TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
«Voces daba el bárbaro Corsicurvo a la estrecha boca de una profunda mazmorra». Leí Los trabajos de Persiles y Sigismunda hace más 15 años, y de aquella lectura recuerdo un apasionamiento que quisiera corroborar ahora, cuando la menor cantidad de pelo no ha dado sino en acrecentar el número y la variedad de las lecturas, y con ello, espero, el buen criterio y la caída de prejuicios. ¿Es igual de grande Cervantes en su obra póstuma que en El Quijote? ¿Es capaz, como con los libros de caballerías, de voltear todo un género y convertir las manidas novelas de aventuras bizantinas en una obra maestra?
Rayuela, otra lectura casi juvenil que necesita de una revisión. Me da miedo, porque temo que amortiguado todo entusiasmo y ajada la ilusión del novato que se come el mundo, se me pueda caer un mito. Aunque no lo creo, pues me temo que a Cortázar, como a Cervantes, su prosa le salva de cualquier veleidad creativa.
Los tres volúmenes de Góngora y el Polifemo de Dámaso Alonso. Es quizás el libro del que más haya aprendido sobre poesía. Alonso explica a Góngora no con inefabilidad, pero con tanta creatividad que su versión es una maravilla en sí misma. Y me interesan no tanto lo sonetos, que no he dejado de leer nunca, como los romances y las Soledades, todo un reto para la paciencia y pasión de detective.
La Ilíada y la Odisea. Una lección magistral de literatura; la evolución humana tendría sentido si fuese encaminada a otorgar a todo ser humano el tiempo sobrante suficiente para leer ambas obras cada año. Además, una edición cuidada —por ejemplo la de Akal/Clásica— convierte su lectura en aprendizaje constante sobre historia, mitología y arte.
El ensayo de Octavio Paz Sor Juan Inés de la Cruz o Las trampas de la fe. Mi lectura fue precipitada, sin poso ni demasiado tiempo para asimilar lo que leía, con la premura del que piensa engullir un tipo de alimento que cambiará su organismo para siempre, casi un veneno consentido.
2008-01-05 02:44
Hay libros que me producen una sensación parecida a la nostalgia mientras los estoy leyendo: sé que probablemente no los volveré a leer, pero al mismo tiempo me doy cuenta de que son obras que no se agotan con una sola lectura, a veces demasiado precipitada. Hay tanto que leer y tanto que releer, y tan poco tiempo, que da vértigo sólo de pensarlo.
Así, a bote pronto, yo me apuntaría como una relectura obligatoria “El crepúsculo celta”, de Yeats.
¡Saludos!
2008-01-05 20:06
Yo quisiera releer Industrias y andanzas de Alfanhuí, de Sánchez Ferlosio.
Y también Los sueños, de Quevedo.
He conseguido releer algunos de los títulos de la Biblioteca del Humanismo, de Aguilar, de los años sesenta y tantos: Edipo Rey, El misántropo, Fedra... pero me quedan muchos.
Un beso.
2008-01-06 13:33
Sí, Insignificante, esa es exactamente la sensación; y a la lista que hice subyace el sentimiento de que, aunque no del todo, perdí el tiempo cuando los leí por primera vez, pues ahora pienso que no estaba preparado: me equivoco seguramente, y toda lectura deja su poso aunque no lo advirtamos.
Pero Ana, el de Ferlosio, incluso el de Quevedo, son libros breves, que casi pueden leerse en cualquier momento; si te fijas, algo común a todos los libros de mi lista es su extensión, que impiden una lectura rápida y necesitan de planificación para lanzarse a ellos, de ahí la dificultad de encontrar el momento.
Saludos