontar si no le hubiese seguido la segunda: «Era lo único del mundo que jamás le daría por el culo». Se fue a la estantería y allí espera a que yo o mi ojete estemos suficientemente lubricados.

Hay más, claro, pero quizás en otra entrega.

Marcos Taracido | 17 de enero de 2008

Comentarios

  1. purranki
    2008-01-17 08:53

    Moby Dick! Moby Dick! Moby Dick! lo he leido tres veces. Dos en inglés y la primera en una edición juvenil de Bruguera, lo que lo hace mucho más difícil. Aún así, es una lectura maravillosa porque es a la vez maravillosamente disfrutable y a ratos (bastantes ratos) alucinantemente plomiza. No plomiza de cualquier manera, sino de récord mundial, lo que la vuelve interesante dentro de lo plomizo. Todos esos capítulos centrales dedicados a cosas como el proceso exacto de destilado del aceite de ballena… sin piedad.

    No hay nada peor que la sensación de que el autor lo ha masticado todo previamente antes. A nadie le gusta la comida masticada en realidad.

  2. Carlos Alonso
    2008-01-17 10:12

    Como Josep Pla, Purranki… que en medio de una narración sobre contrabandistas en el Empordà, se queda “pillao” con el proceso de salazón de las anchoas . Y se pasa así cuatro páginas hasta que, como si despertase de un lapsus, sigue con la historia de los contrabandistas.

    Marcos, yo he tomado una medida para combatir mi vagancia lectora. Todos los libros no leídos se juntan en un estante propio en el que me da vergüenza posar la vista… Eso, de algún modo, me presiona.

    Ahí van algunos de los que engrosan la lista:
    Bajo el volcán, Rojo y negro, La educación sentimental, La patagonia rebelde, La montaña mágica, El misterio de las catedrales, La piedra lunar, etc, etc… por no hablar de un buen puñado de libracos sobre sociología del trabajo para los que nunca encuentro el momento…

  3. Ana Lorenzo
    2008-01-17 11:02

    Algunos de mi lista:
    La romana, de A.Moravia; Trópico de Capricornio, de H. Miller, Manhatan Transfer, de J. Dos Passos. Los dos últimos los comencé en varias ocasiones… será que no era el día ;-) El primero, ni siquiera lo he abierto…
    Y no puedo contenerme: La educación sentimental, Carlos (¿Carlos Alonso, prefieres?), es casi mi libro favorito. Me gusta más que Madame Bovary, sin dudarlo; Marcos, Fortunata y Jacinta es uno de los que me gustan de Galdós, no así Marianela, por ejemplo. Pero a lo mejor es que yo tuve la suerte de tener a Francisco Caudet como profesor de literatura comparada y del s. XIX: contagia el gusto por este siglo a quien sea, aunque no se esté de acuerdo con él en todas sus apreciaciones. Leedlos cuando podáis, de verdad merece la pena.
    «Plomiza [...] de récord mundial», ja, ja, ja, me lo apunto, Purranki.
    Un beso.

  4. Alberto
    2008-01-17 11:21

    Ah, ah, que momento señores, cuando representamos esa pequeña obra teatral de público cero y pensamos o decimos en voz alta justificaciones. “Voy a coger un libro, mmm… a ver cual, mmm…” – pasamos el dedo distraidamente sobre Crimen y castigo – “mmm, no es que no tengo tiempo ahora, para el verano, uno de letra gorda ahora… bah, me releeré otro pendón del humor de El jueves ...”.

  5. Carla
    2008-01-17 17:14

    Hablando de libros os recomiendo el libro y la peli que es una maravilla.
    A los que no tuvisteis oportunidad de ver ésta película en su paso por las salas comerciales, solo quería comentaros que a partir de este viernes 18 de Enero, LADY CHATTERLEY vuelve a la pantalla grande en Madrid, en el Cine PEQUEÑO CINE ESTUDIO en la Sesión de las 19:15.
    Aunque imagino que todos conocéis el PEQUEÑO CINE ESTUDIO, su dirección es Magallanes 1.

  6. Sergio
    2008-01-17 21:47

    Mi lista está vacía. Cuando acabo un libro me doy el gustazo de ir a una librería y comprarme el que más me apetezca sabiendo que me lo voy a empezar en cuanto llegue a casa (o antes). Hace años que me impuse la regla de no comprar un libro hasta haber acabado el actual

  7. Marcos
    2008-01-17 22:30

    Purranki, no me animas. Todavía me entran temblores al recordar la lectura de Sotileza y sus interminables descripciones de las actividades marítimas.

    Pero Carlos, eso es atroz: es como colgar el cadáver en el porche en vez de enterrarlo en el jardín.

    Ana, yo creo que Trópico de Capricornio hay que leerlo con las hormonas en ebullición. Después pierde mucho.

    Ah, Sergio, pero tú eres un libertario…. yo soy un esclavo que lucha por ser liberto, pero nada más.

    Saludos

  8. joseluis
    2008-01-18 14:22

    Pues yo acabo de terminar Lord Jim, de Conrad. Lo compré y empecé en Febrero 1992, en tres o cuatro intentos anteriores me atragantaba al rato, me parecía pesadísima la prosa y casi inexistente la acción. Apasionante o menos, que ver el humo de un cigarrillo olvidado en un cenicero.

    Y lo he terminado, a esa dicen que obra maestra, 444 páginas. Ed. Bruguera. Ya no sé si es cosa del traductor, ya no sé nada pero el libraco, una de los mayores ladrillos que conozco; es que no salvo ni cinco páginas. Si alguien me explica …

  9. Otis B. Driftwood
    2008-01-18 15:23

    joseluis: Lord Jim me lo intenté leer (en inglés, para no depender de traducciones) y lo dejé aproximadamente a la página 50. Me pareció un ladrillo sin sentido ni sustancia, y no por la ausencia de acción (hay libros donde tampoco la hay y son cojonudos), sino porque estaba escrito de manera plúmbea.

    Lo mandé a Bookcrossing y lo solté en el banco del metro… supongo que a alguien le habrá aprovechado, pero a mí, de entrada, me ha tirado para atrás de comenzar “El corazón de las tinieblas”. Es lo que tienen los mitos.

  10. joseluis
    2008-01-18 20:58

    Pues me alegro de semejante muy cualificada opinión coincidente, Otis. Dos veces coincidente, porque miro de reojo al Corazón de las tinieblas. Gracias !


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