Francisco Serradilla es poeta y doctor en Informática. Su línea principal de investigación se refiere al desarrollo de Softbots (Robots Software) y Agentes Inteligentes en Internet. Ha colaborado abundamentemente con Almacén como articulista. Computación creativa y otros sueños se publicará los 25 de cada mes.
Cuando estudiaba primero de piano, mi profesor tocaba siempre la siguiente obra a estudiar antes de darnos la partitura. Recuerdo perfectamente cuando esa obra a estudiar fue el Minuet en Sol menor del Libro de Ana Magdalena de Bach, una pieza absolutamente mágica que me transportó ese día a lugares donde sólo la música puede llevarnos.
Unos días después me estudié la obra y la magia desapareció. Ahora era capaz de tocarla, pero, ¿valía la pena? Ya no me interesaba mucho. Aunque quizá otros pudieran preferir el conocimiento a la magia, yo había perdido algo fundamental en el camino al conocimiento.
El otro día conducía de noche mientras Venus dominaba el cielo con una intensidad que sólo la Luna supera de noche, y cuando lo miré lo vi perfectamente inserto en el plano de la eclíptica, rodeado de las constelaciones zodiacales, camino de su ocaso. Cuando era pequeño no conocía más constelaciones que la Osa Mayor, y no sabía qué era la eclíptica, y sin embargo el cielo nocturno me extasiaba, quizá mucho más que ahora.
Es apasionante saber que los planetas giran alrededor del Sol en un plano concreto, aún con pequeñas desviaciones –excepto Plutón, el que ya no es planeta, y por eso se cree que es un satélite capturado–, pero todo ese conocimiento debilita la magia de percibir la fuerza del universo desconocido sobre nuestras cabezas. No en vano el cielo es hogar de los dioses en la mayoría de las mitologías y religiones. Debilita la magia, ¿o quizá no? Algunos quizá piensen que, al contrario, la potencia.
¿Qué misteriosa relación une y separa el conocimiento racional del arte?
Dijo Einstein «La mente intuitiva es un regalo sagrado y la mente racional es un fiel sirviente. Hemos creado una sociedad que rinde honores al sirviente y ha olvidado al regalo».
El poeta, cuando trabaja un poema, recurre a trucos de diverso tipo (uno de ellos son las figuras retóricas, pero cada autor o cada generación poética desarrolla sus propios trucos). Lo que me pasa es que cuando veo el truco el poema se me viene abajo. El artificio, que no es otra cosa que el conocimiento racional y metódico aplicado al arte, destruye el arte. La artesanía mejora con el artificio, mientras que el arte empeora.
Algo parecido pasa con la música cuando se recurre a las mismas secuencias de acordes que “suenan bien” una y otra vez, y a los mismos temas en las letras, y a los mismos ritmos. La formación “técnica” de cantantes estilo Operación Triunfo produce profesionales –técnicamente impecables, no lo pongo en duda– que cantan todos igual, afinados para llevar a los consumidores los productos ideales, dentro del mercado o industria musical. Todos discurriendo por el plano de la eclíptica, como Venus. (Por cierto, el tipo que va a mi lado en el Ave me está poniedo de los nervios oyendo un coro rociero, hay cosas perores que OT).
Los clichés, las escuelas, los cánones, son enemigos del arte, y curiosamente venden bien, son negocio (aunque no entiendo bien por qué). Los mismos esquemas técnicos repetidos hasta la saciedad satisfacen el triste mercado de la cultura “oficial”, que apoya, lógicamente, a ese mercado.
Galería de grabados, de M. C. Escher
Sin embargo hay artistas que han sabido combinar técnica y arte de modos sorprendentes, por ejemplo M. C. Escher. La técnica utilizada en la Galería de Grabados de Escher no ha podido ser desarrollada mediante ordenadores hasta fecha reciente. Ahora ya no tiene mérito hacer lo mismo; el arte está en la exploración, en las nuevas propuestas, no en la imitación.
La Ciencia es una de las más prodigiosas capacidades humanas. El Arte también. En ambas hay que encontrar tesoros más allá de la frontera, evitar lo que ya se hizo o de conoce ¿Por qué encajan tan mal?
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Más información:
2009-01-25 11:46
Lo expuesto da para un debate más que apasionante… sólo aportar que es una etiqueta tan vaga como la de música clásica. Lo interesante es que invitan … y eso es lo que nos hace.
2009-01-25 13:36
Es un tema apasionante, realmente. Cuando era pequeño veía a menudo películas con mi hermano; él había estudiado cine y las despedazaba inmisericorde: mientras yo disfrutaba enormemente él se cabreaba con las transiciones entre planos, con la torpeza de los diálogos o con el modo en que un traveling estroeaba una escena grandiosa. Yo no lo entendía hasta que con el tiempo conocí mejor los entresijos técnicos del cine y me pasa un poco lo mismo. Ahora, poniendo un ejemplo extremo, me cuesta disfrutar con una película infantil porque “veo” los trucos y los errores de guión, mientras que mis hijas gozan. Podría pensarse que el conocimiento genera infelicidad, y puede que sea cierto, pero también consigue que, con las cosas buenas, que ciertamente son menos, se disfrute doblemente.
Saludos
2009-01-26 01:58
Ciencia
Medir, cuantificar
Saber donde termina la arena
y comienza el mar
conocer el mundo
estabilizarlo
estar seguros
poder,
predecir y controlar
tener una estructura
como la abeja crea el panal
generamos el conocimiento
buscamos la realidad
cuando la encontramos,
la creamos
los objetos
no tienen en sí mismos
una naturaleza propia
comprender que el mayor desafío
es investigar la irrealidad
como vemos lo que vemos
ahí afuera
hay algo
que nace de adentro
2009-01-26 17:28
Qué diríamos de la estructura del ADN como rítmo con poesía propia?
Lo hermoso de los esquemas está en soportar secuencias, cadencias para disfrutar sus acentos…..