Se volcarán aquí, cada día 27 de mes, una serie de reflexiones personales —aunque no necesariamente de ideas originales— sobre la mente, la realidad y el conocimiento. La autora es profesora del Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportaminento de la Facultad de Psicología de la UCM. En LdN también escribe Una aguja en un pajar.
Nunca me ha interesado mucho la “política” tal y como suele entenderse por aquí, más bien como una especie de lealtad y apoyo a los que cada uno considera los suyos. En este contexto, es muy difícil que cuando alguien haga algún comentario los demás no lo sitúen necesariamente en uno de los bandos y que el resto de sus reflexiones no sean ya evaluadas a través de ese prejuicio. Por eso he evitado muchas veces hablar aquí de temas que, aunque me interesan, en un momento determinado adquieren un matiz político en el que no quiero entrar; no quiero acabar debatiendo sobre partidos políticos ni sobre políticos. Pero hoy no puedo evitar hablar de uno de los temas que más me importan, y no sólo porque formen parte de mi trabajo, sino porque ha sido el tema central de mi vida: el conocimiento.
Ahora el lema que más aparece por todas partes es el de la defensa de una enseñanza pública y de calidad. Por supuesto firmaría esto, llevo años luchando por ello y apoyándolo y lo consideraría como uno de los fines prioritarios en cualquier sociedad. Pero, como siempre, no todos debemos ver lo mismo cuando hablamos de la calidad. Está claro que el problema de la financiación, que es el que está movilizando a la gente, es importante, la pérdida de puestos de trabajo para los implicados mucho más…, pero esa no es la reivindicación fundamental: la calidad.
Por lo menos no es la calidad tal y como yo la entiendo. Por ejemplo, en el caso de la enseñanza superior, una universidad de calidad es aquella que tiene a los mejores profesores y a los mejores alumnos, en la que la formación que se da es la que en cada momento se considera necesaria en cada área de conocimiento. Jamás he visto la más mínima protesta entre los alumnos ni entre los profesores en esta dirección, ni movilizaciones, ni protestas, ni acciones que vayan encaminadas a ello. Y no será porque no sea necesario.
Llevo muchos años pensando que se confunde una enseñanza pública y de calidad con una enseñanza en la que más o menos todos consigan un título, hagan lo que hagan, aprendan lo que aprendan. Que lo público se confunde con lo gratuito y sin ningún esfuerzo. No hay profesor con el que no hables que no piense que cada año tiene que bajar un poco más el nivel, porque si no tendría que suspender a casi todos. Y no soy de los que piensan que la culpa sea de los alumnos, ni por supuesto que estos sean cada vez más torpes; la formación de cada generación tiene mucho que ver con cómo la han educado las generaciones anteriores. No podemos pedir que motu proprio se les desarrolle la necesidad de esforzarse si hasta entonces no les ha hecho falta. Y el problema no es de ahora que vienen los recortes, porque incluso cuando se redujo la ratio de alumno por aula y se ofrecían todo tipo de apoyos, el nivel seguía su vía descendente. Por lo tanto, algo falla en la ecuación.
Nunca puedo evitar hacer la comparación con el deporte, porque parece más objetivo, porque ahí no es tan fácil engañar. Llevo años dándole vueltas a por qué se han invertido tanto las cosas, cómo es posible que el nivel de la educación baje mientras nuestro nivel en deporte sube; nunca pude imaginar el lugar predominante que éste ha ido tomando al final del SXX y sigue en el comienzo del SXXI. Claro que hay inversiones económicas importantes, tanto públicas como privadas, no se puede negar que el dinero es importante, pero hay una diferencia fundamental: no se rebajan los estándares constantemente para que cualquiera tenga derecho a jugar en primera división y ganar lo que ganan las estrellas. Se escoge a los mejores y se les exige un rendimiento y unas condiciones y no se tienen consideraciones si no se cumplen. Es duro, pero es la única forma de conseguirlo.
Así que al margen de las inversiones económicas, no veo al personal muy dispuesto a hacer el resto de inversiones que son necesarias para una universidad pública de calidad; nunca he visto grandes protestas por lo que a todas luces es una enseñanza que va rebajando año a año su nivel. No he visto a la mayoría de alumnos ni a la mayoría de los profesores haciendo grandes esfuerzos para aumentar la calidad, porque ello requiere mucho trabajo. No he visto protestar por lo mal preparados que salen, por lo malos que somos los profesores, parece que eso no importa; se pita a un entrenador cuando el equipo pierde y juega mal, pero no a los que día a día no lo hacemos igual de bien con la educación. El día que esto empiece a pasar creeré que de verdad estamos luchando por una enseñanza pública de calidad, mientras tanto, estamos luchando por otros objetivos igual de legítimos, pero son otros.
2012-05-27 21:56
Una enseñanza pública y de calidad es una utopía porque siempre irá al ritmo de los peores, nunca de los mejores. Y el nivel ahí está: bajando, bajando, bajando. Nuestra sociedad premia el tener (como sea) no el ser y ahí estamos con casi el 25% de parados con unos profesionales que no aportan ningún valor añadido al PIB ynuestro país se desenvuelve perfecto en el mundo del ladrillo y el pelotazo, pero valor añadido…. Mås del 43% de los estudiantes universitarios quieren ser funcionarios atraídos por el conformismo en el que se han educado. Todo tiene que empezar por la escuela, donde se seleccionen a los mejores por materias (matemáticas, lenguas, etc…) No todos podemos ser buenos en todo y potenciar nuestras virtudes es el camino a un futuro mejor como universitarios y como profesionales. Pero eso es discriminación. Y para rematarlo la inversion de las familias en conocimiento, en educación, es mínimo invirtiendo fortunas en tocho, endeudándose hasta las cejas y de por vida. Eso sí reclaman que los libros de texto sean gratuitos…
2012-05-28 19:31
Reconozco que no tengo claro qué es exactamente la “calidad” en un sistema educativo, ni tampoco cómo se mide.
¿Por el nivel de conocimientos adquirido por los educandos? ¿La cosa PISA esa? Y, en este caso, ¿qué parámetro determina mejor el nivel: la cantidad de datos y amplitud de materias o la profundidad y detalle de los conocimientos?
¿Por la destreza en aplicar y explotar dichos conocimientos? Es decir, ¿son mejor resultado los teóricos o los prácticos?
¿O por los beneficios humanos que resulten de la aplicación de los conocimientos? ¿Es de mejor calidad una educación que genere científicos, arquitectos o ingenieros que la que produzca poetas, filósofos o cantantes?
Si, claro: que una mezcla de todo. No me convence, pero aún así ¿cómo lo medimos? ¿cómo sabemos que una educación es de “mejor calidad”? ¿Y cuánto debe esperarse para evaluar los resultados?
No creo, en cualquier caso, que haya que involucrar a los “mejores alumnos”. Los alumnos serán los que toquen, creo que es más práctico apuntalar los profesores.
Respecto al fondo del artículo reconozco que me encuentro desorientado. Mi hija estudia con unos medios infinitamente “mejores” que los que yo y mis compañeros tuvimos: internet, televisión, bibliotecas, visitan museos (a mí jamás me llevaron a uno), libros a color, libros de ejercicios, libros de consulta, clases de apoyo, pedagogos, logopedas, etcétera, etcétera. No hago las cuentas pero doy por supuesto de que son medios mucho más caros que los que yo tuve.
Y sin embargo no veo que ese despliegue rayano en el despilfarro le haya privilegiado con una educación de mayor calidad. Si he de ser sincero tengo la impresión de que es incluso menor.
Eso me confunde porque yo creo que tuve mejor formación que mis padres y ellos mejor que mis abuelos. Y mis padres y abuelos así lo veían, pero yo no lo veo en mi hija. Y entonces me pregunto si es una percepción subjetiva y realmente ella está entre los de la “generación mejor preparada” y yo no soy capaz de percibirlo.
2012-05-28 21:26
Llevas toda la razón, Miguel, hay un problema importante en cómo objetivar qué es una enseñanza de calidad, complicado y no resuelto. Pero para todos los involucrados actualmente en la enseñanza, la que tenemos no es de calidad y pensamos que la calidad ha ido cayendo año tras año, sin una sola movilización ni protesta por parte de los profesores ni de los alumnos, que era la queja de mi artículo. Curiosamente sólo los buenos te piden calidad, los demás aprobar como sea.
Los profesores son importantes y los alumnos también, nunca se te olvide que de los alumnos salen los futuros profesores. El problema es el de la uniformidad, tristemente confundida con la igualdad de oportunidades. Hay diferentes capacidades y necesidades intelectuales, como las hay físicas y negarlo es absurdo y es lo que nos ha llevado a esto. Para que parezca que no las hay bajamos y bajamos el nivel y despreciemos al alumnos con más necesidad. Tenemos niños con déficit de atención medicados y sentados horas en clase, cuando podría hacerse algo más adaptado a sus necesidades (que luego les llevaría a desarrollar sus capacidades que en muchos casos son muy altas), otros que con un nivel menor, pero que cubriera las necesidades más básicas, estarían mucho más adaptados y aprenderían más… Pero no, todos preparándose para ir a las olimpiadas y, como eso nos lo conseguimos, acabamos todos corriendo la maratón del barrio.
Mi experiencia es diferente a la tuya, mi abuelo, mi padre y mi tío (los tres únicos que estudiaron en mi familia de las generaciones anteriores a la mía) tuvieron una formación muchísimo mejor que la mía, los tres en la enseñanza pública: escuela, instituto y universidad. Claro, los seleccionaban por expediente, tenían becas que les permitían estudiar a pesar de no tener medios económicos. Pero los que no estudiaron de mi familia también han tenido una vida digna, por eso para mí estudiar ha sido siempre una de las opciones, para aquellos que sus necesidades van en esa dirección. Somos uno de lo países, quizá el país, con más universidades, eso sólo puede ser a costa de la calidad, no hay tanta gente buena a nivel intelectual, pero hay gente muy buena en otras cosas.
2012-05-28 23:37
Totalmente de acuerdo contigo, a veces nos centramos en tener el papelajo en la mano, cuando realmente sin una base sólida de conocimientos, ese título no vale nada, y así nos va, con un paro bestial entre los jóvenes.