Se trata de remover una consciencia extraña, un temblor oculto que aparece con un ímpetu que poco a poco nos inunda e invade y conquista, una alegría de la piel y los órganos que sólo descansa con el estallido lacónico, como una burbuja malherida que desaparece y deja apenas un rastro de humedad. Se trata de la letra más corpórea y directa, casi un hechizo que bebido lleva a esa excitación tan parecida a la contemplación de la cercanía de la muerte, pero tan gozosa. O quizás sea la reproducción del éxtasis, la antropofagia a la que todos volvemos, absorber con ansia un cuerpo que es el tuyo, buscar en los labios, en el cuello, en los pechos, en el vientre, en el pubis agrietado o voluptuoso, en las nalgas, las rodillas, los pies, el pelo… un espejo de la fusión con otro.
Celestina tenía que haber abandonado el ovillo y darle a leer a Melibea alguno de los centenares de letrillas, sonetos, villancicos y ovillejos de materia pecaminosa y encendida que hervían en los oídos y los vientres de cortesanos y damas, de burgueses y burguesas, curas, abades y abadesas. Culos, tetas, carajos, coños, putas, bujarrones tuvieron toda una literatura a su servicio, tan silenciada para la historia como real y palpable, y disfrutable; quizás en exceso oculta bajo la máscara del humor y la gracia, una pornografía burlesca que apenas llegó a encontrarse nunca con un verso sereno y recto. La alcahueta debiera susurrar al oído de la chica, sino mediaran algunas décadas por medio, un verso de Aretino: «Dammi la lingua, e apponta i piedi al muro».
(No falta bibliografía de esa época y materia: documentadísima recopilación crítica de Alzieu, Jammes y Lissorgues en
La poesía erótica del Siglo de Oro (Biblioteca de Bolsillo, Crítica, 2000); la desaparecida colección
Erótica Hispana (Ediciones Aljibe) editó la
Carajicomedia (1995) y la
Poesía erótica de Diego Hurtado de Mendoza; preciosa y cuidadísima edición de los
Sonetos sobre los «XVI modos» con los poemas de Pietro Aretino y los dibujos de Giulio Romano, un ejemplo inusitado de atrevimiento y buen hacer renacentista; entre otros pocos.)
Tiranía del gozo (
José Olivares, al-harafish, 2006) lame aquellos versos alegres, picantes, sucios y subversivos de la moral católica de la Inquisición, y utiliza muchos de sus recursos para
salivar un cancionero erótico moderno en el que el sexo despliega una geografía como un cuerpo: agujeros y montañas de burlas y veras, la rima o la estrofa como unas curvas que ayudan a que el tacto y la lectura jueguen y saboreen el paseo, camino en el que siempre la sátira es medida y ponderada por una mirada más profunda, un rostro que ante la caricia que baja por el vientre duda entre reprimir la sonrisa o abrirla.
2007-01-18 17:07
Gracias, Marcos. Interesante artículo. La literatura, la poesía, no pueden quedar al margen de la vida. Calixtos, Melibeas y Celestinas, necesitan de pócimas mágicas, como la poesía. También el común de los mortales. La buena no se pasa de moda. Con el mismo tema, podemos leer un poema de la voz más importante de la actual poesía árabe: ADONIS:
Página de la crónica de Shams al’Bahlul —>
Asaltan los labios entre sus muslos repiten una historia que se repite
desde ahora se ve la eternidad
desde ahora se palpa el inicio
Alif Bâ Dâl = Bâ Dâl Alif *
Extravíale o pulsación dueña del misterio conviértete en su ritmo
dale a su cabeza la oportunidad de hundirse en tus brazos
él es el experimentado, el purificado
el flujo que brota, el altar que chorrea esperma y luz.
«Singulares»
ADONIS —Ali Ahmed Said Esber—
Traducción de Trino Cruz y Khalid Raissouni
*Raíces árabes trilíteras que evocan una la eternidad, la otra el comienzo.
Saludos.
2007-01-20 14:33
Claro, pero el poema de Adonis es ejemplo de lo que apuntaba en el artículo: que la erótica moderna es “seria” por contraposición a la clásica, casi siempre burlesca; por eso llama la atención el libro de Olivares, mezcla de uno y otro.
Saludos.