Álvaro Pons es lector de tebeos y colaborador en diversas publicaciones. Edita La cárcel de papel, sitio imprescindible en español sobre el mundo del cómic. Tebeos raros dejó de actualizarse en abril del 2006.
Tiempo ha que los fanzines eran publicaciones artesanales, donde primaba la tijera, el celo y la máquina de escribir para componer los intrincados rompecabezas que luego se llevaban con sumo cuidado a la fotocopiadora, donde 50 o 100 ejemplares darían testimonio del esfuerzo sin par que se había realizado. Pero llegó la informática y la bajada de costes de edición, y ahora cualquiera con una copia legal o pirata de un programa de autoedición y otro de retoque fotográfico se cree con la capacidad de hacer un fanzine. La técnica la tiene, pero para llenarlo hacen falta ideas, y de las buenas.
Así, entre aspirantes a fanzineros que no pasan de meros aporreateclas, los que tenían ideas fueron huyendo hacia revistas que, pese a mantener el nombre de fanzine por aquello de no tener ánimo de lucro y a duras penas poder pagar la imprenta, tenían un aspecto y funcionamiento mucho más profesional. Parecía que los fanzines de toda la vida estaban tocados de muerte, hasta que un día, a la chita callando, aparecía entre las publicaciones de algunas librerías un pequeño panfletillo de forma cuadrada que, muy oportunamente, recibía el nombre “Fanzine enfermo”. Y la sorpresa ante el fanzine fue mayúscula, porque a pesar del nombre, la única enfermedad que se le puede achacar a sus autores es la locura de seguir creyendo en los tebeos como forma de expresión y de contar historias. Tras dos números imprescindibles, aparece ahora el tercero, con alguna colaboración de autor consagrado como Fermín Solís, pero manteniendo la nómina de autores que agrupa nombres como Alberto Vázquez, El Félix, Dani, Lola Lorente o Jano que llenan las páginas de historias distintas, que absorben miles de referencias que van desde Gorey hasta Ulf K. pasando por autores minimalistas como Brian Thompson para lograr estilos propios. Desde la diversidad, los autores de Fanzine Enfermo logran una extraña coherencia que les lleva a hablar de lugares extraños, de narraciones oníricas que más tienen de pesadillas que de sueños, de personajes que no pertenecen a este mundo pero, posiblemente, a ningún otro más que al que sus autores han creado.
Una publicación que recupera el sentido del fanzine como lugar común para autores noveles que buscan formas nuevas de expresarse y experimentar con un lenguaje en formas y modos que jamás les consentiría una gran publicación.
Por desgracia, es difícil encontrar ejemplares del fanzine más allá de las capitales y algunas pocas librerías donde llega, pero vale la pena buscar y rebuscar para conseguir todas y cada una de estas pequeñas joyitas.