TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
De la superioridad de la música sobre las otras artes. Disecciónese un concierto. No se trata ya únicamente de la complejidad de la partitura de cada uno de los instrumentos, sino de que todos y cada uno suenen a un tiempo, con la misma cadencia, el mismo ritmo, la misma intensidad, entrando y saliendo en el segundo exacto, mezclando melodías, enfrentándolas, conjugando tipos distintos de sonidos, llenando cada instante de multitud de tonos en una condensación de matices y texturas que ninguna otra manifestación humana puede igualar. Al lado de una partitura, un texto de los que trabajamos con palabras es un balbuceo infantil, el torpe gemido abortado que quiso ser un grito. La polifonía, a la que cualquier pluma aspira inútilmente. Y hay más: la música es el único modo que tenemos de domar el tiempo, de conjurarlo, de recrearlo como magos que elevan y bailan los objetos con una varita: la música posee el don de la simultaneidad en movimiento, facultad que al arte se le escapa en su quietud y a las letras en su linealidad. Y más: la música es la única de las artes púramente abstracta, liberada del peso del sentido y la referencialidad; acercarse a ese sentido —piénsese en la textualidad de la ópera o en la imitación que muchas composiciones hacen de la figuración— es una opción, no un yugo.
Ensáyese, pues, cualquiera de los temas que bullen en el planteamiento: de cómo cualquier instrumento es más poderoso que la pluma; de por qué, sin embargo, la pluma tiene tanto poder; de cómo un acorde puede explotar directamente en las entrañas, mientras una frase necesita intermediarios; de la envidia: de cómo cada escritor quisiera ser no ya compositor sino un intérprete.
Estúdiese, por ejemplo, a Mozart: analícese como haría con el hábitat de un insecto un entomólogo: cada nota y cada minuto legible de su vida. Procúrese el secreto que revele cómo una obra puede llegar a un tiempo a tus contemporáneos —ser popular, por tanto— y ser inolvidable para la historia. La fórmula destruiría por completo toda la modernidad.
2007-11-08 12:15
Me encanta: es uno de los textos más bonitos que he leído. Su título debería ser: Apunte, apunte: por qué usted escribe (en vez de tocar música o componerla). La respuesta, el precioso texto. Buaah.
2007-11-09 18:56
La razón para mi, es muy sencilla.
La música es mental y emocional.
La escritura, en primera instancia, es física, es una herramienta para “explicar” cosas.
La música se explica ella misma, es su propio fin, no necesita traducciones, llega por un atajo a lo más profundo de la mente y la emoción. Por eso es intemporal, como lo son las emociones humanas.
Tecnológicamente, el hombre ha progresado lo indecible a lo largo de milenios, pero mental y emocionalmente, estamos al mismo nivel que los moradores de Altamira, sin ser ello un reproche.
No importa no saber italiano o alemán, para vibrar con una ópera.
Uno, puede viajar a cualquier país y no entender el idioma, hablado o escrito, pero escuchando la música local con atención, se impregna del sentir de sus gentes.
La música es un arte de luz.
La escritura en si, una habilidad que, una vez dominada, permite llevarte en volandas a la comprensión de una idea, está al servicio de esa idea.
Tengo un recorte de periódico del tamaño de un postit, guardado en una cajita metálica en mi casa, desde hace unos veinticinco años, no se el autor de la frase, pero reza así:
“La música es una revelación más excelsa, que toda la sabiduría y toda la filosofía que puedan crear los hombres”.
Comulgo con esa afirmación y evidentemente esto es solo una opinión.
2007-12-06 13:31
“... ya Pater, en 1877, afirmó que todas las artes aspiran a la condición de la música, que no es otra cosa que forma. La música, los estados de felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizás, el hecho estético.”
Fragmento de “La muralla y los libros”, de Borges.
http://oyomes.blogspot.com
Saludos
Oyom (una revista bastante alejada de la música, jaja)