TdC es un diario de lecturas, un viaje semanal por la cultura. Marcos Taracido es editor de Libro de notas. Escribió también las columnas El entomólogo, Jácaras y mogigangas y Leve historia del mundo [Libro en papel y pdf]. Ha publicado también el cómic Tratado del miedo. La cita es los jueves.
Jamás presentarse a premio alguno, salvo que aseguren de antemano una victoria insultante, épica y lucrativa. Los adjetivos están escogidos con cuidado: ha de ser insultante, pues de otro modo se insultaría a sí mismo; ha de ser épica, pues sólo aura magna y poderosa confiere la dignidad suficiente para que sea una victoria en la ficción; y ha de ser lucrativa: todo el cansancio tumbal que genera la epopeya sólo es soportable con el horizonte del dinero y la tranquilidad. Nárrese, por lo tanto, la historia de un Premiado con el detalle proustiano, la paciencia de Clarín y el desprecio por el mundo de Quevedo.
La mitomanía —literaria— como una ortopedia, y su destrucción, arrancarle a un cojo sus bastones. Analizar, no importa el género, el efecto de esa desintegración, de la caída del tullido. Descifrar por qué el mito no es la obra sino su artífice, siendo la primera siempre y en todos los casos en que hay mito infinitamente superior al segundo.
Argumento para un drama: en los primeros instantes, un hombre muere en escena; la familia, con las horas, pasa del estupor inicial a un sucesivo aclimatamiento que fluye entre la desolación y el alivio, aunque en ningún momento se sabe la causa de ambos. El cadáver ha de oler progresivamente hasta que se haga difícilmente soportable. El muerto ha de ser un buen actor.
2007-10-25 22:07
Buf, qué difícil todo hoy. El primero ya desmoraliza desde el principio; vamos, que lo de menos es lo de los estilos proustiano, clariniano y quevediano, y eso no es poco. El segundo es indescifrable (o a lo mejor es bueno aplicar aquí eso de que la explicación más simple suele ser la más acertada): ¿porque el hombre es tonto?; luego se puede adornar. El paso del estupor a la desolación y el alivio, vaya, pero que no se sepa la causa, combinado con que el cadáver tenga que oler cada vez peor y que el muerto tenga que ser un buen actor… caramba, que se arruina uno en la puesta en escena y los contratos, todo para que venga luego un crítico de los de la línea de la ortopedia y destrucción y tumbe la obra descalificando el mito del actor (ideales para este papel José Luis Gómez o Héctor Alterio, aunque no sé yo, porque profesionales sí que son, pero igual el papelito…), y encima venga el editor y te diga que como el actor ha abandonado la obra pues de lo del premio, que ya te puedes ir olvidando.
Oye, ¿tú hoy tenías ganas de animar a escribir o de animar a que lo dejemos?
Un beso.