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En casa de Lúculo por Miguel A. Román

Miguel A. Román entiende la cocina como el arte de convertir a la naturaleza en algo aún mejor. Desde comienzos del milenio viene difundiendo en Inernet las claves de ese lenguaje universal. Ahora abre aquí, los días 12 de cada mes, su nuevo refectorio virtual.

La fruta del paraíso

Cuando los cruzados conquistaron Tierra Santa —y se hicieron de paso con el control de las rutas comerciales de la seda y las especias- llevaban con ellos la obsesión de “rescatar” todos los elementos bíblicos que se les ocurrieran, desde el Santo Grial y la Vera Cruz hasta el trapo de la Verónica y el pesebre natal. Entre estas ideas fijas se encontraba la de localizar el sitio donde se ubicó el paraíso en la tierra, y en este lugar identificar el árbol del que Eva y Adán comieron para su perdición y la de todos sus descendientes: ustedes y yo mismo.

Y hete aquí que lo hallaron: Entre las riberas del Tigris y el Eúfrates, donde el Libro del Génesis dispone, dieron con una planta de escaso fuste de la que colgaba un fruto del color del oro, dulce como la miel, todo él pulpa suave, sin semillas y con la forma inequívoca de… ejem… un falo erecto. No podía ser otra sino esta pecaminosa fruta, la que indujo a la madre del género humano a catar de ella contraviniendo el divino veto, con los catastróficos resultados de todos conocidos y sufridos.

Pusieron pues al mítico producto el sobrenombre de “manzana del paraíso” y con tal cuento regresaron a Europa donde los artistas se fijaron más en la nomenclatura que en la descripción y no sabiendo representar las formas lúbricas referidas (o no atreviéndose), trocaron la drupa en la consabida manzana, que es hoy el icono aceptado del pecado original. Solo la minuciosidad taxonómica de Linneo conservó para esta fruta su origen ligado al Edén: Musa paradisiaca.

El plátano, banana, banano, cambur, topocho o guineo, pues no es otro el protagonista de esta anécdota, no es por tanto, como algunos aún creen, originario de América meridional, sino que tiene sus cunas en Ásia y África, aunque su cultivo haya encontrado óptimo asiento en aquellas longitudes (otro tanto sucede con el café o la caña de azúcar). Más de 500 variedades —contando solo las de frutos comestibles- se cultivan hoy en todo el mundo.

(Evidentemente, me tengo que permitir el pequeño chauvinismo de preferir, y recomendar a quien me pregunte, los frutos de la “Cavendish enana” que se cultivan en el archipiélago Canario).

Pero vayamos a la cocina, que es lo nuestro, y donde el plátano se destaca del resto de la frutería —en dura competencia con la manzana, la de verdad- en posibilidades de llegar a la mesa en forma más elaborada que el consumo primate del pelado y deglutido en crudo: frito, asado, flambeado, horneado, en tortilla (¡sí!), en “macedonia”, rebozado, en batido, en “mousse”, etc… tal es la riqueza de combinaciones y modos que acepta.

No es extraño pues que esa vasta oferta haya cuajado en presencia fija en muchas tradiciones: los venezolanos lo incorporan frito a su plato nacional: el pabellón (y en este caso no es postre, sino plato fuerte), los jamaicanos lo flambean con su poderoso ron, los canarios lo amasan con el gofio o lo fríen en tortitas y hasta los poco tropicales ciudadanos del Reino Unido lo han acogido cariñosamente entre sus tradiciones navideñas elaborando el “banana nut bread”. Hace años, en una tarde del día de Navidad me prepararon y sirvieron esta sencilla y satisfactoria receta casera de británica cuna, y que comparto a continuación con ustedes, tal y como su autora me la hizo llegar:

PAN DE NUECES Y PLÁTANO.
Ingredientes:

  • 1 taza de azúcar moreno.
  • 250 grs. de mantequilla.
  • 4 plátanos maduros (de Canarias por favor).
  • 1/2 taza de nueces troceadas.
  • 2 tazas de harina.
  • 2 cucharaditas de canela.
  • 1 cucharadita y media de levadura
  • 2 huevos.
    Para la decoración: Azúcar glass, una cucharada de leche evaporada.

Elaboración:
En una sartén, troceamos los plátanos, mezclamos con la mitad de la mantequilla (blanda no derretida), añadimos las nueces y la mitad del azúcar. Lo removeremos a fuego lento, hasta que se forme una especie de almíbar dorado y pegajoso. Dejamos enfriar.

En un bol, mezclaremos los ingredientes húmedos, es decir, el resto de la mantequilla, el resto del azúcar (vale, vale, ya sé que no es precisamente húmedo, pero ése es su lugar) y los dos huevos batidos.

Ahora añadimos nuestro particular almíbar con plátanos y nueces.
Volvemos a batir. En otro bol, hemos reunido los ingredientes secos. Harina, levadura y canela finamente tamizadas, van cayendo en lluvia sobre la mezcla húmeda. Batiremos con fuerza durante unos 5 minutos para conseguir la consistencia adecuada de masa.

El horno precalentado a 150 grados (si es de aire, 180 en horno tradicional) acogerá a la bandeja de pudding, previamente embadurnada con mantequilla, con la morena masa en su interior, que en 45 minutos deberá cuajar en una consistencia suave y esponjosa. De todas formas, transcurrido este tiempo, pinchad el pan con una varilla. Si sale limpia, estará listo.

Para la decoración, mezclamos media taza de azúcar glass con una cucharadita de leche evaporada (también podéis usar crema de queso), y lo calentamos ligeramente. Con ayuda de una cuchara, id formando rombos u ondas sobre el pan mientras la mezcla esté todavía caliente (en frío es imposible).

Según la tradición, el pan se sirve en una cesta alta, cubierto con un paño de motivos navideños.

Miguel A. Román | 12 de diciembre de 2010

Comentarios

  1. Ernesto Vergara
    2010-12-13 00:51

    Esta historia es muy interesante, ya tenia algunas referencias al respecto, el plátano o banano es una fruta deliciosa y toda una musa del amor, es fruta por excelencia en todo el mundo, sobre todo en los paises tropicales donde es parte de la canasta familiar, ahora ya no importa su origen, nos interesa su uso y preparaciones tan especilaes y deliciosas.

  2. Marcos
    2010-12-13 07:09

    Ah, amigo, has tocado mi fruta. En mi época de estudiante desplazado sobreviví algunos días sólo con plátanos. Ahora he aprendido a controlarme, pero antes no podía tomar uno sin complementarlo con otro. Y ahora con pan, mi otro producto preferido.

    Ya tardo en probar tu receta. Gracias y saludos.

  3. Carmela
    2010-12-13 10:50

    Yo era de las que pensaba su origen en América meridional, interesante. Mi preferida, el canario y por supuesto con pan. La receta caerá estas fiestas.
    Saludos

  4. Viena
    2011-07-13 14:06

    Esta versión sobre el fruto del paraíso, no la conocía. Sí sabía que la manzana, la pobre, se cargó las culpas sin motivo, pues nunca en la Biblia al parecer, se dijo que Eva comió una manzana, sino que simplemente se dijo: “comió el fruto”. Algunos sostienen que ese fruto fue el higo, ya que posteriormente a la caída, Adán y Eva según el relato, se cubrieron con hojas de higuera, como que era ese árbol y no otro el que tenían enfrente, pero ¡quién lo sabe!
    Esta versión tiene también su sentido, primero por la forma fálica del plátano, ya que tenemos el empeño de relacionar el pecado original con el sexo y por otro lado, en la tradicción oriental, el plátano es visto como el símbolo de la fragilidad o de la impermanencia de las cosas, algo que parece quedar encerrado en el mito bíblico: al comer el fruto prohibido, los habitantes de aquel paraíso se hacen mortales.
    En fin, la receta estupenda, tomo nota para probarla en cuanto pueda. Gracias.
    Un abrazo


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