Libro de notas

Edición LdN
el ojo que ve por María José Hernández Lloreda

Se volcarán aquí, cada día 27 de mes, una serie de reflexiones personales —aunque no necesariamente de ideas originales— sobre la mente, la realidad y el conocimiento. La autora es profesora del Departamento de Metodología de las Ciencias del Comportaminento de la Facultad de Psicología de la UCM. En LdN también escribe Una aguja en un pajar.

¡Qué casualidad! o ¿qué causalidad?

A mí sólo me han ocurrido cuatro cosas de estas extrañas que le hacen a uno pensar que debe existir la telepatía o algún modo de actuar sobre la realidad muy distinto del que conocemos. Es verdad que vistas desde fuera pueden parecer poco sorprendentes, pero cuando a uno le pasan le dejan una sensación muy profunda. Voy a describirlas en orden creciente de la extrañeza que me produjeron.

1. Iba con mi hermano al colegio, como miles y miles de veces, haciendo el mismo camino de siempre. De repente los dos hicimos algo estúpido y sorprendente, salimos a correr y saltamos unas escaleras que nunca saltábamos y nos paramos en seco. Nos miramos y nos quedamos impresionados, sobre todo él que era mucho más pequeño. De vez en cuando me lo recuerda.

2. Mi amigo Juan me había prestado “Los ríos profundos” de José María Arguedas. Era una edición barata y no ponía nada del autor ni del libro. Como el libro me estaba impresionando, me sorprendía, como tantas otras veces, no haber oído hablar nunca de él y me preguntaba si sería un autor anterior al “boom sudamericano” y de dónde sería. En ese momento el chico que estaba sentado a mi lado me dice: “¿leyendo al compatriota?” y le digo extrañada: “¿qué?”, entonces me dice: “¿no eres peruana?” y me informó en detalle de quién era Argüedas.

3. Estaba sentada en el autobús en “Cuatro caminos” y sube un señor muy muy mayor, así que lo estaba haciendo con mucho esfuerzo. Entonces me dio por pensar que en los sitios más pequeños la gente tiene mucho más fácil la vida, porque si este señor se había tenido que venir a Madrid de mayor, le resultaría un poco difícil moverse en una ciudad tan grande… Se sienta a mi lado y para mi pasmo me dice: “yo me vine a vivir a Madrid cuando Cuatro Caminos era sólo un descampado”. No volvió a hablar en todo el trayecto.

4. Mi hermana pequeña tenía el examen de selectividad; mientras ella lo hacía, yo ya estaba de vacaciones y en esa época (y siempre que puedo) me suelo levantar tarde. Estaba soñando que le preguntaban la poesía social y ella no era capaz de recordar el nombre de Blas de Otero, así que yo tenía que ir a decírselo. Cuando ella llega a casa le cuento el sueño y me dice que le había caído la poesía social y que no conseguía recordar el nombre de Blas de Otero, que dejó el espacio en blanco y que al final le vino por fin a la cabeza. Lo que nunca sabremos es si eso ocurrió en el mismo momento en el que yo me dirigía en mi sueño a comunicárselo.

Cuatro hechos sorprendentes en toda mi, ya bastante larga, vida. Pero la sensación que te queda es muy especial, no he olvidado ninguno de ellos, tengo una imagen nítida de cada uno de esos momentos, como la tengo de pocas cosas. Es el tipo de misterios de la vida que a uno le gusta que le pasen, que le hacen pensar que la experiencia tiene una nueva dimensión. Alguien me preguntó alguna vez si después de esto no creía en la telepatía. Pues, a decir verdad, creo poco en ella. No porque sea lógico o no según lo que sabemos de física o psicología, sino porque si fuera un fenómeno habitual, se produciría más frecuentemente y lo asumiríamos como parte de nuestra comunicación, como asumimos todo lo que experimentamos desde pequeños. Es muy frecuente intentar convencer a alguien de que un fenómeno existe porque existe una explicación científica que puede dar cuenta de ello. Sin embargo, el proceso es al revés: cuando algo existe, es cuando buscamos las explicaciones, como muy didácticamente explica Carlos Chordá. Yo creo que de momento los intentos científicos de demostrar el hecho de la telepatía no han llegado a ningún puerto. La ciencia, en general, va siempre detrás de los hechos. Las nuevas teorías surgen cuando un hecho no se puede explicar por las teorías vigentes. No conozco ningún caso –no digo que no existan– en el que el fenómeno se descubra después de la teoría. Cuando digo fenómeno, hablo del fenómeno observado por el ojo humano; el ojo científico es diferente.

Por ejemplo, si la teoría heliocéntrica predijera algo diferente de que el sol sale por oriente y se pone por occidente, es la teoría la que debería modificarse, no el dato. Cuando le preguntaron a Galileo sobre cómo con los datos observables había llegado al modelo heliocéntrico, él respondió algo así como: y con esos datos ¿de qué otra manera podría ser?

Así, que para tener que acudir a la telepatía, lo primero que mi ojo debe es ver que el hecho existe. No el que se produzcan hechos sorprendentes, sino que se produzca transmisión de una mente a otra.

Y yo siempre analizado esto como el resto de fenómenos: primero intento buscar una explicación con las herramientas que tengo, con los hechos que conozco. Ya sé que tiene mucho más encanto eso de la telepatía, los misterios que indican algo más allá de lo conocido… pero mi mente es un poco coñazo, qué le vamos a hacer, y no se deja seducir fácilmente. Así que yo me explico mis fenómenos extraños de la forma siguiente:

1. Aunque mi hermano y yo estamos seguros de que los dos hicimos lo mismo de forma simultánea, no se puede descartar que uno de los dos siguiera al otro inconscientemente.

2. Muchos tenemos la costumbre de mirar qué está leyendo el de al lado, si además eres peruano (en la época de la que hablo no había muchos peruanos por Madrid) y te encuentras a alguien leyendo a un escritor poco conocido en España, no tiene nada de particular que inicies una conversación sobre él. Que yo en ese momento, en lugar de leer estuviera pensando en quién era el autor, en realidad es lo que le dio pie para hablarme: él era educado y en ese momento no interrumpía mi lectura.

3. y 4. Siguen siendo sorprendentes, pero yo pienso que fueron casualidades.

Ya he expuesto varias veces que la mayoría de las cosas que ocurren en la vida son muy poco probables, tan poco probables o menos que el que alguien te responda a lo que estás pensando. En realidad, que cualquiera de mis hermanos sea hermano mío es igual o incluso menos probable que el hecho de que, una vez que mi hermana existe, yo sueñe con su examen de selectividad. Además, teniendo en cuenta mis 41 años de vida y suponiendo que haya soñado la mayoría de los días, habré tenido unos 14000 sueños, sólo uno de ellos ha tenido un referente real, es decir, mi capacidad telepática en sueños (o la capacidad de los demás para conectar conmigo en sueños) es bastante baja. No recuerdo cuántas veces he pensado cosas sobre la gente que se sube en el autobús, pero a pesar de mi tendencia a observar a los demás –seguro que casi otras 14000– sólo una persona ha aclarado mis dudas; en las demás me he quedado con la intriga. Para mí estas experiencias siguen siendo sorprendentes, siguen dejándome impactada cuando me pasan, pero también soy consciente de que el resto de la información no se queda grabada de la misma forma; no me impactan los sueños que no tienen relación con la realidad, ni las personas que no responden a mis preguntas internas, por eso uno tiende a amplificar la importancia de lo peculiar.

Además, también me han pasado cosas igual de sorprendentes pero que no pueden bajo ningún concepto aplicarse a la telepatía.

Mi madre estudió en Jaén y en el colegio tenía una amiga a la que le escribían las cartas que mi madre, por ser interna, no podía recibir. Después de pasar por diferentes ciudades de España acabamos viviendo en Madrid. Un día fue a recoger a una de mis hermanas al cumpleaños de su mejor amiga (a la que sigue unida después de 24 años) y se encontró con la sorpresa de que la madre era su amiga del colegio de Jaén. ¿Qué probabilidad hay de que se trasladaran las dos a Madrid, de que tuvieran hijas de la misma edad, de que sus hijas fueran al mismo colegio, estuvieran en la misma clase y se hiciesen íntimas amigas? La misma que el resto de los sucesos que he contado. Sin embargo, aquí es muy difícil que alguien intente dar explicaciones en términos de poder mental, todo el mundo piensa ¡qué casualidad!

Claro que entiendo muy bien por qué tienen éxito las explicaciones extraordinarias para estos fenómenos. No vamos a negar que es mucho más excitante que nuestra mente disponga de una energía todavía no conocida por la física y que ésto abra una perspectiva de control mental y todas esas potencialidades que todos pensamos que tenemos y que esperan, como el arpa de Becquer, una voz que les diga “levántate y anda”.

María José Hernández Lloreda | 27 de julio de 2008

Comentarios

  1. Versi
    2008-07-27 13:38

    Wow! Me ha gustado mucho, sobre todo el enfoque de racionalizar la casualidad.

    Es cierto lo que dices que esos momentos se te quedan grabados y los puedes ubicar perfectamente en tiempo y espacio, cuando era pequeña y estando en casa de mi abuela viendo la tele con mi prima, las dos empezamos a cantar la misma canción, en el mismo momento y la misma parte (que no era el principio ni el estribillo); nos callamos a la misma vez y nos miramos igual de sorprendidas.

    Y digo yo ¡qué casualidad!

  2. Pablo
    2008-07-27 13:45

    A mí cosas de estas me han pasado montones de veces y me siguen pasando. Como no se me ocurre ninguna explicación científica, tiendo a pensar que son simples casualidades, pero a menudo no me lo parecen. Incluso a llegado a pasar a veces que he pensado una frase y a continuación me he dicho: “vamos a ver si ahora la persona que tengo enfrente la dice y así tengo una prueba más de que no es una casualidad”, y efectivamente, la ha dicho. Esto no una ni dos, sino muchas veces.

    Pero bueno, siguiendo el principio de Ockham, no puedo decir que haya realmente una relación entre los pensamientos de las dos personas.

  3. guadalupe elosegui
    2008-07-27 20:26

    Estupendo post. Felicidades. Comparto con usted este caso que me ha sucedido con ballenas, que no es el único. Frecuentemente suceden cosas como estas que me sorprenden, pero pocas veces paso de ahí a racionalizarlas.

    http://lacuevadelaloba.blogspot.com/2008/04/el-sueo-de-la-ballena.html

  4. Juan Miguel Marthans B.
    2008-07-29 01:11

    Interesante el artículo y más aún la persepción de las cosas como para poder llamarlas “casualidad”. Creo que cualquiera de ellas se podría racionalizar, pero hacerlo le quitaría la magia a las casualidades que nos sucede en la vida. Estoy seguro de que a todos nos pasan cosas que nos debería invitar a reflexionar, como lo haces, pero la mayoría de veces ni cuenta nos damos.
    ¿Has vuelto a leer “Los rios profundos”? La relectura de ese libro de verdad vale la pena.

  5. Andrés
    2008-12-22 11:46

    Si,todo esto está muy bien,pero¿me explicas donde está la Causalidad en todo el texo?

  6. hector sueyano
    2013-01-01 08:49

    comunicarse no solo es con palabras.sordos y ciegos no usan palabras.la telepatia ,nada se sabe.por alli anda lo que busco,relacionar la causa con lo casual implica voluntad e instinto.

  7. José Eburi Palé
    2013-01-02 19:25

    Las casualidades no existen, leí una muy buena definición de alguien a quien no recuerdo pero que desde luego no era un cualquiera:
    La casualidad es la confluencia de una serie de factores ciertos, pero que resultan simplemente desconocidos para nosotros.

    La ciencia, de momento, no da respuestas, como no las da a cerca de la predicción de terremotos o un sinfín de cosas más.
    Y eso no quiere decir, por tanto, nada. Solamente que la ciencia y por ahora, no tiene respuestas.
    Algún día, sin duda, las tendrá.


Textos anteriores

-
El que algo quiere [27/05/12]
-
No estoy loco [27/03/12]
-
Pan y circo [27/02/12]
-
La excepción [27/01/12]
-
A río revuelto [27/12/11]
-
Mentiras [27/11/11]
-
-
Espejismo [27/09/11]
-
Mirar sin ver [27/07/11]
-
El que busca halla [27/06/11]
-
Humo de paja [27/05/11]

Ver todos

Librería LdN


LdN en Twiter

Publicidad

Publicidad

Libro de Notas no se responsabiliza de las opiniones vertidas por sus colaboradores.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons
Desarrollado con TextPattern | Suscripción XML: RSS - Atom | ISSN: 1699-8766
Diseño: Óscar Villán || Programación: Juanjo Navarro
Otros proyectos de LdN: Pequeño LdN || Artes poéticas || Retórica || Librería
Aviso legal