Se volcarán aquí, cada día 27 de mes, una serie de reflexiones personales —aunque no necesariamente de ideas originales— sobre la mente, la realidad y el conocimiento. La autora es profesora del Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportaminento de la Facultad de Psicología de la UCM. En LdN también escribe Una aguja en un pajar.
Nunca fui muy aficionada a leer el periódico, reconozco que es una de esas sanas costumbres que no comparto con la gente de mi generación, siempre he preferido leer otro tipo de cosas. Vaya por delante que no tengo nada en contra de la prensa y que creo que ha habido y seguirá habiendo muy buenos periodistas y, como en toda actividad, también muy malos. Supongo que mi falta de interés tenía que ver con la falta de interés por los temas que suelen tratarse y con una especie de manía personal de buscar en todo la objetividad, así que prefería el acercamiento a la realidad a través de la ciencia.
A medida que uno va creciendo, va notando que el suelo que se pisa no es tan firme como parecía. Se descubre pronto que la objetividad en ciencia tampoco resulta una tarea fácil, que incluso las teorías científicas sólo podemos considerarlas como provisionalmente verdaderas mientras no haya algún dato que venga a echarlas abajo. No deja de ser menos cierto que, fijados ciertos axiomas y utilizando las herramientas adecuadas, es posible alcanzar acuerdos y que parte del encanto de la investigación científica es esa metamorfosis que va sufriendo la verdad a medida que se va viendo bajo la luz de las nuevas teorías, igual que el cambio del punto de vista te cambia la realidad. También hay quien intenta engañar, quien dificulta que se publiquen los datos que van en contra de sus modelos, quien miente e inventa resultados. Ni más ni menos que el ser humano en toda su dimensión.
La realidad que refleja el periodismo es mucho más esquiva a esta “objetividad”. Como en ciencia, en cierto modo la teoría bajo la que uno observa condiciona en gran medida lo que se considera un hecho, pero a diferencia de la ciencia, es mucho más difícil definir axiomas sobre los que lograr un consenso y, por tanto, mucho más difícil el entendimiento. No creo que actualmente nadie defienda la posibilidad de objetividad en casi ningún ámbito, pero mucho menos en el de la información periodística. Y no hace falta que haya una intención de manipular, que también la habrá en muchos casos; incluso intentando mantenerse neutral e intentado informar de forma objetiva, la objetividad es imposible. Tanto por las limitaciones de la capacidad de procesamiento de información de los seres humanos (limitaciones en la percepción, fragilidad de la memoria, facilidad para crear falsos recuerdos…), como porque quizá no exista una realidad objetiva desde la cual una mente ingenua pueda pensar. En este caso, los hechos a los que nos referimos son las acciones humanas y, por tanto, la intencionalidad forma parte esencial de las mismas, y ahí es imposible que pueda entrar fácilmente la objetividad. No descubro nada nuevo, es un tema sobre el que han reflexionado muchos pensadores a lo largo de la historia.
Hasta aquí probablemente todos estemos de acuerdo. Pero como siempre, lo que me interesa analizar es el ojo que ve la noticia, no el que la da. Por mucho análisis racional que hagamos sobre la imposibilidad de la objetividad, sobre la existencia de la verdad y si, en caso de haberla, podríamos acceder a ella, al final uno es un ser humano con todas sus limitaciones y necesita suelo firme. Está bien este metaconocimiento sobre la imposibilidad del conocimiento, pero para poder vivir, y hacerlo de una manera más o menos adaptativa, no podemos dudar de todo, no podemos evaluar cada información que recibimos como posible interpretación subjetiva. Uno podría tranquilamente instalarse en una subjetividad aceptada, reconocer que la objetividad no es posible y que quizá no sea tan importante, que conocer las diferentes subjetividades puede ser mucho más interesante. Y hay quien, llegado a un punto de madurez, lo consigue. Hay quien directamente se instala en una subjetividad sin interesarse lo más mínimo por el resto de visiones del mundo. Pero a la mayoría nos cuesta renunciar a la posibilidad de objetividad.
Evidentemente, la única forma que tenemos para saber si alguien o algún medio es objetivo consiste en contrastarla con el hecho y ver si coincide. Pero la única forma de acceder al hecho es a través de los medios, por lo que tenemos muy poca capacidad de maniobra y entramos fácilmente en un círculo vicioso. Si todos los medios coinciden en el hecho, podemos darlo por bueno (aunque hay casos extremos, como quienes todavía piensan que lo del hombre en la luna fue un engaño colectivo), pero cuando las visiones son distintas, y queremos hacernos una idea de lo que está pasando, no hay más remedio que tomar partido. La mayoría argumentaría que como hay muchas noticias, uno acaba fiándose más de aquellos medios que más verdad u objetividad contienen. Pero en el fondo lo que tenemos a mano para contrastar es lo que uno piensa de la realidad, de manera que aquel que nos ofrezca un modelo que encaje mejor con muestro patrón tiene muchas más posibilidades de tener éxito y convencernos de que lo que nos presentan es la verdad.
Resulta curioso ver como cada uno sólo ve la falta de objetividad y la manipulación en los medios con los que no comparte su modelo de realidad o que si la ven siempre es mucho mayor en los otros y no hay forma de que nadie nos convenza. Todos hemos visto alguna vez cómo algún hecho que hemos vivido o que conocemos no se ve bien reflejado, pero aún así nos cuesta mucho hacer extensiva esta experiencia a lo que no conocemos. Todos pensamos que los demás no tienen derecho a opinar desde fuera sobre hechos que no conocen y que nosotros vivimos en primera persona, pero opinamos constantemente sobre otros hechos que no conocemos. Necesitamos información, nos gusta la información y para ello necesitamos a los otros.
Así que, como en la ciencia, he aprendido a cogerle el gusto a esta metamorfosis que sufre la realidad según quién me la presente, en el fondo todas estas realidades forma parte de la realidad y no hay más remedio que convivir con ella.
2011-03-28 14:53
Es que la objetividad del periodista deja mucho que desear, entre otras cosas porque está inevitablemente condicionado, tiene un cristal de algún color…buen título por cierto. Un saludo
2011-03-28 21:59
Muy bueno
2011-03-30 23:00
En mi opinión no existe la objetividad, tan sólo la subjetividad dominante.
Saludos.
2011-04-03 20:21
Acabo de regresar de un viaje por Uruguay. Allí he visto niños subidos en carros tirados por caballos famélicos recorriendo la basura para urgar en ella y sacar unos pesos con los que comer. He visto también uríses tirados por las calles con el futuro muerto por la pasta de coca. Entiendo la conveniencia de la flexibilidad en la perspectiva, de las verdades absolutas y la fé ya han salido muchos desastres. Eso sí, me incomoda esta especie de excepticismo en que vivimos, imposible si se urga en la basura. Creo que la neutralidad (la objetividad, si se quiere) no solo no es posible, no es deseable.